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lunes, 18 de noviembre de 2024

Esta es mi casa (+Storify)

Por toda Cuba se celebró el Día Internacional de los Derechos Humanos con la plena dignidad de quien merece festejar sus logros...

Susana Gomes Bugallo en Exclusivo 11/12/2014
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De sus humos, sus paredes, sus sabores, sus moscas, sus ceremonias, sus luces, habla Mario Benedetti en su poema Esta es mi casa. Y lo leo y pienso en las calles cubanas de este miércoles, del 10 de diciembre, del Día Internacional de los Derechos Humanos, como dicen y le tildan de especial en muchas latitudes para celebrar (en algunas) la fecha de tener dignidad plena, y libertad, e igualdad, y justicia. Aquí lo hacemos también. Festejamos los logros, ¿por qué no? Y nos unimos a las celebraciones mundiales sin que ello traiga consigo que necesitamos un día para proclamar nuestras causas de siempre.

Esta es mi casa, me dice, nos dice, Benedetti. No cabe duda, sostiene. Y asiento y la reconozco en cada uno de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin que haya que recitar oración por oración, sin necesidad de pancartas o comerciales que pongan en la televisión lo que no hay en las calles. Sé que es mi casa por ese ánimo inacabable de sentirnos como hermanos, y nacer libres porque la historia sin fin de nuestras luchas por la independencia de todo y en todo ha conquistado y sigue ganándose la confianza de esa indomable que es la libertad.

Y disfruto el ensueño de la ceremonia de las luces y el comentario de las moscas que no entienden de resplandores auténticos. Pienso otra vez en el poeta uruguayo inmortalizado en su lírica intensa y simple. Veo en mi casa aquello tan cubano y único de juntar colores, sexos, idiomas, religiones, opiniones, orígenes, economías, y todo lo mezclable y necesario para vivir este hogar como dignos moradores de toda una tradición de cubanía, de un sentimiento inigualable por la Isla y el mar.

Reconozco las paredes de mi vivienda en todo aquello que encierra la DeclaraciónUniversalde los Derechos Humanos sin que haya tal vez muchos cubanos que se hayan acercado a este texto para bosquejarlo, quizá por esa razón tan evidente de que lo llevan intrínseco. Quizá por el mismo motivo no declarado pero conocido por el que participaban en cada feria de los parques o los barrios, soltaban sus tweets al mundo o hacían lo mismo de cada día; lo que en otras latitudes casi se traduce en acciones exóticas, prohibidas, de cuentos de hadas, en aventuras imposibles para un mundo ideal que no está al alcance de un voto político o una intención de participar, que no es capaz de definir ni en el espacio mínimo de una comunidad.

En mi casa, que es esta y ya lo he dicho, se vive la Declaración en su esencia, con su derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de cada persona, no se necesita de artículos o decretos, porque son modos de vida. No hay esclavitud, torturas, tratos degradantes, desprotecciones legales, prohibiciones de creencias; es redundante escribirlo después de tantos años.  

Como en ningún otro espacio del planeta, existe y se defiende el derecho a la seguridad social para todos y la ayuda especial a los limitados, los recursos del Estado, el desarrollo de la personalidad… Se labora porque la remuneración por el trabajo sea cada vez más satisfactoria, aunque está y siempre ha estado el derecho el trabajo, y se amplía hacia otras formas de gestión novedosas, en el interés social de que no quede nadie sin acceso a las faenas que le permitan el sustento, sin olvidar las garantías del descanso, quizá más defendida que en ningún otro sitio, en el que apenas se puede pestañear porque ello implica la pérdida del empleo, con una lista disponible de aspirantes a ser explotados.

Para la infancia y la maternidad…todo. Para las escuelas y la educación…todo. Para la cultura, la ciencia y el arte…todo. No es secreto de nadie. En este 10 de diciembre…todo. Es evidente. Desde cada espacio anónimo se festejó más que en cualquier plaza. Se luchó más que en cualquier calle pública. Porque la procesión de los cubanos va por dentro. Y la alegría por fuera. Como los derechos.

¿Qué mayor muestra que la lucha cubana por un orden social internacional en el que los derechos y libertades de la Declaración sean del todo efectivos?, como predice uno de los artículos. El rol de Cuba ha sido igualmente definitorio. Estas dos semanas son un ejemplo fehaciente de ello.

Por los sabores en el humosé de qué me hablan quienes se acercan a ella para asfixiarse ante tanto oxígeno, pero en la brisa gris distingo también el paladar de lo que queda, de lo que es nuestro, de lo que nos hace. Y por el tacto en las paredes voy haciendo, creando, creyendo. Construyo mis puentes hacia lo posible, porque es posible dentro de mi cansancio arrepentido y mis descansos a deshoras.

Por eso lo descubro y lo proclamo, como mi derecho. Ésta es mi casa o mi región. O el laberinto de mi patria. También me gusta repetir. No cabe duda esta es mi casa.


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Susana Gomes Bugallo


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