Se dice que junio, el cuarto mes del calendario romano (que comenzaba en marzo) se nombró así en honor a Juno, diosa de la maternidad para los antiguos, protectora de las mujeres y del Estado. Según esta mitología es hija de Saturno y Ops, hermana y esposa de Júpiter y reina del Olimpo. Su nombre se asociaba etimológicamente con iuvare, “ayudar, beneficiar”, y iuvenescendo, “rejuvenecer”; consistente con su origen como diosa madre.
Juno significaba protectora divina de la comunidad. En los hombres encarnaba a los iuvenes, palabra frecuentemente utilizada para designar a los soldados, así, resultaba como una deidad tutelar de la soberanía de los pueblos. Se considera una poliadadiosa relacionada con la política, el poder y la guerra. Su carácter guerrero se aludía en su vestimenta; se representaba armada y llevando una capa de piel de cabra que era la prenda preferida por los soldados romanos en campaña. Este atributo se ha conocido como égida, uno de los elementos principales de la armadura prodigiosa de Zeus y de Atenea, y que se aparenta también con escudo, protección y defensa.
Esta diosa romana es equivalente a la diosa griega Hera, hija de Cronos y Rea, esposa de Zeus. La diosa del matrimonio, “de las alturas” o “la que salva al guerrero”, está relacionada en su etimología con hērōs, que en el griego antiguo connotaba a los héroes, semidioses como Aquiles y Hércules; a los que los pueblos prehistóricos indoeuropeos llamaban seros porque les daban protección. Asociaciones que llegaron a los aedos griegos, esos cantores de hazañas épicas como Homero, que alababan a los heros como viriles semidioses, protectores de la comunidad. Desde entonces, se reconocen como héroes las personas que reúnen como rasgos generales: una actitud valiente, un sentido de la justicia y la capacidad para sacrificarse por los demás.
Significaciones estas que cual aureolas marcan el devenir heroico de Los Cinco; épica que se registra nítidamente en el mes del solsticio de verano y del nacimiento de esos dos grandes paradigmas de nuestra Patria que son Antonio Maceo Grajales y Ernesto Guevara de la Serna. Mes en que cumple también el General de Ejército, Raúl Castro Ruz, quien les entregara el título de Héroes de la República de Cuba, el 24 de febrero de 2015.
Porque la historia de Fernando González Llort, Antonio Guerrero Rodríguez, Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar y René González Sehwerert, no es solo la historia de estos cinco guerreros contra el terrorismo, es también la “acumulación en cascada de incidentes y vejaciones, de complicidades y consecuencias, una historia paralela, convergente, divergente, con un ecléctico reparto de caracteres a ambos lados del estrecho de la Florida”, como señalara el escritor y periodista canadiense Stephen Kimber. Como es, además, una muestra concentrada de la histórica confrontación entre la voluntad de ser libres de los pueblos de “Nuestra América” y las apetencias imperialistas de las élites que han gobernado en la América anglosajona que nos desprecia, como denunció en su momento nuestro Héroe Nacional José Martí y cual se manifiesta por estos días en la XI Cumbre de las Américas.
Fuente: Jóvenes por los 5
La historia es bien conocida por la mayoría de nuestros compatriotas, pero ya han pasado 24 años de lo que podría considerarse el inicio de esta epopeya contemporánea.
Los días 16 y 17 de junio de 1998 se le entregaron al FBI 230 páginas sobre las actividades terroristas contra Cuba; cinco videocasetes con conversaciones e informaciones transmitidas por las cadenas de televisión sobre acciones terroristas contra Cuba y ocho casetes de audio, ascendentes a dos horas y cuarenta minutos, sobre llamadas telefónicas de terroristas centroamericanos que estaban detenidos con sus mentores en el exterior. El FBI reconoció estar impresionado por la abundancia de pruebas, pero Héctor Pesquera, en ese entonces jefe del FBI en Miami, lo que hizo fue consultar a connotados enemigos de Cuba, como Ileana Ros Lethinen y Lincoln Díaz Balart, y detener, el 12 de septiembre de 1998, a diez de los agentes que habían recopilado gran parte de esa información.
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Un mes más tarde de aquella copiosa entrega, Posada, el principal cabecilla de la campaña de atentados que había azotado varios restaurantes y hoteles en La Habana, confesó en la portada del The New York Times: “…la CIA nos enseñó todo, todo… nos enseñaron sobre explosivos, cómo matar, como poner bombas, nos entrenaron en actos de sabotaje”. En esta entrevista el abominable “soldado por la libertad de Cuba” habló de su orgullo por sus largos años de apoyo a la CIA, el FBI y la Fundación Nacional Cubano Americana, y se jactó de planear y organizar aquellos actos terroristas que, entre otros daños, mataron al empresario italiano Fabio Di Celmo e hirieron a otras personas.
En junio de 1999, Gerardo y Ramón pasaron su segundo cumpleaños en cárceles estadounidense. Un mes antes la fiscalía había agregado contra el líder de la Red Avispa una muy grave imputación que nunca pudieron probar, el cargo de conspiración para cometer asesinato en primer grado, que reposaba “sobre una premisa, más que falsa, absurda: la inventada existencia de un plan del gobierno cubano para atacar aeronaves de Estados Unidos en el espacio internacional”, como apuntó ese adalid de la liberación de Los Cinco que fue el recientemente fallecido Ricardo Alarcón de Quesada.
El 8 de junio de 2001 concluyó el amañado juicio que castigó a nuestros cinco compatriotas por descubrir e informar sobre los planes terroristas que los grupos anticubanos, con la tolerancia y complicidad de las autoridades de Estados Unidos, realizaban contra nuestro pueblo. Duró seis meses, el más largo en Estados Unidos hasta ese momento. Más de 119 volúmenes de testimonios y 20 000 páginas de documentos fueron compilados, incluyendo el testimonio de tres generales retirados del ejército y un almirante retirado, que sostuvieron que Los Cinco cubanos solamente obtuvieron una información pública.
“Habían transcurrido 1000 días desde nuestros arrestos, 508 jornadas en celdas de castigo, de ellas 151 en solitaria, y durante 107 sesiones se había jugado nuestra suerte en un turbio y amañado juicio, en que el contraste entre la desvergüenza de los fiscales y nuestra moral nos había permitido gozar de 7 gloriosos meses, haciendo trizas las acusaciones y exponiendo, por vez primera en una corte de Miami, a los terroristas y narcotraficantes que como rémora de la Operación Pluto aún campeaban por sus respetos en el Sur de Florida, y al gobierno de sus complicidades, en esta ocasión representado en el Departamento de Justicia”, así lo recordó René tiempo después.
El juicio se realizó en Miami, en el único lugar donde no se debía realizar; en medio de una descomunal campaña mediática de odio y de criminalización, que atemorizó a los miembros del jurado y aseguraron el injusto veredicto que complació las ansias de venganza de la mafia anticubana de la Florida. El 26 de junio del año anterior se había desarrollado una Conferencia en Corte sobre el cambio de sede, pero un mes después la jueza Joan Lenard vetó la moción que la pedía.
Nunca antes en la historia de la jurisprudencia norteamericana se había politizado y manipulado tanto un juicio por los representantes del gobierno. No se permitió a la defensa instruir al jurado sobre la tesis de “estado de necesidad”. Se desoyeron 44 precedentes judiciales que favorecerían a los acusados. Se violaron la Quinta, Sexta y Octava Enmiendas de la Constitución norteamericana que amparaban a los acusados. Fueron acusados de un rosario de delitos que no cometieron. Seis meses después, los declararon culpables de esas infames y falsas imputaciones, con más que desproporcionadas condenas. Se etiquetaron mediáticamente como “espías”, pero jamás se dieron evidencias de que cometieron espionaje contra los Estados Unidos.
Nueve días después de culminar el juicio, estos “Cinco cubanos leales a su pueblo”, emitieron un mensaje al pueblo norteamericano que explicaba los motivos de su acción en contra del terrorismo que desde EE. UU. se fraguaba contra el pueblo cubano. Tras casi tres años de obligado silencio, se revelaron sus identidades y las razones de su actuar heroico.
“Somos patriotas cubanos que nunca tuvimos la intención de dañar los valores del pueblo norteamericano, ni su integridad; sin embargo, nuestro pequeño país, que heroicamente ha sobrevivido (…) a agresiones y amenazas a su seguridad, a planes de subversión, sabotajes y a la desestabilización interna, tiene derecho a defenderse de sus enemigos, que utilizan el territorio norteamericano para planear, organizar y financiar actos terroristas violando las propias leyes internas que los prohíben (…). Reafirmamos la más profunda convicción de que con nuestra actitud y acciones no transgredimos ni pusimos en peligro la seguridad del pueblo norteamericano y sí contribuimos en alguna medida a descubrir planes y acciones terroristas contra nuestro pueblo, evitando la muerte de ciudadanos inocentes cubanos y norteamericanos”,
El sábado siguiente, durante la primera Tribuna Abierta del pueblo cubano en solidaridad con Los Cinco compatriotas y con la participación de sus familiares, el Comandante en Jefe, Fidel Castro, lanzó una promesa que se cumpliría entre 2013 y 2014: “Ellos no han cometido un solo acto de violencia. Planteamos, sostenemos y estamos dispuestos a probar que son presos políticos, prisioneros del imperio. (…). Esa acusación la haremos polvo, la inocencia de esos patriotas es total. Solo les digo una cosa, Volverán”.
Por primera vez, en ocho años de encierro, el 6 de junio del 2006, se publicó un extenso artículo en el periódico The Washington Post sobre el caso de Los Cinco antiterroristas. Se conseguía un “hueco” en el muro de silencio que prevalecía en torno a la causa de Los Cinco. Para José Pertierra, si bien era la primera ocasión “que uno de los grandes periódicos de Estados Unidos le dedica tanto espacio al caso de Los Cinco” resultó un análisis muy superficial y se ameritaban mayores profundizaciones.
Intencionalmente, el 4 de junio de 2008, como otro intento de doblegar a Gerardo, se dio a conocer el veredicto del panel de tres jueces encargado por el Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta. Ese día, se ratificaron la culpabilidad de Los Cinco y las sentencias de Gerardo Hernández y René González. Aunque se anularon las sentencias de Antonio Guerrero, Fernando González y Ramón Labañino, se devolvió a la Corte de Distrito de Miami los casos de estos tres últimos para ser sentenciados nuevamente, en Miami y por la misma jueza. Vale recordar que en aquellos momentos se maniobraba para indultar a Posada Carriles.
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El 15 de junio de 2009 la Corte Suprema de EE. UU. anunció, sin más explicaciones, su decisión de no revisar el caso de Los Cinco cubanos, a pesar de que la petición presentada por la defensa del 5 el 30 de enero de 2009 había sido respaldada con un total de 12 documentos, por amigos de la Corte (amicus curiae brief), entre ellos varios Premios Nobel, más cientos de legisladores de todo el mundo, numerosas asociaciones de abogados y de derechos humanos de diferentes países, personalidades internacionales y organizaciones legales y académicas de EE. UU. El mayor número que se haya presentado ante la Corte Suprema de Estados Unidos para la revisión de un proceso penal, pero de nada sirvió. Como calificó horas después el Comité Internacional por la Libertad de Los Cinco, aquel día quedaría marcado en nuestros calendarios como “el día de la vergüenza del sistema judicial de Estados Unidos y el de la inacción del gobierno de Obama frente a los grupos terroristas que mantienen secuestrada la justicia.
Si para todos fue muy difícil, este proceso fue extremadamente cruel para Gerardo. El 14 de junio de 2010 fue presentada en la Corte Federal de Miami la apelación colateral, también conocida allá como habeas corpus, a nombre de Gerardo Hernández Nordelo. Era este el último recurso legal dentro del sistema de Estados Unidos. La presentación cuestiona todos los aspectos de la condena y la sentencia en su contra. El 25 de abril del próximo año, el Gobierno de EE. UU. pidió a la Corte que se rechazara la solicitud de habeas corpus de Gerardo Hernández Nordelo y que no se le concediera una audiencia para analizar sus argumentos y las supuestas pruebas presentadas contra él.
El 6 de junio de 2012, Garbus y su colega Tom Goldstein elevaron a la Corte del Distrito Sur de la Florida un procedimiento conocido como Discovery, destinado a solicitarle al gobierno estadounidense la entrega de documentos no divulgados que prueban el pago a periodistas. Un mes después, la Fiscalía de la Florida también se opuso a ese recurso, en el que se pedía una audiencia oral y la entrega por parte del Gobierno de evidencia adicional que permitiera profundizar en el caso de los “periodistas” que fueron pagados con dinero federal y que actuaron, antes y durante el juicio, con el propósito de crear lo que en 2005 el panel de la Corte de Apelaciones describió como “una tormenta perfecta de prejuicios y hostilidad”.
Hasta aquí, una breve cronología de los sucesos acontecidos en junio y que evidencian la ola de odio y de venganzas que contra Los Cinco Héroes se levantó. Monstruosidades que emulan con las que se describen en las mitologías griegas y latinas, pero tan reales como el genocida bloqueo.
Nuestros iuvenes antiterroristas, de carne y hueso, de honor y virtud, nunca aceptaron la traición a cambio del perdón o premio alguno, levantaron estoicamente a la altura de los Andes el espíritu indomable de Hatuey, Bartolina Sisa y Simón Bolívar.
Nuestro pueblo los reconoció como héroes tan solo conoció de su caso. Los rostros de Tony Gerardo, Fernando, Ramón y René se hicieron parte de nuestra familia; como sus madres, esposas e hijas, dignas encarnaciones de Juno. Con la égida de sus adorados guerreros recorrieron el mundo, alzaron su voz contra tamaña injusticia y recabaron de la solidaridad de las mujeres y los hombres de buena voluntad que acompañaron a los cubanos en la batalla por su regreso, completado el 17 de diciembre de 2014.
Por eso, mucho disfrutamos verlos entre nosotros recomponer su vida, sufrir nuestras calamidades y festejar nuestros éxitos; comentar como ciudadanos virtuosos sobre nuestra realidad en las redes sociales y asumiendo las nuevas responsabilidades que la Revolución les asignó; haciendo historia cotidianamente.
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