El destacado artista de la plástica José Fuster no duda en decir: “para mí ser participe de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) es una cosa grandiosa”. Era un adolescente cuando se creó la organización de masas que con los años se convertiría en la mayor de Cuba, al contar con más de ocho millones de miembros.
Confundido entre los más de 400 delegados y 40 invitados que asisten al VIII Congreso de los CDR, Fuster recordó: “Surgieron en mi mundo, en mi efervescencia patriótica y todos estos años he sido cederista y un artista dedicado a trabajar y estar al lado de mis vecinos”, apuntó el pintor y ceramista que ha dejado su huella de su obra en el poblado costero de Jaimanitas, en La Habana.
El barrio se ha convertido en una de las razones principales de la existencia de este hombre que cree en el ser humano y en la capacidad de ser mejores personas. Por eso dedica parte de su tiempo a los niños, “mi pequeño, chiquitico aporte de agua dulce en el mar es trabajar con ellos”.
“No es solamente hacer edificaciones como las que yo he hecho. Pienso que la mejor es la que Fidel nos ha enseñado: edificar al hombre, hacer al hombre nuevo, ese es el que hay que retomar”.
Precisamente, la familia, los valores y la comunidad salieron a la luz en más de una de las intervenciones de los asistentes a la reunión cederista.
¿Cuánto pueden hacer los CDR en la educación en valores? ¿De qué forma pueden interactuar con la familia cubana para que sus acciones tengan una mayor influencia en aras de contribuir al enriquecimiento de la cultura, de fortalecer la memoria histórica, de la erradicación de indisciplinas que nada tienen que ver con los cubanos?.
Creados el 28 de septiembre de 1960 –hace 53 años- los Comités de Defensa de la Revolución constituyen un aporte del proceso revolucionario cubano y de la obra del pensamiento del Comandante en Jefe Fidel Castro. Durante su existencia, han desempeñado siempre tareas vinculadas con la comunidad que han sido vitales para la sociedad en general.
Su actuar hoy es preciso adecuarlos en consonancia con la realidad que vive el país. Para la profesora villaclareña Elisa Guardado a las indisciplinas sociales hay que combatirlas persona a persona, persuadiendo, pero también enfrentándolas.
“La educación, la cultura y el buen convivir con las personas no tienen nada que ver con las edades. Todo en la vida se rige por determinadas normas y hay que respetarlas colectivamente. No podemos cansarnos; hay que insistir y volver a insistir y mirarle a los ojos a las personas y tocarle en lo más profundo”, dijo ella, que en su bregar ha formado a varias generaciones y aún no se cansa, desde su barrio, en contribuir a la educación de las niñas y niños y de los adolescentes y jóvenes que son el futuro.
Otro de los que tanto estima al barrio es Gastón Martín, del municipio de Cárdenas, en la provincia de Matanzas, quien lleva adelante un proyecto social en el cual se integra la familia. También Junior Romero Ríos, del municipio de Songo la Maya, manifestó que la labor tiene que ser sistemática y trabajar con la familia como eslabón fundamental de la sociedad.
Apostar por la familia es sumamente importante, sin embargo, hay que reconocer que la educación en valores no corresponde única y exclusivamente a un individuo, una institución o una organización en específico. Debe y tiene que existir una estrecha coordinación entre todos los factores socializadores que influyen en la formación del hombre. En ese sentido es importante que se coordinen acciones entre todas las organizaciones que actúan desde el barrio.
Para el destacado profesor de Historia Horacio Díaz Pendás es imprescindible educar en valores, en primerísimo lugar, “para mantener viva la memoria en las nuevas generaciones. Hablo de una memoria que no se puede concebir solo como lo heredado, sino continuamente enriquecida con la labor contemporánea de todos los que son protagonistas colectivos de la Historia. Somos identidad, entre otras cosas, porque somos memoria”.
De ahí es valido el esfuerzo hecho por los holguineros Ventura Carballido Pupo y Rafael Ávila, quienes durante los últimos 10 años se han dedicado a rescatar la historia de la organización y ya han publicado cuatro libros sobre el tema, el último de ellos, Guardianes de medio siglo, recoge las cinco décadas de existencia de la organización, y entre los capítulos destaca uno dedicado a cómo debe ser la organización en estos tiempos: celosa de la comunidad, del cuidado del medio ambiente, de la familia, promotora del ahorro y activa en el combate contra las ilegalidades.
Una fortaleza de la organización cubana es que como resultado del proceso de renovación y ratificación de mandatos del Congreso, actualmente el 36,8 % de los cargos decisivos de la mayor organización de masas fueron asumidos por personas menores de 40 años.
En ese sentido, fue notable la presencia de jóvenes en el evento. Uno de ellos, Andy Luis Rodríguez, quien dirige una zona cederista en el municipio de Marianao, en la capital cubana, significó que precisamente, la incorporación de jóvenes es un pilar fundamental para la sobrevivencia de la organización.
Para los cederistas cubanos está claro que es necesario cambiar métodos y estilos de trabajo, acorde con los nuevos tiempos. Sin embargo, los presentes en el evento han coincidido en la necesidad de que la Revolución cuente con los CDR.
“Es una organización infinita, que no pienso que desaparezca mientras haya jóvenes, que son el futuro”, dijo José Fuster y recordó algo que tiene escrito en su querido Jaimanitas: “Bienvenido el futuro, somos el presente del pasado, el futuro es el que va a determinar” y más adelante dijo: “¿qué es el futuro, si no, cosas buenas que estamos tratando de hacer ahora en el presente para poderlas elevar a un rango superior en otros tiempos”, concluyó el artista.
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