No sucedió como en la antigüedad o en los libros de aventuras. No llegaron en caravana ni montaron la carpa en el centro del pueblo más recóndito. No trajeron animales amaestrados ni mujeres barbudas o enanos saltarines. Sucedió en la capital de Cuba, en su Teatro Nacional, en una sala confortable de butacas azules, paquetes con rositas de maíz y cientos de niños que, atraídos por el hecho de que la Compañía Infantil de Teatro “La Colmenita” se iba al Circo, gozaron de un espectáculo maravilloso, donde aquel arte volvió a dejarnos con la boca abierta por sublime, atrevido, virtuoso...
Eran dos pandillas en la Isla del Coco, ese pedacito de tierra que nació del amor entre una nube de aire fino y el mar. De un lado el Capitán Plin, su enamorada la gata Fenix, don sapo Lope de Vago, Juan Ratton...; del otro Rui la Pestex y sus secuaces; acompañados todos además por el Elpidio Valdés, María Silvia, Eutelia, Palmiche, su novia Lola y los españoles que siempre prometen en próximas aventuras “hacerlos picadillo”. Resultó suigéneris el enfrentamiento entre ellos pues, para ganar, trajeron los mejores números del Circo. Fue así que el Festival Internacional Circuba comenzó su decimocuarta edición que, al decir de su presidente Rigoberto Fernández, estará llena de sorpresas que compartirán “como un secreto bien guardado”.
En una sala abarrotada, con personas también de pie en sus pasillos, se presentaron los talentosos jóvenes de la Compañía Havana en la suiza acrobática, la barra rusa, el pole dance, el cuarteto de pulsadas, la báscula acrobática, contorsiones, aros aéreos, un impresionante dúo de fuerza capilar, además de dos simpatiquísimos payasos; casi todos acompañados en vivo por la orquesta de “La Colmenita” con temas infantiles como “Conejo Chispa” y “Zumo de Romerillo” hasta otros más de “grandes” como “Son de la Loma”, de Miguel Matamoros, “Tal vez”, de Juan Formell, y “Pleisteichon”, de Buena Fe. Esperanzador fue ver al relevo de aquellos jóvenes, unos pequeñines atrevidos que sin levantar muchas cuartas del piso se visten ya de coraje y se suman a la añeja tradición del Circo en Cuba.
Como casi todo lo que emprende la compañía infantil más dulce, no se trató solo de disfrutar los prodigiosos actos, sino de que quienes estábamos allí también saliéramos de la sala con nuevos saberes sobre un arte milenario, muchas veces subvalorado. Por eso no fue extraña la pregunta, no más pusieron un pie en el escenario, sobre la diferencia entre un “cirquero” y un “artista circense”. Y entonces supimos que cirquero es aquel que prácticamente nació dentro de una carpa, que allí formó una familia, que ha hecho su vida entre trapecios y cuerdas flojas; en tanto, el artista circense es quien ha estudiado las “artimañas” del circo. Acerca de eso y mucho más conocimos esa noche inaugural, espléndida, donde tantos niños se reecontraron con un arte lastimosamente apreciado solo de temporada en temporada; una noche para recordar, nosotros “los mayores”, cuando las carpas se abrían en nuestros pueblos, de vez en vez, para trastocar por algunos días la quietud de nuestras vidas.
Así subieron las cortinas de esta fiesta del Circo que desde 1981 reúne en la isla caribeña a compañías de todo el mundo. Del 8 al 13 de julio se competirá durante dos funciones diarias en la Carpa Trompoloco, ese orgullo de las artes circenses cubanas, fundada en el verano del 2005 como homenaje al payaso Edwin Fernández. Según el presidente del Festival, la carpa es ahora un sitio más confortable, porque luego de haber sido castigado durante años por el inmenso calor de esta estación, podrá decir adiós a las pencas y los abanicos gracias al nuevo sistema de ventilación instalado, noticia recibida con aplausos antes de comenzar la gala de apertura.
Se supo, también, que después de concluido el evento internacional las funciones no pararán y comenzará la gira “Circuba 2015 viaja por Cuba”, la cual llegará a nueve provincias, entre ellas la que se viste de centanaria por quinta ocasión: Santiago de Cuba, que en su teatro Heredia recibirá un regalo especial.
Así, nuestro verano se viste también de circo, una opción medular, no una más, donde el ser humano se reta a alcanzar límites cada vez menos imposibles. La presentación de la noche de este 8 de julio puso la varilla bien alta a un evento que siempre logra sobrepasarla. De plácemes estamos entonces porque el Circo, finalmente, llegó.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.