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lunes, 23 de diciembre de 2024

De chinos en Cuba

A 170 años de la llegada de los primeros nativos del gigante asiático, repensamos nuestras raíces...

Ana María Domínguez Cruz en Exclusivo 04/06/2017
2 comentarios
Ciudadanos chinos en Cuba
Las páginas de nuestra historia llevan también la impronta china.

Se llama Arturo y es profesor en La Habana. No, miento. Arturo es su seudónimo en Cuba, su nombre real apenas puedo pronunciarlo y menos escribirlo. Sí, es profesor y sí, vive en La Habana desde que llegó hace meses a impartir clases de su idioma en las aulas del Instituto Confucio. Tiene muchas vivencias que contar…

En sorprendente español me cuenta que adora vivir en el Barrio Chino de la capital, me demuestra cuánto ha aprendido de la jerga popular y se confiesa amante del arroz con frijoles. Le gusta el ambiente que se respira en Fábrica de Arte Cubano y ya empezó a coleccionar música popular bailable. “Tengo que aprender a bailar salsa”, me dice, y yo imagino que en menos de un mes aprenderá porque Arturo, como la mayoría de los chinos, demuestra una inteligencia asombrosa y una rápida adaptación a los nuevos contextos.

Desconozco la cifra exacta de coterráneos de Arturo viviendo en el país actualmente. Solo puedo manejar el dato ofrecido por el censo cubano de 2012, en el que se registraron 113 ciudadanos chinos viviendo en Cuba, aunque otras estimaciones hablan de 300 chinos y 20 000 descendientes.

Dejo a un lado las maripositas chinas y el arroz frito a lo cubano, y reconozco que lo curioso sería indagar en las familias del Barrio Chino habanero y de otras zonas del país para descubrir, más allá de los ojos rasgados, cuánto perdura de manera genuina de la cultura milenaria del gigante asiático entre nosotros. Sería difícil, porque desde 1847, cuando arribaron en la fragata Oquendo los primeros cantoneses para aportar su mano de obra en las plantaciones de caña, ha pasado mucho tiempo. Otros huyeron de la discriminación en Estados Unidos y algunos en el siglo XX evadieron el caos político y se asentaron después en esta tierra.

Nuestras raíces también son chinas porque desde entonces se mezclaron con las españolas y africanas. Las parejas se conformaron poco a poco, uniendo diferentes orígenes étnicos. Como sucedió con otras inmigraciones, los asiáticos trajeron también su religión, sus recetas de cocina, su música, sus artes marciales y cautivaron con esa, su cultura impresionante, a los habitantes de esta ciudad.

Afortunadamente las páginas de nuestra historia llevan también la impronta china. Muchos se unieron a la Guerra de los Diez Años y, más tarde, otros lucharon de nuestro lado durante la Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana en 1898. “No hubo un solo desertor chino cubano, ningún traidor chino cubano”, afirma el monumento situado en la esquina de Línea y L en La Habana que los honra.

A finales del siglo XIX, los chinos en Cuba se fueron acomodando en lo que hoy se conoce como el Barrio Chino de La Habana, uno de los de su tipo más grande de América Latina y considerado en una época como el segundo más grande del mundo, antecedido solo por el de San Francisco en Estados Unidos. En esas calles de Zanja y Dragones se levantaron tiendas, lavanderías, restaurantes, bodegas, farmacias, cines, y hasta una cámara de comercio que funcionaba como una bolsa de valores. Incluso, muchos chinos viajaron a la capital cubana para escapar de Mao Tse Tung.

Todo había comenzado en 1858, fecha en la que se registran los primeros negocios chinos en el país, pertenecientes a Chung Leng, renombrado como Luis Pérez, Lan Si Ye, nombrado Abraham Scull, y Chin Pan, conocido como Pedro Pla Tan.

Después de 1959 muchos chinos emigraron de Cuba y otros se quedaron junto a sus familias, buscando otros caminos para la prosperidad económica. En los años 90  se restauraron los locales comerciales y se comenzó a celebrar el año nuevo chino y los aniversarios de la llegada de los primeros inmigrantes. El gran pórtico de entrada al barrio, inaugurado en 1999, fue financiado por el gobierno chino con materiales traídos de ese país. Sigue siendo el Barrio Chino de La Habana el lugar donde se encuentra lo más parecido a la cultura de ese país, en el que aún viven descendientes que, aunque apenas hablan el idioma o algún dialecto regional, se sienten orgullosos de llevar en sus venas la sangre de ese pueblo hermano del nuestro.

Sí, porque los lazos de amistad entre Cuba y China crecen. No solo porque se mantienen intercambios culturales, existe una Casa de las Artes y Tradiciones Chinas y el Casino Chung Wah,  se practica el Tai Chi y el Wushu, se fomenta el estudio de su lengua, se pone en práctica la medicina tradicional china, se reciben estudiantes chinos en las diferentes carreras en nuestras universidades y se sigue potenciando la culinaria de esta nación.

China siempre apoyó a la Revolución Cubana y se ha convertido en uno de los principales socios económicos y comerciales de Cuba y mucho le agradece nuestra economía, aunque no siempre se importe lo mejor. 

“Kilo a kilo como los chinos” cada cubano va levantando su economía, y cuando una enfermedad se ensaña con alguien, lamentablemente “a ese no lo salva ni el médico chino”. Los refranes y proverbios van y vienen y lo auténticamente chino se va entremezclando con lo autóctono para lograr nuestro sincretismo cultural.


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Ana María Domínguez Cruz

"Una periodista cubana en mi tercera década de vida, dispuesta a deslizar mis dedos por el teclado".

Se han publicado 2 comentarios


Mariú
 28/6/17 9:31

Seria bueno que incluyeran mas descendiente de chino en la programación de la TV. Constatemente hay una preocupación de los medios en que aparescan negro, mistizo y blanco en las pantallas. Muestra de eso fue Bailiando en Cuba, pero nunca ha hoy la preocupación porque salgo un desendicete de chino......¿¿¿¿?????

 

TAI
 5/6/17 16:24

Somos muchos, muchisimos y llegamos para quedarnos.
 

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