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miércoles, 25 de diciembre de 2024

Versos como estandarte

Mi bandera es también un himno de cubanía. En tiempos donde vuelven a soplar en torno a Cuba malintencionadas ventiscas procedentes de latitud norte, es ineludible que los cubanos no olvidemos el sentimiento expresado en aquel mensaje poético...

Igor Guilarte Fong en Exclusivo 05/05/2019
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Aniversario-Versos-Bonifacio Byrne
El poema ha devenido lema de lucha antinjerencista para sucesivas generaciones de cubanos, particularmente, para la juventud com-prometida. (Autor: Tomada de tiempo21.cu)

El vapor Mascotte trae a bordo, entre sus numerosos viajeros, a un cubano ilustre, gran poeta y patriota. Junto a su familia está parado en la proa, con la mirada ansiosa, incisiva, sigue las maniobras de entrada al puerto de La Habana. ¡Cuánta añoranza se agolpa en ese instante!

Es la mañana 4 de enero de 1899. Desde Tampa había partido la víspera. Por fin, tras cuatro siglos, se ha declarado el fin del señorío español sobre la isla. El ansiado retorno a la patria luego de tres años de exilio le provoca emociones encontradas. Al volver de distante ribera, con el alma enlutada y sombría, advierte que algo extraño revolotea por encima del faro del Morro: …afanoso busqué mi bandera, ¡y otra he visto además de la mía! Es la señal de una nueva ocupación.

La imagen momentánea le causa honda impresión y turba el alma. ¡Desde el buque la vi esta mañana, y no he visto una cosa más triste...!, llega a aseverar. ¿Dónde está mi bandera cubana, la bandera más bella que existe?, se cuestiona.

Apenas horas después de bajar a tierra, ya instalado en la casa número 9 de la calle Jesús María, en Guanabacoa, el bardo da riendas sueltas a su inspiración y escribe el poema Mi bandera, que se publicaría por primera vez en el periódico matancero Cuba meses después, el 5 de mayo de 1899. Hace exactamente 120 años.

Los versos, más tarde incluidos en el volumen Lira y espada (1901), recogen con extraordinaria exactitud y sensibilidad las vivencias del autor matancero Bonifacio Byrne —tenía entonces 37 años— al ver que junto a la enseña de la estrella solitaria flotaba la de Estados Unidos.

La composición caló en la conciencia nacional porque devenía síntesis de la frustración ideológica de una generación y enaltecía a la vez la dignidad de los cubanos que habían luchado por una soberanía aún no lograda en tales circunstancias.

Byrne (1861-1936) es reconocido como uno de los autores más trascendentes de su época. Fue bautizado como “el poeta de la guerra” por Nicolás Heredia, e incluso, llegó a ser considerado oficialmente el primer poeta nacional, a partir de su valiosa producción lírica.

Su primer poemario, Excéntricas (1893), mereció los elogios de Julián del Casal. En el exilio sacó a la luz Efigies (1896) con sonetos patrióticos que rendían homenaje a Agramonte, Martí, Maceo y otras figuras de la Revolución.

Pero si vasta fue su literatura, igual notoriedad tuvo su periodismo. Fundó periódicos y colaboró con las más importantes publicaciones en sus días.

En la emigración de los Estados Unidos, periodo difícil, trabajó como fileteador de cajas de tabaco y lector de tabaquería. Además, organizó clubes patrióticos y dedicó ingentes esfuerzos a conspirar en favor de la causa independentista forjada por Martí.

Por todo ello debe afirmarse que, si bien por su “elevación patriótica, sonoridad y energía” —como dijera Max Henríquez Ureña— Mi Bandera es su obra más conocida y la que lo encumbró como intérprete del sentimiento de todo un pueblo, resultaría injusto circunscribir a ese único texto el legado de Byrne dentro de la historia y cultura cubanas.

Llegado otro momento histórico, el poema se inmortalizó en la voz del heroico Camilo Cienfuegos, cuando en su último discurso citó la oda del matancero para ilustrar la postura intransigente de los cubanos ante cualquier injerencia. Si deshecha en menudos pedazos, llega a ser mi bandera algún día... ¡Nuestros muertos alzando los brazos, la sabrán defender todavía!, pronunciaba el comandante barbudo ante una multitud enardecida.

Muchos cubanos tienen registrada en la memoria aquella escena épica que, casualmente, cumplirá 60 años el próximo octubre. Desde entonces, esos versos han sido lema de sucesivas generaciones y, sobre todo, de la juventud comprometida.

En tiempos donde vuelven a soplar en torno a Cuba malintencionadas ventiscas procedentes de latitud norte, es ineludible que los cubanos no olvidemos el sentimiento expresado en aquel mensaje poético y sigamos realzando su valor patriótico, de identidad nacional.

Mi bandera es también un himno de cubanía. Hoy más que nunca, con la fe de las almas austeras, tan firmes como Bonifacio Byrne y Camilo, es preciso que enarbolemos las centenarias estrofas cual estandarte y sostengamos, con honda energía, que no deben flotar dos banderas donde basta con una: ¡la mía!


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Igor Guilarte Fong

"Un periodista que piensa, luego escribe"


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