Raúl Roa calificó a Guiteras como “la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario” de los convulsos años 30 del pasado siglo, y no le faltó razón al destacado intelectual, pues Guiteras formó, junto a Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena, la trilogía de las figuras más destacadas de esa Revolución, la que al decir del propio Roa se fue a bolina.
Al morir combatiendo en el Morrillo, al lado de Carlos Aponte, el 8 de mayo de 1935, cerró un ciclo revolucionario que solo continuaría en la década de los 50 liderado por Fidel Castro, quien bebió en los planes insurreccionales de Guiteras y estudió a fondo el programa de la Joven Cuba, el cual, le serviría de base para llevar a la práctica sus concepciones revolucionarias.
Por estos días de septiembre se recuerda la instauración del llamado Gobierno de los Cien Días (10 septiembre 1933-15 enero 1934) del cual Guiteras fuera secretario de Gobernación, Marina y Guerra y tuviera la responsabilidad histórica de llevar a cabo las medidas más radicales del heterogéneo gobierno, que tenía a Tony en su ala más radical y antimperialista, al sargento devenido coronel Fulgencio Batista en su ala derecha y al presidente Ramón Grau San Martín en el centro.
La profundidad de su pensamiento, sin dejar de ser el hombre de acción que conspiró y luchó contra la dictadura machadista y que pretendió atacar el cuartel Moncada, idea retomada después por Fidel, lo sitúan, al decir, del desaparecido filósofo Fernando Martínez Heredia, como la figura histórica que “estableció el nexo entre la política revolucionaria cubana anterior y la futura, es decir entre la Revolución del 95 y la ideología mambisa radical —el tipo de gesta nacional cubano— y la insurrección del 26 de Julio y el Ejército Rebelde con su ideología, esto es, la revolución de liberación y socialista”.
Durante esos efímeros días del Gobierno de los Cien Días -el primero en Cuba que gobernaba sin el visto bueno de los Estados Unidos-, Guiteras adoptó medidas de una inusitada radicalidad, siendo la más conocida y antimperialista, la nacionalización de la mal llamada Compañía Cubana de Electricidad, ocurrida apenas horas antes del golpe de estado de Batista que derrocaría dicho gobierno.
Guiteras fue enérgico al enfrentarse al administrador de dicho pulpo eléctrico, y en reunión con ese personaje, Mr. Thompson, quien dilataba la reunión, le dijo: “Señor administrador de la Compañía Cubana de Electricidad, el Gobierno Cubano no puede esperar más. Dentro de una hora los obreros de la Compañía Eléctrica irán a una huelga justa, el Gobierno no puede en forma alguna confrontar tan grave situación ni tampoco obligar a sus obreros por la fuerza a trabajar, sino accediendo a su justas demandas”
Otra anécdota que muestra el arraigado antimperialismo y la valentía de Tony Guiteras fue su enfrentamiento al embajador norteamericano Summer Welles en el campamento de Columbia, cuando le exigió que lo abandonase en diez minutos, y cuando el prepotente personaje le reclamó su inmunidad diplomática, sin inmutarse, le recordó que su gobierno, el de Estados Unidos, no había reconocido al suyo, al cubano, y por lo tanto era solo un simple ciudadano y con firmeza, mirando el reloj, le dijo, y le recuerdo que ya han pasado dos minutos del plazo que le di.
Derrocado el Gobierno de los Cien Días siguió Guiteras con sus planes revolucionarios y fundó la Joven Cuba, cuyo programa, de una profundidad inusitada para la época, serviría luego a Fidel para emprender su lucha, adaptándolo a las condiciones de la Cuba de los años 50.
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En dicho programa se planteaba el paso paulatino hacia el Socialismo y se afirmaba: “Cuba permanece en estado colonial. Supeditada al capital extranjero, la estructura económica cubana es un aparato que no sirve a necesidades colectivas de dentro, sino a rendimientos calculados por y para los de fuera”
Y más adelante, planteaba de manera directa y explícita: “Se suscribe como esencial al credo antimperialista, a cuya luz se desenvolverá una política exterior e interior genuinamente cubana”.
Para lograr sus propósitos revolucionario intentó Guiteras salir de Cuba por el Morrillo, aquel fatídico 8 de mayo de 1935, pero una delación truncó esas aspiraciones y su vida, con apenas 29 años de edad, cuando todavía tenía mucho por dar para su patria.
Guiteras, como afirmó también Raúl Roa, fue el “jacobino” de la Revolución de los años 30. Su legado antimperialista está vivo y se hizo realidad a partir del 1ro de enero de 1959.
El Che Guevara al definirlo, dijo de este revolucionario: “Antonio Guiteras representaba al más puro luchador antimperialista y al precursor de una nueva etapa de la lucha guerrillera (…) su acción fue múltiple, como su vida multifacética (…) fue la expresión de las masas enardecidas que trataban de realizar la verdadera Revolución”
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