Con nombre y certeza de mujer

¿Qué pueden esperar nuestras hijas que han nacido en Cuba? ¿Qué tranquilidades nos puede ofrecer el hecho de que sean mujeres justo aquí y no en otro lugar del mundo? ¿Qué peligros, qué inequidades, nos preocupa que puedan afrontar?

En esas respuestas, que pueden llegar a ser personalísimas, están no obstante las pistas para entender los logros y desafíos de la Isla y su proyecto social en materia de equidad de género. Las cubanas siempre han pisado firme. Aunque los nombres de muchas no han pasado a la historia, porque esta tiende a invisibilizarlas -por obra y gracia del patriarcado-, fueron muchas las mambisas, las conspiradoras, las sufragistas, las luchadoras clandestinas, las guerrilleras, las milicianas...

Ilustra muy bien ese aporte mencionar a Isabel Rubio, Bernarda Toro Pelegrín, María Cabrales, Melba Hernández, Haydee Santamaría, Vilma Espín, Teté Puebla... Unas pusieron el pecho a las balas, otras mandaron a sus hijos o esposos al campo de batalla y se quedaron sosteniendo la casa, otras lucharon por el derecho a divorciarse y votar, llevaron armas y bombas bajo sus sayas... Sin todas y cada una de ellas, las del heroísmo y la dignidad en lo público y lo privado, no habría sido posible la total independencia.

• Consulte además: Mujeres en Cuba: haciendo historia

Por eso la Revolución que triunfó en 1959 tenía, pese a los prejuicios de la época,  raíz feminista, y esa voluntad política de asegurar a las mujeres plenitud de derechos y oportunidades se ha mantenido. Gracias a ello las mujeres se incorporaron al estudio y al trabajo con igual remuneración, accedieron a cargos públicos y políticos, y se convirtieron también en protagonistas de la ciencia, la cultura, y el deporte.

Grandes mujeres mujeres cubanas a lo largo de la historia (Collage: Laydis Soler Milanés/ Cubahora)

Programas como el de los círculos infantiles, las consultas de planificación familiar, y el acceso al aborto legal, seguro y gratuito se cuentan entre las garantías que han permitido a las mujeres transcender el ámbito doméstico.

• Consulte además: Mujeres cubanas: historias de conquistas y empoderamiento

Han estado en todas las gestas de la nación, las pequeñas y las grandes, y sin ellas no puede sostenerse la marcha del país: hay multitud de obreras, profesionales, directivas, funcionarias, figuras políticas. De hecho, el Parlamento cubano es el segundo a nivel planetario con mayor proporción de mujeres diputadas, con el 53.4 %, detrás de Ruanda. Documentos como el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres y la Estrategia integral para la prevención y el enfrentamiento a la violencia de género, de reciente aprobación, son muestra de que, sin embargo, la lucha por la equidad de género no es ni se considera una batalla ganada.

Los estereotipos respecto a la sexualidad y la maternidad, larepartición desigual de la carga doméstica y de los cuidados, el acoso callejero, la violencia de género y los femicidios como su expresión más terrible son algunos de los flagelos aún presentes en la Isla que merecen toda la atención de la sociedad, porque no pueden solucionarse sino es con un enfoque integral que combine lo familiar, lo social y lo político.

El Código de las Familias, aprobado en referendo popular el pasado año,
constituye un cimiento esencial para ese trabajo. En su contenido se resumen las luchas cubanas por la equidad de género, encabezadas por la Federación de Mujeres Cubanas, una organización que mucho ha hecho en esa área, siguiendo la línea de Vilma Espín.

Este Código reconoce el valor económico del trabajo en el hogar; la importancia de la distribución equitativa de las responsabilidades domésticas, sin  criterios sexistas; la diversidad de los modelos familiares y el respeto a los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.

Según han resaltado los especialistas, otros temas relevantes que trata el documento son las consecuencias ante separaciones o divorcios, y las preferencias para herencias de bienes y pensiones por viudez. También aborda conceptos como la responsabilidad parental, las familias multiparentales, la guarda y cuidado compartidas, la gestación solidaria, y  la unión de hecho afectiva.

Asimismo, en materia de violencia, reconoce las lesiones físicas y sicológicas y define la protección que debe dar el estado a las personas que la sufren; y determina que ejercerla puede ser causal para perder la guarda y cuidado de hijas o hijos.

Cierto que el machismo no desaparecerá por leyes o decretos, pero estos mucho ayudan a entender las limitaciones que supone para las mujeres, y a asegurar  cada vez mayor justicia social. Solo por ese camino, el de las conquistas siempre crecientes, sin tolerar retrocesos, puede asegurarse un futuro de dignidad plena para nuestras hijas, con más derechos y oportunidades de los que hoy tenemos sus madres.