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martes, 19 de noviembre de 2024

La FMC no puede quedar rezagada

Cincuenta y cinco años después, la Federación de Mujeres Cubanas debe ser consecuente con sus principios fundacionales pero avivando la chispa de las nuevos que emergen...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 21/08/2015
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Triunfó la Revolución Cubana en 1959 y se hizo necesario, entre otras prioridades, desterrar prejuicios, desenterrar estereotipos, cambiar costumbres y juicios de valor que entorpecían el desarrollo pleno de la mujer.

Por fortuna, dejaron de ser mantenidas y muchas asumieron su nuevo rol de proveedoras. Ciertamente todavía las hay que se acomodan a un entorno familiar en el que otro pone el sustento y ellas “deciden”, pero Cuba ya no es la misma de aquellos años para las mujeres que hoy se agrupan en más del 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional del país.

Nuevas políticas y leyes se esbozaron y aprobaron…Se crearon los círculos infantiles para apoyar a las madres trabajadoras, se fundaron las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, se impartieron cursos, se defendieron derechos laborales antes vedados, se potenció el rol de la mujer como dirigente en diferentes niveles, se aprobó el Código de Familia y  la Ley de Maternidad…

Y todo lo que hoy se puede sumar a la lista de logros por y para las mujeres en nuestro país se debe, en gran medida, a la labor de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), organización de masas creada el 23 de agosto de 1960 y que hoy aglutina a más del 90 por ciento de las cubanas mayores de 14 años.

Inclusiva y participativa la FMC mantiene incólumes sus objetivos de acción primigenios, y vela por el respeto a la libertad plena de la mujer en el ejercicio de todos sus derechos, desmantelando toda visión sexista o estrecha. No desatiende a quienes son víctimas de violencia familiar, acoso o abuso sexual, y no desampara a aquellas que tocan sus puertas pidiendo la ayuda que, confían, la organización puede ofrecer.

 Sin embargo, el mayor desafío de la FMC en el siglo XXI es, a mi juicio, el de sentirse presente para las jóvenes generaciones que no viven los tiempos de cinco décadas atrás y aspiran, quizás, a otro tipo de representación.

Existir, estar presente…ello implica para la Federación no solo recoger unos dineros por cada núcleo familiar “para organizar la fiesta de todas en la cuadra”, pues la mayoría no asiste, salvo quienes ya peinan canas y se sienten comprometidas. No es la fiesta el motivo mayor y mejor para propiciar en adolescentes y jóvenes la identificación certera con una organización que lideró Vilma Espín tanto tiempo…Tampoco lo es forzar a que “las más nuevecitas den el paso al frente y asuman cargos de dirección” o convocar trabajos voluntarios.

La FMC debe reinventarse, como todo lo que muchos años después debe hacerlo también, sin trastocar lo que un día se convirtió en su razón de ser. Las motivaciones de la FMC en 1960 se transforman en las del 2015 y el 2016 pero las maneras de llegar, de proponer, de incentivar, de crear…deben ser otras por obligación.

A una estudiante de 16 años, o de 22 o una trabajadora de 25 años, no le estremecerá lo que ya concibe como parte de su realidad cotidiana y que para sus contemporáneas años atrás sí fueron grandes logros…Le emocionará ver una comunión de generaciones, un acercamiento entre las mayores y las menores, un interés por renovar los modos y desterrar los esquemas…

Así, cuando se hable de FMC, nadie pensará en reuniones inoportunas a la hora de la novela, o en planteamientos insalvables, o en estrecheces mentales. Si siempre esta organización fue de avanzada, ¿por qué quedarse rezagada?


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".


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