La adolescencia es una etapa esencial relevante de la vida de los seres humanos. El joven, después de haber completado su función reproductiva y determinarse como individuo único, va definiendo su personalidad, identidad sexual y los papeles a desempeñar en la sociedad donde vive.
También comienza un plan de vida para decidir su orientación futura. De esta forma, cuando ya haya logrado estas metas, se constituirá en una persona adulta.
Durante la adolescencia acechan peligros. Entre ellos se encuentra el abuso de las bebidas alcohólicas. El motivo esencial de consumir alcohol en demasía durante la adolescencia casi siempre son las frecuentes reuniones con habituales consumidores de alcohol.
Esta situación es peligrosísima, de ahí la necesidad de mantener el control de los adolescentes por parte de los padres para orientarles las mejores compañías.
COMENZANDO UN CAMINO DESVIRTUADO
En la adolescencia, lamentablemente, es cuando comienza el proceso de conversión hacia futuros adictos, pues el niño en plena transformación enfrenta cambios cruciales en su vida pero sin contar apenas con alguna experiencia de vida.
La presión social sobre estos jóvenes por parte de grupos poco recomendables es muy fuerte y pueden enfrentarse a situaciones donde aparentemente se afecta su autoestima. Esto provoca en ellos tensión, angustia y en muchas ocasiones frustración, lo que es resuelto ante sus congéneres mediante la ingestión grupal de las bebidas alcohólicas.
EVITAR UN COMIENZO EXPLOSIVO
Actuando como un detonador, el alcohol puede manifestarse de modos muy destructivos. La familia desempeña un papel fundamental en cuanto al control de adolescentes y jóvenes que practican el alcoholismo; por eso, son esenciales su ejemplo y firmeza. Los límites son indispensables porque marcan y definen los parámetros y es dentro de ellos donde se pueden desarrollar y divertir los jóvenes.
La mejor forma de apoyar y de ayudarlos es mantenerse cerca de ellos desde los primeros años de su vida. Cuando en la adolescencia temprana se percibe a la familia presente y pendiente de cada uno de sus pasos, además de fuente de buenos ejemplos, ellos tienen una propensión mucho menor a desarrollar el hábito de consumir alcohol.
Es muy provechoso hablar con los hijos sobre las consecuencias del consumo del alcohol cuando se consume desde edades tempranas o a cualquier edad y también sobre las trampas de los falsos amigos así como del abuso de esas sustancias en cualquier etapa en la vida, con el fin de evitarlas.
LOS MÁS VULNERABLES
Ha sido demostrado científicamente cómo el alcohol teóricamente puede ser adictivo para todas las personas sin excepción. Pero cuando el consumo se inicia en la adolescencia, esa adicción aumenta por lo menos cinco veces.
A los hijos debe referirse ejemplos concretos en la vida cotidiana de los pavorosos daños provocados por el alcohol, entre ellos: involucrarse en destructivos accidentes de tránsito, volverse violentos, perder el autocontrol, tener problemas con la ley a veces muy serios, poner en riesgo su salud e integridad física y moral así como la de su familia, faltar a clases o bajar su rendimiento académico, olvidos frecuentes, perder la conciencia, actividad sexual temprana, embarazos no deseados y enfermedades venéreas incluido el SIDA; hasta finalmente y con el paso inevitable de los años, evolucionar hacia la deplorable figura, para nada saludable, de los adictos de barrio.
En suma, hacer cosas de las que se arrepentirán más tarde y en ocasiones hasta el fin de sus probablemente acortados días de vida.
EL EJEMPLO EN LOS ADOLESCENTES COMIENZA TEMPRANO
Desde los primeros años de vida el niño debe vivenciar en el seno de la familia los ejemplos de más lustre. Padres y demás familiares deben constituirse en espejos envidiables donde los menores vean el reflejo de su vida futura.
Dentro del marco de un saludable respeto filial, esos menores se convertirán en su adultez en ejemplares y útiles ciudadanos del país donde les ha tocado nacer.
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