Ningún hecho de la Cuba republicana fue más trascendente que lo sucedido el 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba y Bayamo, cuando los jóvenes de la Generación del Centenario, con Fidel al frente, atacaron de manera sorpresiva y simultánea los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
No resultó, como se conoce, una victoria militar, pues fracasado el factor sorpresa la acción armada se vio frustrada. Incluso, la tiranía cobró bien caro la osadía y asesinó a diez asaltantes por cada soldado muerto en la acción, y resulta una verdad histórica que allí murió una buena parte de lo mejor de la juventud cubana de la época.
Entre los valiosos jóvenes caídos, por solo mencionar algunos, estuvieron Abel Santamaría, el segundo del Movimiento; Renato Guitart, único santiaguero en la acción; Raúl Gómez García, el Poeta de la Generación del Centenario, y José Luis Tassende, cuya foto herido y todo ensangrentado recorrió la Isla de un sitio al otro, como prueba de los crímenes del tirano.
Sin olvidar al médico del Moncada, a Mario Muñoz Monroy, quien precisamente ese día 26 de julio cumplía años y resultó el primero de los prisioneros en ser asesinado: “Te felicito por el día que escogiste, hoy cumplo 41 y deposito mi vida en ti, un joven de 26”, le había dicho a Fidel.
Sin embargo, esa sangre derramada no fue en vano, pues el Moncada, en su trascendencia histórica, se convirtió en una victoria política, en un triunfo de las ideas. Raúl, quien tuvo a su cargo la toma del Palacio de Justicia, enjuiciaría en toda su magnitud lo sucedido esa mañana de domingo, Día de la Santa Ana, cuando afirmó: “Sin el Moncada no habría habido desembarco del Granma, lucha en la Sierra y triunfo revolucionario del 1ro. de enero de 1959”.
En tanto, Fidel, su ideólogo y líder, afirmaría en el noveno aniversario de dichos sucesos: “El 26 de julio comenzó la última y definitiva etapa de la contienda por la independencia nacional que había librado nuestro pueblo desde 1868”.
El Moncada, además, dio a conocer a un líder, dotó al pueblo cubano de un programa de lucha: la Historia me Absolverá, y demostró que la lucha armada era el camino correcto a seguir para derrotar la dictadura de Batista.
La efeméride, convertida en Día de la Rebeldía Nacional, es fuente permanente de inspiración. De entonces acá han transcurrido 67 años llenos de heroísmo y entrega sin límites al ideal que llevó a esos jóvenes a atacar la segunda fortaleza militar del país. El mismo ideal que hizo a esa generación soñar con una Cuba mejor, la cual reivindicara “la dulce memoria de Martí”, como escribió el poeta Raúl Gómez García en su “Ya estamos en combate” y pusiera “en lo más alto del Turquino la Estrella Solitaria”, última línea de la encendida arenga poética.
Hoy tenemos cada día nuestro Moncada, pues en Cuba siempre es 26 como dice la conocida canción. Su legado convoca, exhorta, nos llama al combate, en tiempos nada fáciles y llenos de obstáculos, pero tan luminosos como aquellos que indicaron el camino definitivo a la libertad.
- Consulte además: En Cuba, 26 de julio es presente y futuro
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel, al clausurar el acto del 26 de julio del año pasado, pidió que todos los cubanos “Trabajemos por hacer de cada día del almanaque un 26, de cada mes del calendario un julio, de cada compromiso un Moncada victorioso”.
Ese reclamo cobra ahora más significación que nunca, envueltos en una lucha victoriosa contra la COVID-19, pandemia acorralada, aunque sin descuidarnos, pero que ha generado una crisis económica mundial, cuyos efectos sentimos doblemente debido al brutal bloqueo recrudecido por la administración Trump.
Las recientes medidas anunciadas son nuestro Moncada. Ninguna exenta de riesgos, ni de dificultades en su instrumentación, pero todas necesarias y atemperadas al momento histórico que vive la Patria:
“Cuba vuelve a ser retada por un desafiante contexto mundial y una agresiva política imperial. No lo busca, pero no le teme. ¡Contamos con una historia lo suficientemente grande e inspiradora para lanzarnos a la pelea!”, afirmó Díaz-Canel.
Y en ese sustrato histórico inspirador está el Moncada y su legado. Horas antes de partir hacia el Moncada, Fidel arengó a los bisoños asaltantes: “Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante”.
67 años después, el pueblo de Cuba sigue fiel a ese legado y continúa dispuesto a vencer o a morir por su Revolución. El Moncada marca el rumbo, y bandera en mano seguimos adelante.
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