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sábado, 4 de enero de 2025

La libertad soñada, se hizo realidad

Muchos trazaron con su sangre el camino de la libertad, en una Revolución que había iniciado bañada de gloria el 10 de octubre de 1868...

Arnaldo Alfredo Delgado Fernández en Exclusivo 01/01/2025
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La libertad soñada, se hizo realidad
Muchos trazaron con su sangre el camino de la libertad, en una Revolución que había iniciado bañada de gloria el 10 de octubre de 1868.

Hay hombres que no se conforman con ver a su patria oprimida, hay pueblos que se revelan con una fuerza legendaria cuando sufren en si mismos la barbarie de una dictadura como la impuesta por Fulgencio Batista en marzo de 1952. Bien sentenció el cantautor Silvio Rodríguez en su canción "Sea Señora",  "Cuando las alas se vuelven herrajes. Es hora de volver a hacer el viaje a  la semilla de José Martí".  

Y a esa semilla de José Martí, a ese sueño de una patria con todos y para el bien de todos, se volvió todo un pueblo,  una generación gloriosa que no había dejado morir al Apóstol en el año de su centenario. El obrero, el campesino y todo el que llevaba en sí la inconformidad con la triste realidad de Cuba, se unía al llamado de la patria fuera para ser héroe o mártir, la muerte física pasaba a un segundo plano si el premio era la independencia. 

Muchos trazaron con su sangre el camino de la libertad, en una Revolución que había iniciado bañada de gloria el 10 de octubre de 1868 en La Demajagua. Pero que lastimosamente se había frustrado ante las aspiraciones expansionistas del tristemente célebre, vecino del norte. Pero esta vez no, esta vez nadie robaría la gloria mambisa la de los nuevos insurrectos los del siglo XX, los del uniforme verde olivo y el brazalete rojo negro, los héroes de la barba larga. 

O los héroes anónimos de la clandestinidad, o cada mujer que asumió el papel de padre y madre cuando el esposo subió a la Sierra Maestra, en el viaje del incierto retorno. Está vez la victoria era real, el sueño de Martí al fin llegaba. No era una siempre ilusión era una Revolución de visión y acción. 

No era Bolivar cruzando los Andes, ni Gómez la inquebrantable trocha, tampoco Hidalgo en grito de libertad que ya dormía en América. Esta vez era Fidel junto a un pueblo dispuesto a cambiar la historia y despertar nuevamente a aquella América que una vez, Simón, Hidalgo y San Martín habían declarado libre.

El primero de enero de 1959 no solo era libre Cuba, sino que se volvía a soñar en América con un cambio de espíritu y forma. Nuevamente se hablaba de libertad. Se rompían las cadenas que durante siglos laceraban el orgullo cubano. Se hablaba de salud, de educación, de lo que hoy es un derecho inalienable pero que ayer no era más que una utopía que aquella generación que no dejó morir al Apóstol en su centenario, convirtió en una realidad.


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Arnaldo Alfredo Delgado Fernández

Universidad de Oriente


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