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domingo, 22 de diciembre de 2024

Swásticas en el Caribe

Informaciones suministradas por un espía nazi desde La Habana posibilitaron sorpresivos ataques piratas contra buques mercantes cubanos perpetrados por submarinos fascistas durante la II Guerra Mundial

Evelio Tellería en Exclusivo 09/08/2010
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Hasta las proximidades de las aguas cubanas llegaron los submarinos de la Alemania nazi durante la II Guerra Mundial. La misión era muy concreta: aniquilar cualquier transporte marítimo con alimentos, medicinas y otras mercancías destinadas al frente de batalla en Europa.

La presencia de Cuba en el conflicto comenzó tras el bombardeo de la aviación japonesa a unidades navales norteamericanas en la base de Pearl Harbor, en diciembre de 1941. Aun cuando la Isla no tuvo una participación directa en aquella conflagración, se vio involucrada como semicolonia de Estados Unidos, país que junto a Inglaterra y Francia integraba las denominadas fuerzas aliadas que combatían a las hordas hitlerianas.

A bordo de viejos y pequeños navíos mercantes utilizados para cabotaje entre los puertos de la nación caribeña, casi un centenar de marinos cubanos murieron víctimas de las agresiones fascistas.

La primera de ellas ocurrió en el verano de 1942. Los buques Santiago de Cuba y Manzanillo, que formaban parte de un convoy, fueron torpedeados sorpresivamente durante la travesía. Cabe señalar un detalle: ninguna de esas dos embarcaciones contaba con armamento para repeler un ataque en su ruta.

Nada hacía prever la tragedia. Mientras la tripulación del Manzanillo cumplía sus faenas de rutina, dos estampidos ensordecedores —a escasos segundos uno de otro— sacudieron la popa, donde estaban situados los tanques de petróleo. En breve tiempo, la nave se hundió envuelta en llamas.

Algo similar le sucedió al Santiago de Cuba para irse a pique verticalmente de proa, tres minutos después en las aguas del estrecho de la Florida.

Según testimonios publicados por la prensa de la época, ningún marino divisó el periscopio que revelara la presencia del sumergible agresor que, al parecer, estuvo al acecho cerca de un faro de la costa sur norteamericana y esperó que los buques se alejaran de tierra para consumar el artero ataque.

Apenas transcurrido un año de aquellos actos piratas, submarinos nazis torpedearon y hundieron al buque tanque cubano Mambí, cuando navegaba en las proximidades de la costa nororiental de Cuba.

El mayor número de víctimas lo cobró el ataque al carguero Libertad, en el que perecieron 25 miembros de su tripulación, entre ellos el capitán. El hecho ocurrió en diciembre de 1943 cuando la nave transportaba 50 000 sacos de azúcar hacia un puerto estadounidense. Un proyectil alemán lo hirió mortalmente por babor hacia la popa.

En medio de aquella tragedia, como un último aliento, se escuchó la sirena del mercante agredido que daba la señal de alarma para pedir auxilio a las embarcaciones cercanas.

Tales atentados no quedaron impunes. La información sobre el movimiento de barcos mercantes cubanos hacia Europa era enviada desde La Habana por el espía nazi Heinz August Kuning, quien fue apresado y fusilado en noviembre de 1942.

Meses después una unidad de superficie de la Marina de Guerra de Cuba, el CS 13, hundió al submarino alemán U 176, cuando merodeaba la costa norte de la región central de la Isla.

Un sinnúmero de marinos cubanos, que no pudieron enrolarse en embarcaciones de su país, prestaron servicios en otras naves de los países aliados, resultaron víctimas anónimas de la II Guerra Mundial.

Si bien no hubo una participación oficial de Cuba en la conflagración, el país constituyó una retaguardia que brindó un modesto aporte a la derrota del fascismo.


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Evelio Tellería


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