El socialismo llama a la participación consciente, en tanto libre, dentro de un marco de respeto y dignidad plena del ser humano, por ser un sistema transgresor del poder hegemónico, que contempla el derecho al placer y la felicidad, expresó Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, al hacer un análisis de la educación sexual en los procesos de transformación social en Cuba.
A propósito de la inauguración este lunes del Sexto Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, la especialista e investigadora de esta temática, comentó cómo la sociedad cubana se ha propuesto alcanzar una sexualidad plena, sana, responsable y feliz, en el escenario complejo de una Revolución, basada en la cooperación, la justicia social y la solidaridad entre los seres humanos, a partir de nuevas estrategias y políticas que ponderan la participación popular como ejercicio democrático y soberano.
“El proceso emancipatorio de profunda transformación social, desde el paradigma del socialismo en Cuba, ha constituido la base principal para demostrar la necesidad de desarticular toda forma de discriminación, dentro de la que se identifica también la homofobia y la transfobia”, afirmó.
La doctora explicó que desde los primeros años tras 1959, la Educación Sexual fue asumida como política de Estado, y tuvo sus orígenes en la década del 60 cuando la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) comenzó a articular un proyecto genuino de empoderamiento de las féminas como sujeto de derecho.
A ello se sumó el trabajo del Sistema Nacional de Salud en 1965, con el que se institucionalizó el aborto como un servicio para disminuir la mortalidad materna y garantizar el derecho humano de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.
“Como resultado de un proceso participativo de la FMC, en 1972 se organizó un grupo multidisciplinario que gestó el Programa Nacional de Educación Sexual”, señaló.
Haciendo un análisis histórico, Mariela señaló que las iniciativas de los años 60 se legitimaron con la aprobación en 1975 del Código de Familia, considerado entonces entre los más avanzados de su época.
De esta manera Cuba fue el primer país en firmar, y el segundo en ratificar, las obligaciones como Estado Parte en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1980).
SOCIEDAD DE TODOS Y TODAS
Aunque la sociedad cubana se ha caracterizado por una cultura hispano-machista y una larga tradición homofóbica, durantes las últimas décadas se han desarrollado amplias políticas para sensibilizar las conductas y actitudes tanto de las personas como de las instituciones estatales.
Como parte de estas estrategias, en la actualidad la Federación de Mujeres de Cuba (FMC), junto a otras instituciones y organizaciones, están abogando por un Anteproyecto de Ley que modifica al vigente Código de Familia, con un nuevo articulado que norma el respeto a la libre orientación sexual e identidad de género y parejas del mismo sexo.
Como parte de esta constante labor de persuasión y orientación, el Centro Nacional de educación Sexual ha tenido la misión de coordinar el Programa Nacional de Educación Sexual con la participación de organismos de la administración central del Estado y organizaciones de la sociedad civil.
De esta forma, —acotó Mariela Castro—, la política cubana de educación sexual ha pasado por un proceso que se inició desde una concepción bionormativa, centrada en las mujeres y su función reproductiva, hasta incorporar paulatinamente una visión integral, con enfoque de género y diversidad, basada en los derechos, que caracteriza la etapa actual.
Sin embargo, a partir de 1996 se crea el Programa Nacional de Educación Sexual en la escuela con enfoque de género, que tiene como premisa una educación sexual responsable y feliz.
Para hacer posible la felicidad en las personas con sus diversas orientaciones sexuales, en el año 2008, bajo la asesoría del CENESEX, se aprobó una resolución del MINSAP que legitima los servicios de salud especializados y gratuitos para la atención a personas transexuales, incluyendo la cirugía de adecuación genital.
Todo ha sido un gran trabajo que tiene como protagonista a la población, conectada también a través de las diferentes redes sociales para formar activistas por los derechos sexuales, que también integra a intersexuales y heterosexuales.
De estas iniciativas han nacido espacios artísticos y culturales como El Mejunje, en Santa Clara; el Cineclub Diferente; así como otras actividades que muestran los cambios que emergen en torno a las sexualidades, el género y el sentido de justicia, en pos de la felicidad.
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