El Papa Francisco bendijo en el Centro Cultural Félix Varela, ante cientos de jóvenes entusiastas, una cruz que presidirá la Jornada Mundial de la Juventud en 2016.
El Papa alabó la capacidad de soñar de los jóvenes. «Un joven incapaz de soñar está encerrado en sí mismo. Sueñen, que el mundo con ustedes puede ser distinto. Si los jóvenes ponen de lo mejor de ustedes, el mundo puede ser distinto. Sueñen y cuenten sus sueños, hablen de las cosas grandes que desean; mientras más grande es la capacidad de soñar, más camino se ha recorrido», afirmó Su Santidad.
Francisco dijo que cuando una religión se vuelve conventillo pierde lo mejor que tiene, la capacidad de creer en Dios, y recomendó corazones abiertos, mentes abiertas. «¿Por qué no nos damos la mano en aquello que tenemos en común?», les preguntó antes de animarlos a hablar de lo que se tiene en común para después hablar de las cosas que diferencian.
El Papa llamó a los jóvenes a buscar la amistad social, el bien común. «La enemistad social destruye: una familia, un país, el mundo se destruyen por la enemistad. La enemistad más grande es la guerra y hoy vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. ¿Qué podemos hacer en común? Cuando hay división hay muerte en el alma porque matamos la capacidad de unir. Sean capaces de crear la amistad social», instó.
Francisco recordó a los jóvenes que la esperanza es sufrida, sabe sufrir para llevar adelante un proyecto, sabe sacrificarse. «La esperanza es fecunda, da vida», comentó y los invitó a crear vida, amistad social, patria, grandeza… porque la esperanza se da en el trabajo.
El Vicario de Cristo comentó el desempleo de los jóvenes en Europa y sentenció que un pueblo que no da trabajo a los jóvenes, no tiene futuro. «En este imperio del Dios dinero se descartan las cosas y las personas», reflexionó.
Además, refirió que la esperanza es convocadora de todos, su camino no es fácil y no se puede recorrer a solas. «Quiero que los jóvenes cubanos vayan acompañados, juntos, buscando la esperanza y el futuro y nobleza de la patria», pidió.
El Papa recomendó que «no nos desencontremos entre nosotros mismos. Vayamos acompañados aunque pensemos distinto, pero hay algo que nos acompaña a todos: esa dulce esperanza de la patria a la que queremos llegar».
Antes, en la Catedral Metropolitana de La Habana, Francisco decidió postergar la homilía que traía preparada y pronunció otra, dedicada a una honda reflexión sobre la pobreza y la ayuda a los más pequeños.
El Santo Padre afirmó que la pobreza es palabra sumamente incómoda, a contramano de la estructura «cultural» del mundo. «El espíritu mundano no la conoce, no la quiere, la esconde, no por pudor sino por desprecio. Si tiene que pecar y ofender a Dios porque no le llegue la pobreza, lo hace. El espíritu del mundo no ama del espíritu de Dios, que se vació a si mismo, se hizo pobre, se humilló para ser uno de nosotros», dijo.
El Papa dijo que cuando los bienes entran en el corazón de las personas y empiezan a conducir sus vidas, estas han perdido porque ya no son como Jesús.
Francisco recordó que San Ignacio decía que la pobreza era el muro y la madre de la vida consagrada: «La madre porque engendraba más confianza en Dios, y el muro porque la protegía de toda mundanidad. ¡Cuántas almas generosas destruidas empezaron bien y después se les fue apegando el amor a esa mundanidad rica y terminaron mal, es decir mediocres, terminaron sin amor porque la riqueza pauperiza, pero pauperiza mal, nos quita lo mejor que tenemos, nos hace pobres en la única riqueza que vale la pena para poner la seguridad en lo otro: el espíritu de pobreza, de despojo de dejarlo todo para seguir a Jesús», refirió.
El Sumo Pontífice comentó que la santa madre iglesia es pobre, Dios la quiere pobre, «como quiso pobre a nuestra santa madre María. Amen la pobreza como a madre», invitó.
Cuando uno busca al más pequeño, al más abandonado, al más enfermo, al que nadie tiene en cuenta, al que nadie quiere, y le sirve, está sirviendo a Jesús de manera superlativa, afirmó Francisco, quien pidió a los sacerdotes que no se cansen de perdonar: «sean perdonadores, como lo hacía Jesús», instó el Papa.
Camino a la Catedral de La Habana, el Papa Francisco había visitado este martes la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la céntrica avenida de Reina, en la capital nacional, y sede en Cuba de la Compañía de Jesús.
De esta manera, Francisco se convirtió en el primer Sumo Pontífice que recorre los espacios de esta monumental iglesia de estilo neoclásico, la más importante parroquia de los jesuitas en Cuba.
A su llegada al templo, acompañado por el cardenal Jaime Ortega Alamino, Francisco recibió flores de manos de niños cubanos y saludó a infantes enfermos que se emocionaron sobremanera con esta sorpresa.
A su salida de la conocida como iglesia de Reina, Francisco fue ovacionado por centenares de habaneros que, al igual que en el amplio recorrido del sábado, quisieron saludar al máximo representante de la Iglesia católica.
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