Mañana 26 de octubre, Cuba presentará —una vez más desde 1982— el Informe sobre la necesidad de poner fin al bloqueo de Estados Unidos contra el pueblo de la isla caribeña de un poco más de 11 millones de habitantes, sin que en momento alguno constituya una amenaza para el gigante norteño, la primera potencia militar y económica del planeta.
El cerco con que Washington ha tratado durante más de medio siglo matar de hambre y enfermedades al pueblo de la isla, permanece como ejemplo único en el mundo de la fuerza de un imperio que fue obligado a reconocer en palabras del presidente Barack Obama el fracaso de la hostil política de su país hacia Cuba.
Los efectos del bloqueo pueden medirse en cifras monetarias, en los extraordinarios gastos que una nación pobre debe asumir para ofrecer a su población una vida digna, con sus derechos humanos y sociales garantizados, los que no logra la superpotencia para los suyos.
Lo que no puede expresarse en palabras es el daño psicológico que esta guerra económica no declarada ha hecho en cuatro generaciones de cubanos. Abuelos que ya no están, los que le siguieron y están vivos, los padres jóvenes, los nietos y biznietos. Un 75 por ciento de la población cubana actual —más de 11 millones de personas— nació o creció bajo el signo de una extrema disposición adoptada durante la Guerra Fría por razones políticas.
Hay mucha crueldad en la actitud norteamericana, que impide el desarrollo de un país pequeño, su vecino geográfico además, al que ha hostigado no solo con el bloqueo, sino también con la manipulación de la verdad, con atentados, intentos de magnicidio contra Fidel Castro. Tanto miedo tiene el imperio de la fortaleza moral de Cuba, que en la actualidad despliega una batalla ideológica para intentar atraer a su sistema de desigualdades a los grupos sociales más supuestamente vulnerables.
Cuba, al contrario de su histórico enemigo, y a pesar de sus carencias, evidente en distintos sectores y sobretodo en sus pobladores, entrega a las poblaciones más vulnerables de otros países su solidaridad y amistad. Este país ha demostrado ser amigo desinteresado en los momentos más difíciles de los pueblos, no importa de qué continente sea. Estados Unidos jamás podrá decir lo mismo.
Por eso, en foros internacionales, Congresos Nacionales, presidentes de países de distintas tendencias, organizaciones, partidos y personalidades políticas, artistas e intelectuales, Premios Nobel, hay un particular clamor por el cese del clima de hostilidad que mantienen determinados grupos conservadores estadounidenses contra el proceso revolucionario de la isla. La Humanidad le dice basta a Washington en cada votación en la ONU.
Estados Unidos ha perdido todas las votaciones realizadas en la Asamblea General de Naciones Unidas en las que Cuba presentó la Resolución en la que muestra la necesidad de eliminar el asedio. El pasado año, 191 de los 193 Estados presentes en la sede de la ONU en Nueva York votaron a favor de la eliminación de la obsoleta disposición. Solo dos, el propio patrocinador y su socio Israel, lo hicieron en contra. Ningún país se abstuvo.
Este miércoles, de nuevo se enfrentarán en la ONU dos posturas: la del raciocinio de una ínsula que busca su desarrollo económico sostenible, y la de una nación imperial de ideas caducas y fuera de lugar en el contexto internacional del siglo XXI.
sardinas
25/10/16 10:23
El cerco con que Washington ha tratado durante más de medio siglo matar de hambre y enfermedades al pueblo de la isla, permanece como ejemplo único en el mundo de la fuerza de un imperio que fue obligado a reconocer en palabras del presidente Barack Obama el fracaso de la hostil política de su país hacia Cuba.
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