“En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.
Fueron las palabras finales del alegato de autodefensa del joven abogado Fidel Castro Ruz, aquel 16 de octubre de 1953 en la reducida salita de enfermería del Hospital Civil Saturnino Lora, de Santiago de Cuba, juzgado por los sucesos del 26 de julio de ese propio año.
Una manera nunca antes vista de desafiar al régimen tiránico de Fulgencio Batista; al tiempo que afirmaba, con total justeza, tal y como sucedió, que sería la historia, y no esos jueces corrompidos y venales, quienes lo absolverían de toda culpa.
A partir de entonces, y hasta los días que corren, la Historia me Absolverá ha marcado el rumbo de la Revolución Cubana y a pesar de no ser socialista por su contenido, pues no podía serlo, le abrió las puertas al socialismo y se convirtió en el documento político-jurídico más importante del siglo XX cubano, tal y como significó el intelectual revolucionario Armando Hart Dávalos.
Un testigo presencial de cómo Fidel preparó su autodefensa, el obrero ferroviario Gerardo Poll Cabrera, compañero de celda de Fidel, recordaría años más tarde como el joven revolucionario estuvo varios días consultando una gran cantidad de libros y haciendo apuntes, para la noche antes, ya en horas de la madrugada, romper todas sus notas, vestir el único traje que disponía, uno azul a rayas, y salir dispuesto a denunciar los crímenes cometidos por la dictadura y enunciar las leyes que un gobierno revolucionario adoptaría, una vez llegado al poder.
Mientras una periodista recién graduada, Marta Rojas, sería también testigo de excepción de aquel momento único de la Patria, que apenas duraría unas dos horas, y evocaría lo allí sucedido en su libro El Juicio del Moncada. Una mirada inquisidora que pudo aquilatar que en ese lugar estaba germinando una simiente renovadora que transformaría por completo el basamento de aquella sociedad corrompida y determinaría el porvenir de todo un pueblo.
Por su contenido político la Historia me Absolverá es una visión deslumbrante al tiempo que descarnada de la situación de Cuba en la década de los 50 del pasado siglo, caracterizada por una dependencia casi absoluta al imperialismo norteamericano y una polarización extrema de la sociedad, la cual, Fidel supo definir muy bien, cuando dio el concepto de pueblo.
Una concepción marxista-leninista que excluía a los explotadores y burgueses e incluía, como nunca antes, a esa gran masa irredenta, explotada, cansada de ser engañada, de ser vilipendiada, que obtendría todos los beneficios una vez llegado al poder los revolucionarios y que reivindicaría, entre otras cosas, la Constitución de 1940, pisoteada por el dictador, apenas un mes después de llegado al poder.
Ese mismo pueblo, el de hoy, mucho más formado y preparado, a quien no ha habido que decirle nunca, tal y como afirmaba entonces Fidel, «te vamos a dar», sino «¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sean tuyas la libertad y la felicidad!».
De manera magistral quedaron expuestos los seis problemas más acuciantes de la Neocolonia cubana: "El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política".
Entonces no pudieron ser resueltos, pero sí después del 1ro de enero de 1959, cuando en apenas dos años, la Revolución cumplió lo prometido y dio empleo, construyó viviendas, avanzó en la industrialización del país, entregó las tierras a los campesinos, y aseguró educación y salud gratuitas al pueblo.
También este alegato se convirtió en denuncia de los crímenes horrendos de la tiranía y en una reivindicación del pensamiento martiano. Síntesis magnífica del pensamiento liberador cubano desde 1868 hasta la fecha.
Hoy el alegato de autodefensa de Fidel, aunque sobrepasado por el tiempo en muchos aspectos, sigue marcando el derrotero de igualdad, libertad y soberanía trazado en aquel entonces.
Continúa siendo brújula política para no desviar el rumbo, para hacernos ver que a casi setenta años de haber sido expuesta por Fidel, mantiene el mismo halo de justicia social y nos confirma, que a pesar de las adversidades y estar sometidos a un injusto y cruel bloqueo, la razón está de nuestro lado y, al final, como entonces, la historia nos absolverá.
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