Se conoce a Camilo Cienfuegos como “El Señor de la Vanguardia”, también se recuerda que “Camilo es la imagen del pueblo”, a partir de la manera en que lo definieron el Che Guevara y Fidel Castro, respectivamente. Se conoce que, al ser ascendido a comandante, expresó a Fidel que más fácil le sería dejar de respirar que dejar de ser fiel a su confianza y le daba las gracias por la oportunidad de servir más a la causa por la que estaba dispuesto a dar la vida, así como que, en un juego de pelota, exclamó que “contra Fidel ni en la pelota.” Esa manera de representarlo se ajusta a la realidad, a lo que ocurrió y a quien fue este “Héroe de Yaguajay”, el hombre del sombrero alón y la sonrisa ancha; no obstante, resulta importante adentrarse en sus posiciones ante los momentos políticos de transcendentales definiciones que le tocó vivir -que no fueron pocos en su corta vida- y donde actuó también desde esa vanguardia.
La decisión de incorporarse al grupo que se preparaba para marchar a Cuba, con el objetivo de iniciar la lucha armada en aras del cambio revolucionario, era más de carácter político que propiamente militar, puesto que esa lucha era el medio para llegar a la implementación del programa planteado en “La historia me absolverá”. Después, en los algo más de dos años de guerra, se conocen anécdotas de la valentía del joven Kmilo -como se firmaba a veces- con una gran determinación y capacidad para asumir decisiones en el campo militar ante misiones que debió enfrentar y dirigir, o ante combates y batallas donde mostró ese valor que lo caracterizó, mas también en esos momentos hubo una posición en el campo político y ético de primera importancia.
Según el Diario de campaña del capitán Osvaldo Herrera, la tropa al mando de Camilo se enteró por Radio Rebelde del ascenso a comandante de su jefe, y afirma que todos los que habían estado bajo sus órdenes sabían que se lo había ganado, pues “a la vez es recto oficial para mantener la disciplina, es el afable y cordial compañero de todos sus hombres.” Herrera afirma que Camilo había hecho el lema de su vida desde unos versos de Espronceda: Y si muero, ¿qué es la vida? / Por perdida ya la di/ Cuando el yugo del esclavo/ Como un bravo sacudí.
Durante la invasión, según Diario de campaña de Sergio del Valle, cuando tuvo que atender la situación de quienes estaban muy deteriorados físicamente, les habló en estos términos: “Estamos pasando por una situación crítica, nos quedan largas jornadas muy peligrosas, donde posiblemente tengamos que abandonar los pocos caballos que tenemos, pues hay más de 1,000 soldados alrededor nuestro.” Entonces se refirió a la imposibilidad física de algunos de los combatientes, por lo que les planteaba la oportunidad de quedarse en ese lugar, sitio con cierta seguridad, sin que fuera un deshonor, para reponerse y reincorporarse después. Lo planteó como medida de seguridad y mayor movilidad para la tropa. En su condición de jefe de la columna invasora, no solo asumía la dirección desde la perspectiva militar, sino también humana, política y ética, lo que también demostró en las relaciones con civiles con quienes debieron contactar durante la marcha, entre ellos el encuentro con unos niños en una escuela donde improvisaron una sesión patriótica, ocasión en que el jefe guerrillero aconsejó a los niños que pidieran a su maestra que les hablara de Martí.
Un hecho muy significativo fue su designación para la jefatura de la columna que debía llegar a Pinar del Río, lo cual es una muestra de la absoluta confianza del Comandante en Jefe en su capacidad militar y dirección política, puesto que tendría un mando en territorio lejano de la dirección central, donde debía tomar decisiones no siempre con posibilidad de consultarlas. Una nueva circunstancia de total certidumbre acerca de su capacidad de decisión dentro de la fidelidad a la Revolución fue su designación el 1º de enero de 1959 para tomar el campamento de Columba en La Habana. Camilo cumplió con eficiencia. Vendrían entonces otros momentos significativos.
- Consulte además: El señor de la vanguardia ( + Infografía)
Ante la traición en octubre de 1959 del entonces comandante Hubert Matos, jefe militar de Camagüey, según el relato del capitán Jorge Enrique Mendoza delegado provincial del INRA en aquella provincia, Fidel dio orientaciones a los que estaban allí y a Camilo de ir hacia allá, este llegó a las 8 am del 21 de octubre poco antes del arribo de Fidel. Camilo fue al cuartel donde estaban los amotinados y controló la situación. Cuando Fidel se dirigió al cuartel acompañado de un mar de pueblo, Camilo detuvo a Matos. Después, cuando iba en otra dirección, desvió el rumbo hacia Radio Camagüey donde tres combatientes habían intentado radiar una grabación del traidor. Camilo le hizo preguntas a uno de ellos, un joven negro, sobre si las medidas de la Revolución no lo habían beneficiado y por qué era anticomunista, luego les explicó “que el comunismo era una ideología que defendía a los pobres y a los discriminados”. Ese joven murió tiempo después en un accidente siendo militante de la UJC.
El enfrentamiento a aquella traición mostró la madurez y capacidad del joven comandante. Además de la presencia y actuación en los sitios donde intentaron la acción contrarrevolucionaria, están sus discursos e intervenciones, en los que mostró su capacidad de reflexión y sus convicciones. El 21 de octubre, en el teatro Agramonte, en Camagüey, se dirigió a los miembros del Ejército Rebelde allí reunidos y, como parte del análisis de la situación y el camino futuro, se refirió a la interrogante de hacia dónde iba la Revolución que el traidor había enarbolado y afirmó: “vamos a realizar una verdadera justicia social, vamos a sacar a los campesinos y a los obreros de la miseria en que los tienen sumidos los intereses que hoy mueven la cuerda de la contrarrevolución”. Camilo afirmó que esa Revolución “cubanísima” no se detendría, llegaría al final.
En el acto del 26 de octubre en la capital, frente al Palacio Presidencial y ante una gran multitud, afirmó que ese pueblo no se dejaría confundir, que estaba dispuesto a morir en defensa de su soberanía y su libertad conquistadas, a la vez que estaba demostrando el gran apoyo al gobierno y a su líder Fidel, como rezaban los carteles que enarbolaban: “¡Adelante Fidel, que Cuba está contigo!” En ese discurso dijo a los enemigos de la Revolución que no nos íbamos a detener, que ante los ataques de los aviones y las traiciones no nos pondríamos de rodillas ni inclinaríamos las frentes, pues el valor y la dignidad del pueblo de Cuba era tan alta y firme como la Sierra Maestra. En ese contexto fue que afirmó que había un pueblo entero “dispuesto a morir si es necesario por no vivir de rodillas.” Y entonces, proclamó, se harían realidad los versos de Byrne:
Si desecha en menudos pedazos/ se llega a ver mi bandera algún día, / nuestros muertos, alzando los brazos, /la sabrán defender todavía.
Ese es el gran legado de Camilo al pueblo cubano.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.