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sábado, 23 de noviembre de 2024

Julio Antonio Mella contra el racismo

Mella fue un hombre de acción y pensamiento que supo conjugar en sí lo mejor de la juventud cubana de entonces y trasmitir a las generaciones que le sucedieron y a las actuales un legado revolucionario...

Narciso Amador Fernández Ramírez en Exclusivo 25/03/2017
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Julio Antonio Mella, pintura
Julio Antonio Mella fue un hombre de acción y pensamiento que supo conjugar en sí lo mejor de la juventud cubana de entonces. (Servando Cabrera)

Julio Antonio Mella murió joven. Tenía 26 años cuando fue asesinado en México, el 10 de enero de 1929 por órdenes del tirano Gerardo Machado.

Las últimas palabras del líder cubano son bien conocidas: “Muero por la Revolución”. Al decir de Fidel Castro, Mella tuvo una vida breve, dinámica y profunda. Fue precursor de las ideas marxistas en América Latina, fundó la FEU en diciembre de 1922 y el primer Partido Comunista de Cuba en agosto de 1925.

Mella, de nacimiento Nicanor McPartland, nació el 25 de marzo de 1903, hace ahora 114 años. Hizo historia en la Universidad y lideró el movimiento de Reforma Universitaria.

Recibió con beneplácito el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre de 1917 en Rusia y admiró la obra de Lenin, de quien afirmó al fallecer el líder del proletariado mundial en enero de 1924: “(…) supo con el poder de su genio dar un impulso poderoso a la transformación de una civilización”.

Hombre de acción, llevó a cabo una sonada huelga de hambre de 19 días contra Machado. Obligado a marchar al exilio, formó parte del Comité Central del Partido Comunista Mexicano y colaboró con el periódico El Machete.

Al ser asesinado, en compañía de la italiana Tina Modotti, se aprestaba a regresar a Cuba para combatir a quien calificara con justeza “El Mussolini Tropical”, por las ideas de corte fascista de Gerardo Machado.

Pero también Mella fue un hombre de pensamiento. Comunista convencido de que el socialismo era el futuro de la humanidad, se dedicó a combatir las lacras que existían en la república neocolonial.

De ahí que el enfrentamiento al racismo estuviera dentro de sus líneas de acción. Un suceso ocurrido en el parque Vidal de Santa Clara, en febrero de 1925, hizo que el joven revolucionario publicara en el periódico Juventud un artículo titulado Los cazadores de negros resucitan en Santa Clara, que glosamos a continuación, como homenaje a tan destacada figura de la juventud cubana de hoy y del mañana.

Comienza afirmando Mella: “Un hecho bochornoso, horroroso, (…) Los blancos cazaron a tiros a los negros en un Parque de una ciudad provinciana (…) Este suceso ha venido a demostrar una vez más, lo que tantas veces hemos sostenido (…): la Revolución de la Independencia ha sido una farsa”.

Para más adelante acusar al régimen imperante al expresar: “Así el suceso cavernario, feroz del Parque en Santa Clara”.

Antes de seguir, conviene saber que en dicho parque santaclareño los blancos caminaban por dentro; en tanto los negros tenían que hacerlo por fuera, sin mezclarse. Lo que sucedió hasta enero de 1959 cuando el primer Gobernador Militar que tuvo Las Villas después del triunfo revolucionario, el capitán Calixto Morales, suprimió la infame costumbre.

Sigue diciendo Mella en su artículo de denuncia: “Negros paseando por el extremo del parque, y los blancos por el centro. Bueno, ¿y el aire, no lo respiran por igual negros y blancos? (…) Si fuéramos a poner todas las rayas que debiéramos, resultaría pequeño hasta todo el suelo de la provincia”.

Julio Antonio responsabiliza al “régimen egoísta de la propiedad privada” por la exacerbación de la discriminación racial y defiende el derecho de la igualdad racial: “Los negros de Cuba deben tomarse el derecho que tienen de pasear por todas las calles y plazas públicas. (…) Nadie tiene el deber de no estar acompañado de quien no quiere, pero todos los hombres tienen el derecho a los parques y paseos y demás lugares públicos, como al aire, como a la luz…”.

Para finalmente postular un principio que la Revolución Cubana ha reivindicado y que constituye el principal mensaje suyo ante la terrible discriminación racial de entonces, cuyas secuelas aún arrastramos, a pesar de lo mucho realizado al respecto:

“Queremos y amamos la fraternidad entre todas las razas y entre todos los pueblos, pero a condición de estar en pie de igualdad. Una fraternidad entre tiranos y esclavos es una abyección (…) La justicia se conquista, o se merece la esclavitud”.

Sin duda, fue Julio Antonio Mella un adelantado. Un hombre de acción y pensamiento que supo conjugar en sí lo mejor de la juventud cubana de entonces y trasmitir a las generaciones que le sucedieron y a las actuales un legado revolucionario que debe ser estudiado y sobre todo aplicado.

Un legado optimista y lúcido apegado a su convicción de que “todo tiempo futuro tiene que ser mejor”.


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Narciso Amador Fernández Ramírez

Periodista que prefiere escribir de historia como si estuviera reportando el acontecer de hoy


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