Solo dos años después de haberse iniciado el proceso revolucionario en Cuba, el por entonces presidente de la República, Osvaldo Dorticós, firmó la Ley 940, la cual autorizaba con efecto inmediato la creación del Ministerio del Interior (Minint).
La medida respondía, por sobre todas las cosas, a la necesidad de organizar en una sola institución los organismos vinculados con el orden interior y la seguridad del país. Pues, la postura hostil asumida de manera manifiesta por Estados Unidos a partir de 1959 y las acciones de sabotaje y terrorismo orquestada por una oposición interna financiada, obligaron a desarrollar con extraordinaria premura una estructura capaz de prever, incluso, cualquier hecho delictivo.
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Fue así como, en unión al desarrollo organizativo del aparato estatal, surgió con la responsabilidad ineludible de preservar la integridad física de la nación, un organismo que, más tarde, incorporaría especialidades como los Cuerpos de Bomberos y Guardabosques, la Técnica Canina, las Tropas Guardafronteras o la Brigada Especial Nacional.
Desde entonces, el Minint, a través de sus distintas fuerzas, ha sido incuestionablemente uno de los principales protagonistas de nuestra historia reciente, no solo en la contención y la vigilancia, sino también en la participación activa en procesos sociales y en la construcción de concepciones políticas e ideológicas.
Se trata, en definitiva, de un cuerpo que cobra sentido en su estrecho vínculo con el pueblo, donde se nutren sus filas y se establecen relaciones fundamentales para llevar a cabo sus funciones específicas de enfrentamiento.
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Por eso, en medio de un contexto de guerra simbólica y cultural, se ha vuelto uno de los principales objetivos de quienes pretenden deslegitimar el orden y la institucionalidad mediante narrativas que lo vinculan a la ineficiencia, el desconocimiento de los procedimientos legales y el irrespeto a los más elementales derechos humanos. De ahí que, a pesar de las condiciones no siempre favorables para el cumplimiento de su trabajo, se le exija compromiso, sentido del deber y la mayor profesionalidad posible.
En alianza con las organizaciones políticas y de masas, el Minint tiene el reto de acabar con cuanto hecho o comportamiento empañe y deshonre su historia y tradición de servicio. Pero también debe insistir en la incorporación de los métodos y las técnicas más novedosas como forma efectiva de hacerle frente a desafíos sin precedentes.
Ante la constante amenaza de embestidas humanas y naturales, una organización como esta se antoja imprescindible. La valentía y el sacrifico de miles de hombres y mujeres han hecho que durante tantos años Cuba haya combatido y vencido a las más impensables agresiones. Si hoy tenemos patria, también es gracias a ellos.
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