Rubén Martínez Villena, uno de los hijos más íntegros que ha dado Cuba, sintió desde muy joven la necesidad de denunciar la corrupción política y administrativa de la que era víctima esta isla.
Así figuró entre los 13 jóvenes que se opusieron a la compraventa del Convento de Santa Clara, en 1923, un momento de crisis económica. Suceso que demostraba la corrección presente en el aparato gubernamental cubano en aquel entonces dirigido por Alfredo Zallas.
Villena no solo participó y denunció sino que fue el líder de este hecho, recogido en las páginas más gloriosas de la Historia de Cuba como La Protesta de los Trece. Aquel suceso se convirtió en el bautismo político de Villena que a partir de este momento encausó su destino a la lucha por una Cuba independiente y sin corrupción.
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Su entrega a la causa cubana le valió la admiración de otro patriota probado, como es el caso de Julio Antonio Mella que no dudó en invitarlo al Primer Congreso Nacional de Estudiantes y posteriormente a la fundación de la Universidad Popular José Martí, en la que se desempeñó como secretario. Incluso en este periodo fungió como abogado de Mella.
En el año 1925 tristemente llegaba a la presidencia de la República el tirano y dictador Gerardo Machado. Ya para este periodo Villena era un joven maduro políticamente hablando. En tal sentido era uno de los líderes que integraban las filas del primer Partido Comunista de Cuba fundado por Carlos Baliño y Mella.
Villena se convierte en la piedra en el zapato del dictador Gerardo Machado. Aquel joven no escatimó cuando se trató de su servicio a la patria, y desde disímiles frentes denunció la corrupción, y la tiranía existente en la isla. Sobresale en este contexto su dirección en la huelga general contra el tirano, su denuncia contra la prórroga de poderes y hasta su asesoría a la Comisión Nacional Obrera de Cuba.
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Incluso Rubén es capaz de enfrentar cara a cara al tirano, tras la encarcelación de Mella, Villena no claudicó en lo más mínimo en sus principios, incluso calificó a Machado con el epíteto que lo retrataría para posterioridad, “un asno con Garras”
Lastimosamente la salud del indomable joven comenzaba a deteriorarse víctima de la tuberculosis, no obstante organizó la huelga que derrocó la tiranía machadista, el 12 de agosto de 1933.
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