Señalaba Juan Marinello que la estancia de José Martí en México y Guatemala había propiciado su cercana impresión de los problemas de los pueblos originarios de América. Allí, a nuestro juicio, inicia su concepción de Estados Unidos.
Ninguno de los escritores latinoamericanos de su tiempo —y de tiempos posteriores— supo captar como Martí, en su totalidad contradictoria, la significación del país norteño. Esta, expresada en su madurez con inequívocos perfiles —aunque generalmente “en silencio, como ha tenido que ser”— comienza a expresarse en sus artículos mejicanos, escritos a partir de 1875, a poco de su llegada a ese país, en la Revista Universal, de cuya dirección llegará a participar.
Tanto en esa publicación, como en otros trabajos escritos en ese país (1875-1876), principalmente para los periódicos El Socialista o El Federalista, Martí, que dedicaría su atención a comentar la vida general del país, en especial la vida cultural, cada vez que es oportuno y necesario —y lo es con frecuencia por los apetitos de los sectores más voraces de la burguesía norteamericana— sale a la palestra a enfrentar criterios que azuzan, desde el Norte, la invasión de México.
Porque, por intereses electorales o mercantiles, ya despojado México de gran parte de su territorio por Estados Unidos, aún se pretenden nuevos desgajes de la patria de Benito Juárez.
En Estados Unidos se hace propaganda, señalaría Martí, nada menos que de llevar “a la opinión pública, norma allí del gobierno, el convencimiento de que es justa, necesaria y útil, la invasión de una parte del territorio mexicano”.
Frente a la codicia norteamericana, la voz de Martí se alza en todo momento. Ha llegado a México apenas unas semanas antes de publicar sus primeros artículos en la Revista Universal. Tiene 22 años de edad. Ha ido al país norteño tras cumplir el exilio obligatorio en España, donde logró terminar sus estudios de Derecho. En Méjico se encuentra con su familia y tiene la nueva, y ya permanente, amistad de Manuel Mercado.
Pronto se inscribirá entre los redactores fijos de Revista Universal, el joven escritor que dejará a su pueblo las páginas más bellas y útiles que escritor alguno hubiese concebido en su tiempo. Respecto a Estados Unidos, no hablará aún, como lo hará años después, del “Norte revuelto brutal que nos desprecia”, pero sí advertirá de los apetitos.
Tan joven, sabe ya de donde vienen los males del continente. En México conoció, cuando comenzaba su actividad periodística y política continental, la intención omnívora, depredadora, del vecino imperial.
Watson
23/1/13 7:49
Maestro de maestros .. siempre me quito el sombrero ante su figura, desde los 22 años, bueno desde antes dio muestras de su grandeza y genialidad.
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