Cuba y su pueblo representan, geográficamente hablando, una comunidad humana asentada en una pequeño archipiélago del mar Caribe, ubicado justo a la entrada del Golfo de México, entre las penínsulas de Yucatán y la Florida. Sin embargo, Cuba y su pueblo resultan también un concepto, una identidad independiente que se forjó a través de cinco siglos de existencia a partir de la creación fecunda y acumulación constante de tradiciones, mitos, procesos históricos, héroes y símbolos, muchos de los cuales significan hoy mucho más de lo que fueron en sus en sus orígenes. Y no se hace alusión en estas líneas a las divisas patrias, sagradas para todo cubano digno, sino de aquellos hechos, acciones, actitudes y hasta objetos que, instalados en el imaginario nacional, son identificados con principios, valores, convicciones y modelos morales y éticos.
Así, el machete vino a significar el arrojo y la hombradía del cubano en la lucha; Baraguá y el Moncada la actitud de no rendirse jamás pese a la adversidad de las situaciones; José Martí el más universal de todos los cubanos y ejemplo de sublime entrega a la Patria; Julio Antonio Mella la prestancia y el compromiso de la juventud cubana; y de continuar con la enumeración no se terminaría nunca la lista. No obstante, una más sí ha de señalarse: el 1ro de enero de 1959, la fecha en que la Mayor de las Antillas se levantó verdaderamente libre y soberana de toda tutela extraña, e inició el tortuoso, pero espléndido, camino de su Revolución.
Infinidad de hechos, lugares, figuras, y frases ha devenido también parte indisoluble del caudal simbólico de la nación en estos sesenta y dos años de Revolución cubana, algunos cargados de triunfo y victoria, otros cubiertos con un halo luctuoso, que resultan tan importantes como los primeros, pues devienen, en el imaginario nacional, duros recordatorios de la “necedad de asumir al enemigo”, como diría Silvio Rodríguez; y del imperativo de no cejar en el intento de construir una sociedad y un país donde se trate de conquistar cada día toda la justicia.
El año de 1960 resulta fértil en este proceso de creación simbólica de la Revolución, especialmente el mes de marzo, en el que en solo dos días nacieron tres de los símbolos más relevantes del proceso revolucionario: la explosión del vapor francés La Coubre, surto en el puerto habanero, símbolo de la barbarie terrorista, y la falta de escrúpulos del gobierno norteamericano en su cometido de destruir la Revolución; la proclama de Fidel de la frase “Patria o Muerte”, que devino disyuntiva y lema del pueblo en su objetivo por construir una sociedad mejor; y la impresionante imagen tomada por el fotógrafo Korda del Che Guevara, titulada “Guerrillero Heroico”, que ha constituido emblema de la utopía revolucionaria y de Cuba, allí donde se encuentre.
- Consulte además: Un pueblo de Patria o Muerte (+Video)
Mucho se ha investigado sobre los sucesos de La Coubre, primer acto terrorista perpetrado contra la naciente Revolución que cobraba un número tan considerable de vidas: más de un centenar de fallecidos, 101 apuntan varios especialistas, y más de cuatrocientos heridos y lesionados, muchos incapacitados de por vida. La elevada cifra fue resultado de una doble explosión, una primera que ocasionó no pocos muertos y heridos, pero que fue seguida por otra aun peor que cegó la vida de muchos de los que habían corrido al lugar del siniestro, con el ánimo de socorrer a las víctimas y prestar ayuda.
La embarcación, de origen francés, como es conocido, portaba armas y municiones adquiridas en Bélgica por el Gobierno Revolucionario para apertrechar a las fuerzas. De acuerdo con los especialistas, aún no se cuentan con pruebas determinantes en cuanto a la autoría del hecho, pero no cabe duda alguna que se trató de un acto terrorista, y no de un accidente. Todas las pruebas de convicción apuntan hacia la CIA y el gobierno norteamericano, que había arreciado sus acciones encubiertas para derrocar la Revolución, así como una fortísima campaña internacional en contra del proceso cubano y su dirigencia, acciones que tendrían su cenit un año después con la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos.
En cuanto a su significación, como ya se expresó, deviene símbolo del horror del terrorismo desarrollado contra Cuba por los Estados Unidos, que ya suma incontables víctimas en su haber. En el imaginario popular, tal vez solo el atentado contra el avión de Barbados en 1976, despierte tanto dolor y cólera.
En el sepelio de las primeras víctimas de la explosión, realizado al día siguiente, Fidel dio a conocer cuál sería la nueva disyuntiva del pueblo cubano, a partir del presupuesto de que si hasta ese momento se había luchado por alcanzar la libertad del país, propósito con el que había iniciado el proceso revolucionario, ahora se trataba de mantenerla y defenderla a cualquier costo, de ahí que la nueva disyuntiva nacional sería “Patria o Muerte”. Sin embargo, un aspecto poco conocido es que la frase, tuvo su proceso de legitimación y afianzamiento que se produjo en los meses venideros ese mismo año.
Una rápida mirada a los discursos pronunciados por Fidel muestran, primero, que este volvería a la consigna en diversos actos y manifestaciones públicas, otorgándole su alcance y significación; y segundo, que resultó el pueblo quien, en medio de ovaciones y vítores, la repetía constantemente interiorizándola y haciéndola suya, incluso antes de que fuera habitual que Fidel cerrase sus alocuciones así. Asimismo, resulta una expresión que no puede ir separada de su colofón, el ¡Venceremos!, expresado por el líder cubano el 7 de junio de 1960 puesto que, como él mismo expresara: “Para cada uno de nosotros, individualmente, la consigna es: ¡Patria o Muerte!, pero para el pueblo, que a la larga saldrá victorioso, la consigna es: ¡Venceremos!”.
Ese mismo día 5 de marzo, el fotógrafo Alberto Korda, mientras paseaba su cámara por la tribuna en busca de una buena imagen, tomó la foto más icónica del siglo XX, la del Che Guevara. La cual expresaba en su rostro, serio y reconcentrado, toda la indignación de un pueblo ante la monstruosidad del terrorismo manifiesta en su máxima expresión. Surgió así otro símbolo de la Revolución y la nación cubana.
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