“Espero que haya una gran discusión mundial, debates, reformas. Si no es así, estamos condenados como especie”. Fueron las palabras de Bradley Manning en su intercambio por el chat de AOL con Adrián Lamo, el hacker colombiano-estadounidense que lo delató.
Y aunque las reformas en su país solo han existido para que la intervención militar tras las fuentes de energía sean con mercenarios -como acaba de ocurrir en Libia y comienza a suceder en Siria-, en vez de continuar echándose mano a las tropas de EE.UU. -como en Iraq y Afganistán-, la salida a la luz de los documentos entregados por Manning a la organización de filtraciones Wikileaks ha generado una conmoción que ha dejado casi desnudos a los emperadores de nuestro tiempo.
Delatado por Lamo, decíamos, Manning fue detenido por el comando de Investigación Criminal del Ejército de los Estados Unidos, en mayo de 2010, en Iraq, y recluido sin cargos durante más de un mes en una prisión militar en el Campamento Arifjan, en Kuwait, para ser trasladado después al centro de detención del Cuerpo de Marines, en Quantico, en Virginia, EE. UU. Sus extremas condiciones de detención -aislamiento, permanencia en ropa interior, retirada de sus espejuelos- provocaron protestas de juristas norteamericanos, incluyendo los profesores de Obama en la Escuela de Leyes de Harvard. En marzo de 2011, P. J. Crowley, portavoz del Departamento de Estado, renunció a su cargo luego de calificar el trato a Manning de “ridículo, contraproducente y estúpido”. Actualmente, el soldado está encarcelado en Fort Leavenworth, Kansas, en condiciones de aislamiento “medio” y han comenzado los primeros pasos para juzgarlo en una corte militar que puede condenarlo a cadena perpetua por “connivencia con el enemigo”, “divulgar información relativa a la defensa” y “violación del reglamento del programa de seguridad de información de las Fuerzas Armadas”.
Pero, obviamente, para cualquier persona con sentido de la justicia, “el enemigo” no pueden ser los dos periodistas de Reuters asesinados como moscas desde un helicóptero militar en Bagdad, junto a niños acribillados a balazos que se aprecian en el video entregado por Manning a Wikileaks y que fue el primero de los cientos de miles de materiales revelados por esa organización sobre las guerras de EE.UU. en Iraq y Afganistán.
Tampoco los ancianos y niños inocentes, recluidos y torturados por el ejército norteamericano en Guantánamo, cuyos expedientes plagados de irregularidades también proceden de la acción de Manning, ni los millones de afectados por las conspiraciones diplomáticas del State Department para mantener el injusto orden mundial que se aprecian en los cables secretos de esa dependencia de Washington .
Muchos lo piensan y algunos lo dicen. “Tenemos el gran honor de nominar al soldado de primera clase Bradley Manning para el Premio Nobel de la Paz 2012. Manning es un soldado del Ejército de los Estados Unidos que está acusado de filtrar cientos de miles de documentos a Wikileaks. Los documentos filtrados apuntaban a una larga historia de corrupción, crímenes de guerra y de imperialismo por el gobierno de Estados Unidos en las relaciones internacionales”. Así se han expresado los diputados islandeses que han nominado a Bradley Manning al Premio Nobel de la Paz, concientes de que el joven norteamericano ha publicado “información relativa a la defensa”, sí, pero no del gobierno norteamericano sino de toda la especie humana.
En un acto de culto al oficialismo mundial, el jefe del gobierno que mantiene encarcelado a Manning recibió, recién llegado a su cargo, el Premio para el que ahora se nomina al soldado que, con apenas 22 años, tuvo el altruismo de hacer saber muchas verdades al mundo. El Comité Nobel tiene ahora la oportunidad de rectificar colocándose del lado de los que quieren salvar la especie o continuar empujando el planeta hacia el desastre en manos de los pocos cuyas conjuras acostumbra a premiar.
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