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jueves, 26 de diciembre de 2024

Tesoros de agua salada (+ Thinglink)

El reconocimiento de la historia, tradiciones y valores naturales del mar de las Antillas, atrae a los participantes en la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe...

Iris Leydi Madera Iglesias en Exclusivo 03/06/2016
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Su  buen  amigo le advirtió  sobre la magia de Yemayá, pero no hizo caso. Adolfo cruzó las fronteras, probó agua con sabor a mística de sal y arena. Cayó  rendido ante el hechizo del Caribe y el mar, plagado de historias,  lo  vio llorar abrazado  de dicha, abrazado a un regazo de tierna  mulata.

Hoy alguien le ha pedido ayuda para investigar  y lo convierte, de a poco, en cómplice de las maravillas de estos 763 mil 800 km2 de extensión líquida, abrigo de islas y cayos. El patrimonio de sus pueblos, es también reflejo de las  anécdotas de este forastero pata de perro, buscando siempre otros destinos, más allá de los límites de su país continental.

Siglos atrás, en 1492, Cristóbal Colón y los tripulantes de La Pinta, La Niña y La Santa María, quedaron extasiados por estos rumbos, donde existían indios dados a la pesca, la agricultura y la alfarería. Escribió el almirante genovés sobre la presencia de unos caribes o caníbales, al referirse a una tribu antropófaga que  dominaba ya el área. Entonces, les llamaron así a los nativos rebeldes ante la conquista y colonización española en el territorio.

Del Caribe te traigo...

El mar de las Antillas, como se le conoce también, devino fuente de recursos naturales  e importante vía de comunicación  con el Nuevo Mundo, desde los primeros años de  explotación colonial, pues constituyó  todo un tesoro primero en manos de los reyes ibéricos,  luego de las coronas francesa y británica,  que despertó además la gula de corsarios y piratas.  Después, fue  blanco  del interés geopolítico de Estados Unidos y todavía se mantienen aquí  sus bases militares para controlar el resto del hemisferio. 

¿Pero, por qué es tan rico el Caribe?, se pregunta Adolfo. Una ojeada ecológica permite apreciar la biodiversidad característica de su clima subtropical, con aproximadamente 6 500 especies de plantas endémicas  y animales de todo tipo, donde se destacan cerca de 450 familias de peces diferentes. Es común ver las exóticas cartacubas, palomas sabaneras o el manatí.

De acuerdo  al estudio realizado por  la Doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de México, María de Lourdes Sánchez, en el área “se dan todo tipo de actividades económicas, desde la mera subsistencia hasta las más complejas instalaciones  industriales. Algunas islas se han convertido en centros financieros de capital trasnacional (…) No obstante, la agricultura continúa siendo la principal actividad económica de la región, aunque se ha deteriorado de forma constante. Es por eso que muchos países insulares han recurrido al turismo como principal fuente de ingresos”. 

La puerta de entrada a las Américas, en tanto vía de transporte náutico  y obligada ruta al canal de Panamá, actualmente centra la atención de importantes actores políticos y económicos,  y precisa de atinada conservación,  bien lo sabe la Asociación de Estados del Caribe (AEC). Tras la rúbrica de la Declaración de Margarita, en 1994, se  reconoce el mar “como patrimonio común de la región”  y prioriza su conservación para consolidar una identidad  propia.

También en el seno de esta organización  vio la luz en  2006  una comisión para promover, según refiere Prensa Latina,  una gobernanza coordinada  y para apoyar la propuesta de designar  la zona como "área especial en el contexto del desarrollo sostenible". 

Fortalecer estrategias a fin de preservar los valores de las aguas caribeñas figura entre  los objetivos de la VII Cumbre de la AEC,  con sede en  La Habana, del  2 al 4 de junio, para que otros, como Adolfo, el viajero, sigan enamorados de su historia y belleza.


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Iris Leydi Madera Iglesias


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