Socializar las ideas emancipadoras de Marx ha sido preocupación de nuestros más preclaros marxistas. Explicar a los trabajadores cubanos las tesis elementales de la ideología marxista, adecuándolas a nuestra realidad fue el propósito de Carlos Baliño al redactar su conocido folleto ¨Verdades Socialistas. Mella, en 1923, desde el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, propuso la creación de la Universidad Popular José Martí, con el propósito de lograr una “contrahegemonía cultural en el seno de las clases trabajadoras”, al decir del marxista argentino Nestor Kohán.
Esa fue también la motivación principal de las cartas del Che, de 1965, al entonces Ministro de Educación Armando Hart Dávalos. El Guerrillero Heroico como marxista consecuente, no solo describió el estado de cosas, la falencias de las enseñanzas del marxismo y de la filosofía en Cuba, el “seguidismo ideológico” y la profusión de los “ladrillos soviéticos”, “antimarxistas”, pues tenían “el inconveniente de no dejarte pensar; ya el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. A la vez, propuso un “plan de estudios” que debía ser valorado y mejorado para “constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento”. Como se hacía, concluía, “no se da cultura marxista al pueblo: a lo más, divulgación marxista, lo que es necesario, si la divulgación es buena (no en este caso), pero insuficiente”.
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El Che había visitado a la URSS y los países del “campo socialistas” en Europa del Este. Había aquilatado, lo perjudicial que resultaba para la edificación de una nueva sociedad y una nueva cultura este adoctrinamiento mecanicista, la vulgarización estalinista de las ideas de Marx, Engels y Lenin.
En tal sentido vale remitirse a las opiniones del académico ruso Serguei Kara-Murza en su libro Manipulación de la conciencia. Según este autor, el materialismo histórico, convertido en parte de la ideología soviética oficial, se moldeó en los laboratorios del partido sin tener en cuenta las ideas de los clásicos y se instrumentalizó para justificar las prácticas de la dirigencia soviética, no para prevenir. Para más trascendentes consecuencias, plantea Kara-Murza, las huestes de Gorbachov se aprovecharon de los estereotipos del materialismo histórico enraizados en la forma de pensar del pueblo soviético. Las herrumbradas “leyes objetivas” del “desarrollo social”, condicionaron en varios sentidos el éxito de sus maquinaciones.
Los cuestionamientos del Che a la importación en Cuba de los dogmas y vulgarizaciones soviéticas, eran compartidos por otros marxistas de entonces, entre ellos, los del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana y el equipo editorial de la revista Pensamiento Crítico. Estos, como explicó años después Fernando Martínez Heredia, al presentar su libro La crítica en tiempos de Revolución, buscaron “una expresión más adecuada de entender y transmitir el formidable aporte del pensamiento de Marx y del legado marxista”. Para lo cual, razonaron, se debía “abandonar integralmente el cuerpo doctrinal resumido en los manuales, es decir, el materialismo dialéctico e histórico estructurado en la tradición soviética. No se trataba, evidentemente, de un simple encuadre pedagógico, sino de cómo entender el pensamiento revolucionario”.
Estos son algunos de los precedentes de la “problematización de la enseñanza” del Marxismo que hasta hoy se realiza. “Entiéndase, la identificación y formulación de los problemas del proceso de la enseñanza de esta disciplina, así como de las vías de acción para su asimilación eficaz. Para que, como se declara en, el plan de estudios “E”, el Marxismo “contribuya al análisis profundo de la realidad contemporánea, al desarrollo de valores acorde con la ética e ideología de la Revolución Cubana, a la transformación de la sociedad cubana, a valorar las relaciones sociales y el papel de la Ciencia y la Tecnología en las condiciones actuales”.
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Lo que se verifica en la misma medida en que consiga que el estudiante también problematice su realidad, que aprenda a cuestionar, a formular interrogantes, a ir más allá de su aprendizaje, de los contenidos asimilados. Solo así, será capaz de explicarse las dinámicas de su sociedad, será un ciudadano virtuoso, un agente activo y transformador. Una pretensión aun no satisfecha, debido a que los conocimientos se transmiten de manera dogmática y empobrecedora, a través de sistemas de clases desactualizados, que no promueven la movilización de la emoción y de la razón de los educandos.
Problemáticas que fueron abordadas, de alguna u otra, manera en el I Taller Nacional de Historia, Marxismo Leninismo y Educación para la vida ciudadana, efectuado hace pocos días en la Escuela Superior de Cuadros del Partido “Ñico López”. Durante el encuentro, la prestigiosa investigadora Isabel Monal Rodríguez advirtió sobre las tendencias de concebir el marxismo como un suceso pasado y desactualizado y propuso recurrir a su necesaria complementación con las nuevas experiencias revolucionarias. Una idea que había compartido antes, en el I Taller Internacional Las Ciencias Sociales y Humanidades desde la Universidad, como parte del Universidad 2022.
La necesidad de perfeccionar la enseñanza o la difusión del marxismo, el leninismo y nuestra historia ya había sido debatida en el Tercer Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. En tal sentido reflexionó el Primer Secretario Miguel Díaz-Canel Bermúdez: “Más que nada, se trata de dar un paso final para incorporar, de la manera más natural, el método científico que nos da el marxismo, del materialismo histórico, del materialismo dialéctico, de la economía política, a la cotidianeidad de nuestro país, a la vida cotidiana, al análisis cotidiano que desde la Revolución tenemos que realizar de todos los procesos a los que nos enfrentamos; política, económica y socialmente”.
Para una primera aproximación al tema de la enseñanza del marxismo en Cuba, y desde una postura crítica y propositiva, desde Cubahora “provocamos” y solicitamos la opinión de varios marxistas que hemos conocidos a través de las redes sociales, por su activismo y lucidez al abordar la Cuba de Hoy. Algunos de ellos son profesores de esta disciplina. Lo hicimos socializando una interrogante concebida y etiquetada intencionalmente: ¿Enseñar qué marxismo? ¿Un marxismo atractivo o vital?
El joven investigador Alejandro Gumá Ruiz considera que el marxismo no se "enseña". “Pretender enseñarlo es la primera desviación. El marxismo es una actitud revolucionaria frente a la realidad, una sensibilidad, una ética y una furia consciente de su(s) objeto(s) y de su materia social. Además de que existen "marxismos", esto es: lecturas y prácticas diferentes y hasta enfrentadas del método (que no de la doctrina) de Marx, lo cual resulta en implicaciones diferentes y hasta enfrentadas que cristalizan en políticas, actitudes, sentidos y prácticas sociales. Por otra parte, vital, atractivo y otros adjetivos congéneres no pueden ser yuxtapuestos para el marxismo revolucionario por el que pugnamos.
Pero, después de problematizar su respuesta, de cuestionarle si entonces no tenía sentido enseñar Marxismo en las escuelas y en nuestras universidades, que existan profesores de marxismo o se imparta esta asignatura, o que haya una intención pedagógica en los marxistas que opinan sobre la realidad y lo público, precisó:
“Lo que tiene sentido es explicar el método que utilizó Marx, tiene sentido estudiar y explicar la historia de dos realidades distintas: a) la del marxismo de Marx y b) la de los marxismos posteriores. Tiene sentido explicar y estudiar los problemas prácticos que confrontó la aplicación de las ideas de Marx y los nuevos contenidos con que los movimientos revolucionarios enriquecieron al marxismo originario. Tiene sentido explicar y estudiar, análisis sociológico mediante, la sociedad realmente existente, para partir de ella y no de preclasificaciones o preconceptos donde ella deba encajar. Todo lo que he dicho es marxismo. Pero lo que suele entenderse como "enseñar marxismo" no es nada de lo anterior, sino transmitir un bloque de "leyes", fórmulas, verdades o interpretaciones de la letra de Marx (menos que del espíritu). Es decir, se pretende trasvasar un cuerpo de conclusiones al recipiente-educando y no, exponer un método de análisis vivo, con historia y cuyo momento original en Marx obedeció al análisis concreto de las condiciones capitalistas europeas decimonónicas.
El comentario de Gumá, generó además la réplica del académico y miembro de la Academia de Ciencias de Cuba Ernesto Estévez Rams:
“Si el marxismo incluye método propio, entonces es factible de ser enseñado. Si el marxismo como practica revolucionaria es también herencia de prácticas anteriores y si hay varios marxismos en dialogo entre ellos, entonces es factible de ser enseñado. Si el marxismo es instrumento de análisis, como lo vemos en el Capital, entonces es factible de ser enseñado. Si el marxismo es herramienta para entender e incorporar áreas de la cultura como la estética, o la ciencia como fenómenos sociales, entonces es factible de ser enseñado. Si el marxismo es una manera de interpretar la historia entonces es factible de ser enseñado. Si el marxismo no es arma espontanea, sino pensada, de transformación social, entonces no solo es factible de ser enseñado, su enseñanza es una necesidad”. Y añadió que “más allá de elaboraciones abstractas, retórica y sofismas, el propio hecho que Marx y Engels organizaran capacitaciones a los obreros y que la educación marxista fuera punto de atención de Lenin, habla de cómo los fundadores del marxismo también coincidían en que el marxismo podía y debía ser enseñado”.
El Presidente de la Cátedra de Cultura Cientifica “Félix Varela”, reconoce “el esfuerzo que hacen los científicos sociales por superar errores pasados en la educación del marxismo. No obstante, identifica las siguientes limitantes: “la falta de formación moderna de los maestros que enseñan marxismo en las escuelas, la lentitud en cambiar los programas de estudio. Pero también tenemos el gravísimo problema de la falta de adecuación de los contenidos a la realidad social”. Para Estévez Rams, “la educación es ante todo creación de instrumentos y referencias” y se “cierra en el educando”. En la práctica, en nuestros ministerios de educación a veces no se entiende eso, por asombroso que parezca. Se quiere reducir la educación del marxismo a un tema ideológico que termina no logrando ni lo que se propone. Se quiere codificar la educación del marxismo a un tema de horas clases y entonces tenemos una masa mayoritaria de estudiantes que luego de recibir cientos de horas de filosofía marxista son incapaces de aplicarla como instrumento y referente para analizar la realidad cotidiana”.
A lo que apunta Gumá es que “como se `enseña´ hoy, el marxismo no puede ser enseñado, sino más bien destruido. Cada vez en Cuba hay menos y peor marxismo y cada vez se enseña más. Enseñar marxismo es brindar y compartir instrumentos para entender la realidad y revolucionarla, algo muy lejos de lo que pasa en Cuba hoy, donde cada vez se entiende menos y se revoluciona menos”.
Sobre cómo organizar su socialización virtuosa, proyectada más bien para los que lo necesitan y son reacios a su aprehensión como "arma" emancipadora, contestó el miembro del equipo editorial de La Tizza:
No hay recetas pero sí referentes que han caído en el olvido tras las lápidas que les lanzaron. Ahí están los dignos ejemplos del primer Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana (1963-1971), de la revista Pensamiento Crítico (1967-1971) o de las Plenarias Nacionales de profesores de Filosofía (1966-1967), por citar apenas ejemplos del ámbito universitario pos-reforma de 1962. Si nos metemos con discursos de Fidel, Che, Dorticós y con sus prácticas herejes respecto al canon soviético, se desbordan los ejemplos. Mirar a nuestros propios itinerarios revolucionarios y no seguir aferrados a la seguridad de precipicio que ofrecen viejos manuales y viejos portadores.
Respeto al rechazo de ciertos jóvenes es del criterio de que “son reacios no a cualquier marxismo, sino al referente concreto y ladrillesco que les "enseñaron". Es esa la explicación principal al rechazo y yo diría que ese rechazo es un muy buen síntoma de salud intelectual. De hecho los más enfermos son quienes conviven tan tranquilamente con esa mezcla de teología y autoritarismo teórico que llaman "marxismo".
El apasionado marxista Iramis Rosique, considera que el problema también radica en qué entendemos por marxismo. “Si hablamos de un método, un modo específico de apropiación, de comprensión de la realidad social para su transformación revolucionaria, entonces ese método se puede aprender. El problema es cuando se entiende por marxismo una doctrina, un conjunto de verdades sobre la realidad, de postulados, de categorías, todos mudos por sí solos. En ese sentido, esto también se puede enseñar, pero ¿qué utilidad tendría?
Rosique, en consecuencia prefiere hablar de "formación" y no de enseñanza, que “es otro proceso” en su opinión. “Porque, además, el objetivo último de todo marxismo revolucionario es entender, para transformar, es decir: es una teoría que solo se realiza, se completa, como práctica. En este sentido cómo es posible encerrar o completar el marxismo en un aula. La formación marxista no es una tarea de los profesores de marxismo en primer lugar, sino de los revolucionarios, de la práctica revolucionaria, de las organizaciones revolucionarias. Es en esa lucha en la que la gente, en primer lugar, se forma como marxista, y como comunista. En la cátedra, se corre el peligro de petrificar el marxismo a la manera de una teoría muerta, fija, dada de una vez, con escasas posibilidades de explicar la realidad concreta, y mucho menos de transformarla.
Para el Licenciado en Bioquímica y columnista de La Tizza, cuando el marxismo no es vital no es atractivo. “Un marxismo no vital, es decir, un marxismo incapaz de servir a la gente para orientarse en su práctica, de dar sentido a su vida y su contexto, difícilmente pueda ser atractivo, a no ser como reliquia arqueológica, como se puede estudiar el pensamiento muerto de algún exótico pensador menor de un siglo pasado. Pero eso, si acaso, a los especialistas. Nadie quiere estudiar pensamientos muertos”.
En cambio, para Estévez Rams, no siempre lo atractivo coincide con lo vital, hay “tanta basofia que se disfraza de atractiva y termina embarcando a muchos”.
En el mismo sentido advierte David Lahera, funcionario del Comité Central del PCC: “Temo que el adorno oculte la esencia. Estudiar, estudiar, estudiar decía Lenin, y lo interpreto como la necesidad de ajustar constantemente lo aprendido y someterlo a la prueba del tiempo, sin dogmas ni estrecheces, una cosa es hacer ciencia y otra montar un circo, la fugacidad de las lentejuelas no nos ofrecen garantías”.
Para Kenia Echeverría Fraga, profesora de Filosofía de la Escuela Superior del PCC "Ñico López, el interés los jóvenes pasa por un asunto cultural, “en tanto el interés se cultiva desde muchas otras disciplinas y la Historia resulta de gran apoyo”. “Tengo la insoportable costumbre de hurgar en la vida de todos los marxistas y eso lo aprendí de mis profesores y otros colegas. Por ahí, comencé a penetrar y cambiar mi manera dogmática de enseñar el marxismo”. Considera la también miembro de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas (SCIF) que “cuando no se va trabajando desde otros contenidos, entonces al llegar a cargas más profundas de contenidos resulta mucho más difícil. No olvidar que tiene un componente de categorías muy abstractas, lo que requiere un esfuerzo añadido para comprender que todas ellas se realizan en la realidad y con la `actividad humana´ (categoría súper importante en Marx y Gramsci)”.
Resumiendo su postura en relación a la interrogante que da título a este texto, comentó: 1) el debate en torno al marxismo debe reconocer la existencia de otros marxismos. 2) los errores posibles en las maneras de enseñarlo (me toca), tiene que ver con viejas prácticas aprehendidas. 2) el marxismo "per se" con fines docentes, no resulta atractivo, por tanto, me siento responsable por la manera en que hice daño a mis alumnos. 4) si no lo consideramos como fuente de emancipación humana, estaremos multiplicando hastío. 5) Cuba cuenta con un reservorio tangible de buenas prácticas para enseñar y una fuente para explorar en la década de los años 60 del pasado siglo y excelentes investigadores a lo largo y ancho de la Isla. Para la profesora, lo vital y lo atractivo son imperativos “esenciales”.
En opinión del Profesor Pedro Julio Miranda, “no se puede enseñar marxismo pragmático, se necesita más que eso y ahí entra la importación de la conciencia para formar al sujeto revolucionario”. Los programas de estudio no pueden ser aplicados como camisa de fuerza. Son una guía, pero .el profesor es quien conocer si auditorio, y debe concebir cómo lo imparte.
Como solución práctica, el Máster en Sociología ha diseñado su propia metodología pedagógica. “No doy ni explico conceptos o categorías hasta tanto no logre la reflexión. Cuando llego al punto de la comprensión de ejemplos prácticos vinculados con problemáticas reales, menciono y coloco en el lugar a Marx, Lenin, Fidel, Martí, Foucault, Gramsci y a todo el que aporte teóricamente al asunto tratado. Se aprovecha lo de todos, incluidos los que no tienen una posición ideológica afín”.
“Voy al aula a debatir y a aprender”, me confesó en un chat. “Fomento el debate sin temor, como en la vieja escuela. Los alumnos lo agradecen (y así lo han expresado a quienes me han controlado las clases). Ellos ven la aplicación de esta ciencia en su vida cotidiana. . Busco la forma de no dejar preguntas sin respuestas. Leer a Lenin y a Fidel me han ayudado mucho.
Como se evidencia el asunto es bien complejo, y recaba de la participación y de la creatividad comprometida de muchos. Desde Cubahora, seguiremos profundizando y compartiendo reflexiones.
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