Celia fue una figura emblemática de la Revolución Cubana, destacándose no solo por su valentía y compromiso, sino también por su excepcional intuición, sensibilidad e inteligencia. Su capacidad para enfrentar los desafíos de la lucha revolucionaria la convirtió en una combatiente singular, capaz de navegar por los momentos más difíciles de la guerra con una determinación y claridad que la diferenciaban.
Su valor personal se manifestó a lo largo de toda su vida, pero fue en los momentos críticos del proceso revolucionario donde su fortaleza brilló con mayor intensidad. Celia no solo participó activamente en combates, sino que también desempeñó un papel fundamental en la organización y logística de la lucha, demostrando que la revolución no era solo un acto de fuerza, sino también de estrategia y planificación.
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En marzo de 1957, Celia Sánchez se unió al Ejército Rebelde, marcando el inicio de su legendaria trayectoria como guerrillera. Desde ese momento, comenzó a compartir con Fidel Castro las decisiones clave en la lucha revolucionaria. Desde los meses previos al desembarco del Granma, no hubo un solo episodio en la guerra liderada por Fidel en el que Celia no estuviera en la primera línea de combate.
Desde el desembarco en Las Coloradas hasta su fallecimiento, su dedicación constante al Comandante en Jefe se erige como uno de los capítulos más conmovedores y significativos de esa etapa en la historia de Cuba. Su lealtad política e ideológica perdurará en el corazón del pueblo cubano como un ejemplo insuperable de compromiso y valentía.
Su carácter fusionaba dulzura, cariño, afecto y alegría de vivir con una estricta exigencia en los principios y en el trabajo revolucionario. Esta combinación excepcional, junto a su conexión con el pueblo y su modestia, le permitió desarrollar una identificación política profunda y refinada con Fidel.
Celia fue una figura monumental en su abnegación heroica y lealtad inquebrantable. Su grandeza se manifestaba en su profunda identificación con el pueblo, en su amor por la obra revolucionaria y en su ferviente interés por el bienestar de los demás. Se destacó por su atención a los aspectos más concretos y fundamentales de cada iniciativa revolucionaria. Sin embargo, tal vez su mayor virtud residía en su humildad y sencillez.
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Heroína de la Sierra y el Llano, en los momentos más difíciles de la guerrilla. Celia era como la justicia: humana y exigente, y hoy, a 45 años de su partida física cuando no es poco el camino transitado en materia de igualdad plena para las mujeres cubanas, ella es ejemplo y guía de todas las que defendemos las causas justas.
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