Casi todos los hoteles del país andan llenos por estos días de inicio de año, que marcan también la denominada Temporada Alta del turismo, una etapa en que la llamada industria del ocio aprovecha para relanzar a un sector que sigue siendo la “locomotora” de la economía nacional.
El año que acaba de dejarnos resultó muy fructífero para el turismo, que no pudo cumplir su meta de recibir a 2,9 millones de vacacionistas y quedó en 2,85 millones, cifra que, no obstante, significó un nuevo récord anual y sobre todo un crecimiento del 4,9 % en comparación con el año anterior, con ingresos cercanos a los 2 000 millones de dólares.
En el incumplimiento de los planes influyeron en primer término la crisis internacional que parece inacabable, así como las fallas en la comercialización y la cancelación de operaciones de cruceros.
De acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), Canadá, Gran Bretaña y Alemania siguen siendo los principales mercados turísticos para Cuba, una isla que, dicho sea de paso, sigue vedada para los estadounidenses, a quienes su gobierno prohíbe disfrutar de las playas cubanas.
Varadero, el principal balneario cubano, atendió en 2012 a poco más de un millón de vacacionistas. La hermosa Playa Azul recibió al 25 % de los vuelos que arribaron a la isla, y más del 40 % de los visitantes extranjeros prefirieron disfrutar sus vacaciones en la Península de Hicacos, asiento del balneario.
Para el presente año, Cuba debe acercarse a los 3 000 000 (tres millones) de visitantes, lo que significaría un crecimiento de 8,5 % y un aumento de los ingresos de 12,5 %.
En el logro de ese ambicioso objetivo, parece que la actual Temporada Alta, que va de noviembre último a abril venidero, dará un aporte sustancial, pues se espera contribuya al plan del año que comienza con 1 400 000 (un millón cuatrocientos mil) vacacionistas.
El país dispone de 335 hoteles, con una capacidad total de alojamiento de más de 58 000 habitaciones, de las que el 65 % clasifican como instalaciones de cuatro y cinco estrellas y el 71 % están dedicadas al turismo de sol y playa, mientras 23 % al de ciudad y 2 % al de naturaleza.
En la isla hay 30 empresas mixtas que tienen en operación más de 6 000 habitaciones, además, están en ejecución 62 contratos de administración y comercialización con 13 cadenas hoteleras internacionales.
A esa privilegiada infraestructura, que deberá crecer aún más en los próximos años, hay que sumar la existencia de más de 4 280 habitaciones y casas de alquiler, dos de los negocios con mayor auge entre los llamados cuentapropistas.
También los particulares administran más de 1 700 “paladares”, como se denomina en Cuba a los restaurantes privados.
El Ministerio de Turismo ha dejado de mirar a esos emprendimientos particulares como una competencia y ahora ha comprendido que son aliados estratégicos, por lo que el propio ministro Manuel Marrero ha dicho que completarán la gestión del sector con las formas de actividad turística no estatal, las que, en adición, tienen una tendencia creciente en el país.
Cuando a inicios de los 90, con la llegada de la dura crisis provocada por la desaparición del campo socialista europeo, Cuba empezó a desarrollar la industria turística, aquel emprendimiento parecía una opción lejana y hasta descabellada.
En esos años, la isla se configuró como un destino de sol y playa, pero ahora ha logrado desplegar una amplia gama de propuestas que incluyen naturaleza, calidad de vida, historia, cultura, congresos, viajes de incentivos, y náutica recreativa.
Poco a poco, la industria sin humo creció en Cuba y desde 2004 mantiene una atención sostenida a 2 000 000 (dos millones) de vacacionistas cada año como promedio, con un incremento de la calidad de los servicios, la infraestructura, y las ofertas.
El turismo, que como parte del sector de los servicios tiene un gran aporte al crecimiento del Producto Interno Bruto nacional, tiene un gran compromiso este año con la economía del país, que reclama un buen impulso de la locomotora.
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