Cuando llegan los meses de diciembre y enero (es decir, el año nuevo), nos asalta una avalancha de recuerdos. En mi caso, muchos están vinculados con una experiencia casi mágica: mi trabajo como enviado especial a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Desde allá, la llamada Ciudad de la Luz, escribí para la centenaria revista cubana Bohemia, en la cual trabajo desde 2010, y también para Cubahora (fue una crónica sobre la gran victoria del luchador Mijaín López), la primera digital de nuestro país, en la cual lo hago desde su mismísima fundación en el año 1998.
Sí, la nostalgia me envuelve, evocando momentos que parecen sacados de un sueño.
Revisemos hoy, en una primera parte, algunos de esos momentos…
La inauguración en el Río Sena
El 26 de julio de 2024, París sorprendió al mundo con una ceremonia de apertura sin precedentes. Por primera vez en la historia olímpica, el evento no se celebró en un estadio, sino a lo largo del majestuoso río Sena.
Los atletas desfilaron en embarcaciones decoradas, navegando por el corazón de la ciudad mientras millones de espectadores los vitoreaban desde las orillas. El ambiente era electrizante: el aire vibraba con la energía de miles de almas reunidas para celebrar el deporte y la unidad.
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Aquella escena, con las luces reflejándose en el agua y los aplausos resonando como un eco interminable, se quedó grabada en mi mente como una postal viviente.
La gloria de Mijaín López
Uno de los pasajes cumbres fue la actuación del luchador cubano Mijaín López (estilo grecorromano/división de los 130 kilogramos). Con su quinta medalla de oro, único deportista con ese resultado en una misma prueba individual, el coloso se reafirmó como leyenda viviente.
Fue más que una victoria; un testimonio de su resistencia, disciplina y amor por su país. Presenciar ese triunfo, a pocos metros de distancia, me hizo reflexionar sobre el sacrificio y la dedicación que cada atleta aporta a su disciplina.
Los aplausos que llenaron el recinto fueron un homenaje no solo a Mijaín, sino al espíritu indomable del deporte cubano.
La determinación de Erislandy Álvarez
Otro de los recuerdos imborrables fue la actuación del boxeador cubano Erislandy Álvarez (división de los 63,5 kilogramos). Su serenidad y confianza eran palpables cada vez que entraba al cuadrilátero.
No era solo una cuestión de ganar medallas; Erislandy competía para demostrar que el trabajo duro y la perseverancia pueden romper cualquier barrera.
Cada combate suyo era un despliegue de talento y coraje, una lección viviente de que los límites existen solo para ser superados.
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El Estadio de Francia: escenario de emociones
En el icónico Estadio de Francia, las emociones continuaron desbordándose.
Este recinto, testigo de innumerables gestas deportivas, se convirtió en un santuario para los amantes del atletismo.
Entre las pruebas más esperadas estaban las finales de los 100 metros planos.
Desde las gradas, la tensión era palpable. Cada corredor en la pista cargaba con el peso de las expectativas de su país, y el silencio previo al disparo inicial era casi insoportable.
Cuando sonó el disparo, el estadio entero contuvo el aliento. Ver a los velocistas cruzar la meta con apenas centésimas de segundo de diferencia fue un espectáculo que desafió la lógica.
¿Quiénes se repartieron las medallas de los 100 metros? En el masculino: Noah Lyles (Estados Unidos/9,79 segundos), Kishane Thompson (Jamaica/también 9,79), Fred Kerley (Estados Unidos/9,81). Y en el femenino: Julien Alfred (Santa Lucía/10,72), Sha'Carri Richardson (Estados Unidos/10,87), Melissa Jefferson (Estados Unidos/10,92).
Cada carrera contaba una historia: sueños realizados y otros desvanecidos en un instante.
La adrenalina que sentí al presenciar ese despliegue de velocidad y determinación fue indescriptible. Por un momento, parecía que todos los que estábamos allí compartíamos el mismo latido, el de la pasión por alcanzar lo imposible.
Lecciones desde París
Mientras reflexiono sobre estos recuerdos, comprendo que París 2024 no fue solo un evento deportivo; también una celebración del espíritu humano. Cada atleta trajo consigo historias únicas, retos superados y aspiraciones compartidas. La Ciudad de la Luz sirvió como el escenario perfecto para un evento que iluminó las posibilidades infinitas del esfuerzo colectivo.
Queridos lectores olímpicos:
Este viaje no termina aquí:
Volveré a París 2024 en mis pensamientos, explorando lo que significó estar allí, en medio del fervor olímpico. Y en la belleza eterna de una ciudad que sabe cómo capturar el alma de quienes la visitan. Sí, volveré…
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