jueves, 2 de mayo de 2024

David y el contrato del truco

Un ex-adicto habla cómo se enganchó con las drogas y de su rehabilitación en un Centro Comunitario de Salud Mental...

Alejandro Rodríguez Rodríguez en Exclusivo 15/09/2012
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Drogas Vs Amor
Educar, una vía en la prevención de las adicciones.

Quiere llamarse aquí David. De niño fabulaba un hermano con ese nombre, aunque nunca le faltaron los de carne y huesos. Apenas salía de la infancia cuando debió pagar la novatada, para luego entender que hay que leer también la letra pequeña en los contratos.

“El alcohol es la antesala de las drogas, por allí generalmente es que se comienza en el camino equivocado. Al principio te crea un estado de conformidad contigo mismo, de aceptación con lo que te rodea, que te impide reconocer la enfermedad.

“En el año 1989 yo tendría 16 o 17 años —ya para entonces había cogido alguna que otra borrachera— y tuve el primer contacto con la marihuana a través de una persona cercana a mí, que se movía en el bajo mundo de la ciudad. Ni siquiera podía imaginar que eso enfermaba, no tenía la más mínima idea… Entonces continué, aunque al principio el consumo nunca fue estable. Me sentía seguro porque veía a otras personas que sí estaban bastante enganchadas”

-¿Y de los supuestos beneficios de la marihuana?

“Contrario a lo que piensa la gente, el consumo de marihuana sí tiene manifestaciones fisiológicas. Además de saberlo por historias de otros pacientes, una vez bajo sus efectos llegué a ver cómo se desfiguraba mi propio rostro delante de un espejo y es una sensación muy desagradable. También están las palpitaciones, la ansiedad…

“Cuando consumía no tenía miedo a nada, ni prejuicios, completamente desinhibido, como una libertad total y se multiplicaba mi capacidad para hablar en público y crear en todos los sentidos. Solo comienzas a ver la parte negativa al darte cuenta de que nada que te amarre de esa forma puede ayudarte realmente y hace falta mucha fuerza para vencer la costumbre de ‘caminar con muletas’. Una de las principales cosas que me hizo concientizar el problema fue que cuando tenía algún dinero, debía emplearlo rápido en ropa o comida, porque tenerlo demasiado tiempo implicaba consumirlo en drogas”.

-¿Tu familia?

“Cuando perdí a mi madre ya había comenzado la rehabilitación. Recuerdo que una noche llegué a la casa borracho, exigiéndole comida y tanto la obstiné que tuvo que acudir a la violencia. Creo que la entendí. Con mis hermanos, cuñados y sobrinos las relaciones eran similares: agresivas y distantes en general.

“En ese tiempo era un desocupado; me ganaba la vida inventando. Ahora, gracias a la rehabilitación, las cosas han cambiado: trabajo, estudio y con mi familia el respeto es la base de todo”.

-¿Cómo conociste la posibilidad de cambiar?

“A través de otros adictos que me invitaron a los programas de recuperación. Pero en un inicio no quedé convencido de su eficacia, entonces seguí consumiendo y conocí otras drogas: la cocaína, el crack y las pastillas mezcladas con bebidas. Luego regresé derrotado; como se dice en buen cubano ‘debiéndole a las sesenta mil vírgenes y a cada santo un peso’.

“Ya llevo siete años asistiendo a este Centro Comunitario… siete años de abstinencia. Especialistas como Olguita y Raidel, los psicólogos, demuestran que en estos casos se trasciende la relación tradicional médico-paciente y se logran relaciones de verdadera amistad”.

-¿Te sientes curado entonces?

“Voy a parafrasear al escritor brasileño Paulo Coelho para responderte: He peleado el excelente combate, he corrido la excelente carrera, he observado la fe. Esa pelea contra la adicción es constante, solo termina con la muerte.

“Estoy consciente del carácter de las adicciones, pero sí me siento rehabilitado y pienso mantenerme así, asistiendo a este Centro. Gratifica ver la recuperación de otros, sus avances, y saberte parte de ello. Con la integración de nuevos miembros surgen nuevas motivaciones para no recaer”.

EPÍLOGO ABIERTO

David trabaja y se siente útil, pero también teme porque “las personas no están preparadas para entender y asumir las adicciones como enfermedades”. Una alerta hoy más válida que nunca: el hombre en Cuba debe permanecer como el primer y más importante valor a preservar y desarrollar.

Negociar con estados artificiales del espíritu deriva siempre en “condena segura a cadena perpetua” o, en el mejor de los casos, en libertad condicional para toda la vida. Opciones sobran: la mente humana, aun la de los genios, tiene mucha selva virgen donde buscar.


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Alejandro Rodríguez Rodríguez


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