Hasta el pasado 7 de julio tuvo lugar en La Habana la decimocuarta convención internacional sobre Medio Ambiente y Desarrollo del G-77 +China. Con el fin de abordar temas relacionados con el desarrollo sostenible, inclusivo y resiliente a partir del avance de la ciencia y la innovación, la cita agrupó la presencia de unos 1200 participantes cubanos y 200 extranjeros de 20 países.
Se trató de la cuarta reunión de alto nivel que se realizó desde que Cuba asumió la presidencia pro tempore de este organismo de concertación internacional y reflejó su preocupación sobre las consecuencias del impacto del cambio climático a nivel mundial.
Por ello, durante la cita, la ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de nuestro país, Elba Rosa Pérez Montoya, destacó la necesidad de una integración real y efectiva para lograr convivir con un planeta más sano para las actuales y futuras generaciones.
Con la intención de propiciar el diálogo y la cooperación para la materialización de estrategias y proyectos medioambientales, los ministras y ministros, así como las autoridades sobre medio ambiente presentes llamaron a identificar las amenazas comunes para, a partir de ahí, implementar operaciones efectivas.
Pues, aun cuando la diversidad de realidades de las distintas naciones miembros del G-77+China dificulta la puesta en marcha de cualquier plan, existió consenso en cuanto a la importancia de la cooperación sur-sur y el financiamiento público, en aras de disminuir la brecha entre los países desarrollados y subdesarrollados.
Se insistió a propiciar la investigación y conseguir la implicación de todos los sectores económicos para hacerle frente al desafío. De igual forma, se instó a trabajar para erradicar las limitaciones y brechas para acceder a la ciencia y la tecnología. Sobre todo, en un contexto marcado por la escasa voluntad de los países desarrollados de adoptar cambios significativos en sus lógicas de producción, consumo y explotación de los recursos, tal y como quedó reflejado en la recién concluida Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial.
Cuba, más allá de su responsabilidad al frente del bloque, no solo cuenta con la voluntad política de alcanzar un modelo socioeconómico sostenible, sino también con acciones concretas que le permiten aspirar para el 2030 a metas ambiciosas vinculadas con el incremento de la superficie boscosa, la mejora de los suelos para la agricultura, la generación de energía a partir de fuentes renovables, el uso del transporte terrestre bajo en emisiones contaminantes, entre otras.
Todo ello, con el objetivo de consolidar lo establecido en la Constitución de la República aprobada en 2019 con relación al derecho al disfrute de un ambiente sano y equilibrado. Lo que se complementa con el plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida, y la reciente creación de la fundación climática Iris Unidos por el Clima, concebida para la adaptación de los efectos del calentamiento global.
Sin desconocer los numerosos retos medioambientales que tiene la Mayor de las Antillas, la gestión encabezada por Miguel Díaz-Canel Bermúdez aspira a ser de este un asunto que puede ganar en relevancia y exhibir, inclusom resultados satisfactorios a escala nacional, regional y global a mediano plazo. De ahí que haya convocado para el próximo mes de septiembre una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno para abordar los temas relacionados al papel de la ciencia, la tecnología y la innovación.
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