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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Las constituciones cubanas y los derechos femeninos

La lucha por la igualdad de la mujer se remonta a Guáimaro, en 1869, y llega hasta los días de hoy...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 08/04/2019
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Mujeres bajo el sol
La mujer y el hombre tienen iguales derechos y responsabilidades (Elba Maité Rizo Cedeño / Cubahora)

La mujer en Cuba goza de todos los derechos, y si todavía existe discriminación por el sexo se debe a los prejuicios que arrastramos desde la época de la colonia; un lastre del cual la Revolución no ha podido desprenderse del todo.

La Constitución de la República que se promulga este miércoles 10 de abril de 2019 es prolija en derechos para nuestras féminas.

El ARTÍCULO 43 establece, y cito: “La mujer y el hombre tienen iguales derechos y responsabilidades en lo económico, político, cultural, laboral, social, familiar y en cualquier otro ámbito. El Estado garantiza que se ofrezcan a ambos las mismas oportunidades y posibilidades. El Estado propicia el desarrollo integral de las mujeres y su plena participación social. Asegura el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, las protege de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones y espacios, y crea los mecanismos institucionales y legales para ello”.

Un resultado de más de siglo y medio de luchas por reconocer, constitucional y jurídicamente, dicha igualdad.

Fue Ana Betancourt la primera mujer cubana en levantar la voz para reclamar la igualdad. La patriota camagüeyana aprovechó el momento de la proclamación de la primigenia Constitución Mambisa para reclamar derechos por entonces preteridos en una sociedad esclavista y predominantemente machista. Este hecho singularísimo de nuestra historia, sucedió en Guáimaro, el 14 de abril de 1869, y se considera una de las primeras declaraciones feministas de Latinoamérica:

“Ciudadanos: la mujer cubana en el rincón oscuro y tranquilo del hogar esperaba paciente y resignada esta hora sublime en que una revolución justa rompe el yugo y le desata las alas. (…). Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. ¡Llegó el momento de libertar a la mujer!”.

Ninguna de las dos constituciones subsiguientes: Baraguá (1878) y Jimaguayú (1895) tuvieron en cuenta el derecho femenino. No así la Constitución de La Yaya (1897), que reconoció el sufragio universal y la igualdad de derechos y garantías individuales de los cubanos, sin distinción alguna:

ARTÍCULO 13.- “Todos los cubanos tienen derecho a emitir con libertad sus ideas y a reunirse y asociarse para los fines lícitos de la vida”.

En los albores del siglo XX, cuando se propuso por vez primera el sufragio femenino, la propuesta la hizo el delegado Miguel Gener, durante los debates constitucionales de 1901, pero su moción fue rechazada.

Con la llegada de la República Neocolonial (1902-1958) la lucha por la igualdad de la mujer cobraría nuevos bríos, centrada en el derecho al voto. En 1912 surgió el Partido Nacional Feminista y en 1918 fue aprobada la ley del divorcio.

Al respecto, el investigador Julio César González Pagés, al evaluar esas primeras luchas feministas, afirmó: “Maestras, obreras de la industria tabacalera, intelectuales, juristas, periodistas y mujeres comunes, encabezaron un movimiento que tenía más detractores que defensores en ambos sexos”.

En 1923 se celebró el Primer Congreso Nacional de Mujeres, y en 1934 —mediante decreto presidencial firmado por Ramón Grau San Martín— fue aprobado el sufragio femenino, siendo Cuba uno de los primeros países del continente en conceder semejante derecho a sus mujeres. En los comicios presidenciales de 1936, las mujeres cubanas ejercitaron de manera inaugural el derecho a elegir y ser elegidas.

Y ya en la Constitución de 1940 quedaron jurídicamente instituidos importantes derechos, pues reconocía a “todos los cubanos iguales ante la ley”, y declaraba “ilegal y punible toda discriminación por motivo de sexo, raza, color o clase y cualquier otra lesiva a la dignidad humana”. Sin embargo, las leyes complementarias nunca aparecieron, y esos y otros importantes artículos fueron convertidos en letra muerta.

No sería hasta después de 1959 cuando realmente los derechos de las mujeres quedarían instituidos. Una revolución dentro de otra Revolución, como bien se ha calificado.

Vilma Espín, la eterna presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), al valorar el avance, expresó: “Para nosotros, la igualdad no constituye solo un principio de justicia social, sino que es además una incuestionable reivindicación histórica y un derecho humano fundamental”.

En la Constitución Socialista de 1976 estos derechos fueron jurídicamente validados, y ahora nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular se viste en buena medida de mujer, siendo nuestro Parlamento el segundo a nivel mundial con mayor presencia de féminas en su composición. Y en fecha reciente, 13 cubanas participaron en la elaboración del proyecto de Constitución que este 10 de abril se promulga de manera solemne.

Lejos en el tiempo está el reclamo de Ana Betancourt, aunque todavía resta un buen tramo por recorrer para la plena igualdad. Debemos seguir derribando muros y rompiendo prejuicios, pero ya la batalla por la igualdad está ganada.

Ahora más que nunca conviene recordar a José Martí, quien afirmó: “…las campañas de los pueblos sólo son débiles cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer, pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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