El 7 de octubre de 1967 el Che hizo su última anotación en su diario de campaña: “Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente (…). Salimos los 17 con una luna muy pequeña y la marcha fue muy fatigosa y dejando mucho rastro por el cañón donde estábamos, que no tiene casas cerca, pero sí sembradíos de papa regados por acequias del mismo arroyo”.
Al siguiente día se produce la emboscada de Quebrada del Yuro y cae prisionero, al quedar herido en una pierna e inutilizarse su fusil.
De nada valieron los esfuerzos del boliviano Simón Cuba (Willy) para intentar sacarlo del cerco, ni su heroica actitud protegiendo a su comandante de la brutalidad de la soldadesca sedienta de sangre y de gloria mal habida.
Herido, fue vejado en la escuelita de La Higuera. Con valentía se enfrentó a sus captores, quienes, al asesinarlo a mansalva, mataron al hombre, pero le dieron vida al símbolo, al ícono revolucionario más grande del siglo xx.
Su muerte fue un vil asesinato, ordenado desde Washington, y sin mediar juicio alguno. Le temían vivo, sin saber que les iba a causar mucho más temor después de muerto.
Cincuenta y cinco años después, en pleno siglo XXI, el Che sigue siendo ejemplo e inspiración de millones de hombres en todo el mundo. Su estatura se agiganta cada minuto que pasa.
En la velada solemne del 18 de octubre de 1967, que reunió a un millón de cubanos en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana, Fidel afirmó: “La muerte del Che es un golpe duro, es un golpe tremendo para el movimiento revolucionario, en cuanto le priva sin duda de ninguna clase de su jefe más experimentado y capaz.
“Pero se equivocan los que cantan victoria. Se equivocan los que creen que su muerte es la derrota de sus ideas, la derrota de sus tácticas, la derrota de sus concepciones guerrilleras, la derrota de sus tesis. Porque aquel hombre que cayó como hombre mortal, como hombre que se exponía muchas veces a las balas, como militar, como jefe, es mil veces más capaz que aquellos que con un golpe de suerte lo mataron.
“Nos dejó su pensamiento revolucionario, nos dejó sus virtudes revolucionarias, nos dejó su carácter, su voluntad, su tenacidad, su espíritu de trabajo. En una palabra, ¡nos dejó su ejemplo! ¡Y el ejemplo del Che debe ser un modelo para nuestro pueblo, el ejemplo del Che debe ser el modelo ideal para nuestro pueblo!”
Treinta años después del crimen de la Higuera, un equipo de científicos cubanos logró encontrar sus restos y los de seis de sus compañeros de guerrilla.
El trascendental suceso fue el 28 de junio de 1997 y, de inmediato, la noticia recorrió el mundo. Días después, el 12 de julio, sus restos inmortales llegaron a Cuba y fueron recibidos con honores por Fidel y los principales dirigentes del país, entre los que se encontraba el Comandante de la Revolución, Ramiro Valdés Menéndez, quien había encabezado la ardua búsqueda.
Aleida Guevara March, su hija, al recibirlos, en emotivas palabras afirmó: “Hoy llegan a nosotros sus restos, pero no llegan vencidos; vienen convertidos en héroes, eternamente jóvenes, valientes, fuertes, audaces. Nadie puede quitarnos eso; siempre estarán vivos junto a sus hijos, en el pueblo”.
Entre los días del 11 al 13 de octubre de 1997 –hace ahora tres décadas- sus restos fueron homenajeados por el pueblo habanero, que acudió emocionado a la Plaza de la Revolución “José Martí” a rendirles el merecido homenaje.
Junto a los del Che, los restos de otros seis combatientes internacionalistas: los cubanos Alberto Fernández Montes de Oca, Carlos Coello, René Martínez Tamayo y Orlando Pantoja, así como el boliviano Simón Cuba y el peruano Juan Pablo Chang.
Luego vendría el 14 de octubre su traslado hacia Santa Clara, la ciudad que había ayudado a liberar en diciembre de 1958 y que, de nuevo, lo acogía en su paso hacia la inmortalidad.
Resultó épico ese traslado, descrito minuto a minuto por la emisora Radio Rebelde, en una trasmisión especial que duró 11 horas y 53 minutos hasta que, exactamente, como describió la periodista Minoska Cadalso, a las 7:15 de la tarde-noche arribaron a la Ciudad de Marta y del Che:
“En estos momentos acaban de llegar aquí, a la biblioteca Martí, de Santa Clara, los restos del Che y sus compañeros de la guerrilla caídos en Bolivia”.
La voz inconfundible de Gladys Goizueta, ya fallecida, y de la también locutora Betsy Acosta marcó el inicio de aquella histórica trasmisión de Radio Rebelde, para la cual se habilitaron 33 lugares desde donde se emplazaron controles remotos, dos móviles, dos cabinas provinciales y la de Radio Habana Cuba, así como la cabina central de Radio Rebelde; en total, 39 puntos, incluidos reportes de periodistas que sobrevolaban el cortejo en un helicóptero, a cargo de Diego Méndez y Luis Izquierdo.
Finalmente, el día 17 de octubre, en ceremonia presidida por Fidel, los restos del Comandante Ernesto Guevara de la Serna, el Che de los cubanos y del mundo, fueron depositados en el Memorial, desde donde reposan insomnes a la espera siempre de resultados y nuevos éxitos de la Revolución.
Todos esos sucesos serán recordados hoy, 8 de octubre, en acto solemne en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre, cuando se cumplen 55 años de su caída en combate.
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