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martes, 19 de noviembre de 2024

Padre no tiene que ser cualquiera

Educar y potenciar una paternidad responsable y participativa pudiera ser el camino para el disfrute pleno de niños y niñas y padres, en general...

Mayra García Cardentey en Exclusivo 21/06/2015
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Ser padre ha sido, durante muchos años, un rol social vilipendiado. Con aquello de “padre es cualquiera” se resumen siglos de comportamientos reprochables a la vez que se encasillan, prejuiciosamente, paternidades diversas y participativas.

Con frecuencia la responsabilidad de la crianza se deposita exclusivamente a las féminas, y se relega al progenitor al simple papel de proveedor, en el mejor y mayor por ciento de los casos.

Por una formación y orientación para vivir una verdadera paternidad responsable y las opciones para ejercerla, dialoga Cubahora con el Doctor en Ciencias Históricas, Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana y fundador de la Red Iberoamericana de Masculinidades.

—A pesar de alcanzar Cuba ciertos logros en pos de la igualdad de género y en contra de estereotipos sexistas, el tema de la paternidad y la maternidad reproduce cánones aparentemente inamovibles. Ante la socorrida frase, “padre es cualquiera”, ¿cuál sería una posible respuesta?

—La inexistencia de políticas públicas dirigidas a la orientación de los padres a una mejor asunción de los roles paternos; la resistencia de los propios padres a romper con los estereotipos rígidos, construidos y asignados socialmente a ellos; y el temor de que proporcionar más cariño, amor y dedicación a los hijos/as, afecte su condición de hombres masculinos y la de los hijos —en caso de que sean varones— no permiten una verdadera mejoría de las prácticas paternas. Los hijos/as necesitan recibir el mismo grado de afecto tanto de la madre como del padre. Precisan saber que el progenitor cumple otros roles en su cuidado, y es capaz de brindarles un beso en un momento de felicidad o un abrazo cuando requieren apoyo. Sentir ese contacto directo les demuestra que existen y les importa. Contribuir a revertir esta situación no es tarea fácil, pero debemos empezar por nuestro propio núcleo familiar. No importa si no somos padres. Desde nuestros papeles en la familia —hermanos/as, tíos/as, abuelos/as, etc.—, podemos incentivar tales cambios. La cuestión está en si seguimos reproduciendo estereotipos y patrones de conducta socialmente establecidos, o si luchamos contra ellos, en pos de un mejor disfrute familiar.

—Pero, existen algunos puntos complejos desde el inicio. En ese sentido, una de las cuestiones más polémicas radica en la decisión de tener hijos, muchas veces solo asumida por la mujer, en franca decisión de si acudir al aborto o seguir adelante con la maternidad. ¿En qué lugar coloca esto al hombre? ¿Padre obligado o padre colegiado?

—Históricamente se ha visto a este padre obligadoocolegiado como la representación familiarque encarna los atributos patriarcales de la valentía, heterosexualidad,autoridad, severidad e inteligencia. Una imagen encerrada en ladicotomía de ejercer la violencia y de proveer bienes materiales alhogar. El padre es también una figura biológica; pero más que esto, el hecho de ser padre trasciende a lo social. Si bien en épocas pasadas, cuando las familias vivían escenarios sociales más rígidos y restringidos, que incluso se extienden hasta la actualidad, en las que se necesitaba obligatoriamente de la presencia del padre natural de los hijos en la familia —fuera alcohólico, mujeriego o violento para con sus similares—, desde los años sesenta del siglo pasado, se nota una singular mejoría en este sentido.

—Una vez consumada la paternidad y maternidad, uno de los principales dilemas radica, tras la ruptura de la pareja, en la guarda y cuidado del niño/a. Atendiendo al Código de Familia vigente (Ley 1289 del año 1975), solo el tribunal tiene la potestad de decidir con quién vivirá en lo adelante según “lo que resulte más beneficioso para los menores”. Pero casi siempre “lo beneficioso” favorece a las madres, incluso en ocasiones, en detrimento de los padres…

—Una de las problemáticas que enfrentan las sociedades de hoy en día, se refiere a la distinción entre padre biológico y padre social. Nuestra sociedad reconoce la legitimidad del padre genético, es decir, el que junto a la madre genética, procrea descendencia biológica. No importa si esta pareja se divorcia, el padre de la criatura seguirá gozando de derechos y deberes legítimos aprobados por la ley. En cambio, a un padre social —el que cría al hijo/a—, no se le reconocen los mismos deberes y derechos. Es una contradicción, pero es una situación socialmente aceptada, aunque en muchos casos, los padres no genéticos se comportan mejor que los biológicos. La figura paterna es vista erróneamente en los diferentes contextos sociales, como desprovista de ternura, afecto, comprensión e incapaz de transmitir sentimientos que históricamente se le han atribuido a la madre con respecto a los hijos/as. Una vez más hallamos otra coincidencia con el estereotipo del ideal masculino, que perturba en proporciones inimaginables la relación padre-hijo/a e, incluso, se afecta la del padre con la madre.

—A la par, existe la opinión popular de que si un padre obtiene la guarda y cuidado, es porque la madre está impedida de hacerlo o es “muy mala madre”. Hasta la ley favorece a este imaginario. Uno de sus artículos acota que en igualdad de condiciones los menores quedarán con quien vivían hasta ese momento, de preferencia la madre “si se hallaban en compañía de ambos”, salvo “que razones especiales aconsejen cualquier otra solución”. ¿Es tan difícil darle el cuidado a un padre, aun cuando la lógica (mejores condiciones económicas y relaciones filiares) indique eso?

—Cuando se define al modelo hegemónico de masculinidad presenteen nuestras sociedades, la paternidad se encuentra vinculada de maneradirecta con características como: proveer el sustento económico,ser autoritario, mostrar una personalidad fuerte, firme,racional y con una ausencia —al menos de manera tangible— deemociones y afectos. Se evidencia en esta definición el contraste entodo momento con el paradigma paralelo de la maternidad, signadopor: el cuidado directo, la comprensión, el cariño, el sustento emotivoy el contacto físico, entre otros. El asumir la responsabilidad del sustento económico de los hijos/as,es uno de los mayores retos impuestos por el modelo de masculinidadhegemónico a los hombres. En infinidad de ocasiones no percibimos que el cuidado es una habilidad que se aprende a lo largo de la vida. Desde la infancia las mujeres practican el cuidado infantil, son estimuladas, por ejemplo, a jugar con muñecas, poniendo en práctica lo que supuestamente les espera: la vida doméstica. Cuando un niño incluye entre sus juegos temas o juguetes relacionados con el hogar, es censurado y castigado.

—En ese sentido, la mayoría de los padres quedan reducidos a la opción de negociar el horario de visita y paseo según la edad y salud de las criaturas… ¿Cómo se defiende, legalmente, un padre de madres “abusadoras”, que piensan “castigarlos” por despecho?

—Bueno existen tribunales de familias y grupos de mediación donde los hombres se pueden asesorar de alguna manipulación de este tipo. El Código de Familia y las leyes en Cuba no dejan a los padres fuera del derecho de paternidad. Muchas veces concepciones machistas erradas no permiten el cumplimiento de leyes donde el derecho de ambos está reflejado. Aunque la igualdad ante la ley no lo es ante la vida, el conocimiento de la misma nos libera de abusos y castigos innecesarios en el ejercicio de la paternidad o maternidad.

—Ante el impedimento, biológico, de una paternidad natural para parejas gays, estos acuden, en algunos países, a una paternidad jurídica. ¿Qué considera de aprobar la adopción por parejas gays en Cuba?

—Esto es aún un tema pendiente para la comunidad LGTBI que tiene otros derechos que reconocer primero como los matrimonios, uniones civiles o como se le quiera nominar a la relación de parejas del mismo sexo de forma legal. La adopción parece aún un tema no cercano en reconocerse con inmediatez.

—En este tema, algunos estereotipos machistas desaprueban la iniciativa pues piensan que promueve “un proselitismo gay” o que “condiciona la identidad de género de estos menores”.

—La sexualidad y sus opciones no se promueven con proselitismo o campañas para promover derechos ineludibles de la comunidad LGTBI. La orientación que elegimos pasa por el gusto personal y las prácticas que tengamos de las mismas. Es absurdo pensar que los niños y niñas son miméticos en reproducirlo. Bajo este concepto no existieran población LGTBI ya que la promoción mayor y más legitimada es la heterosexual.


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Mayra García Cardentey

Graduada de Periodismo. Profesora de la Universidad de Pinar del Río. Periodista del semanario Guerrillero. Amante de las nuevas tecnologías y del periodismo digital.


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