¡Queda una bala!

¿Se acuerdan los lectores del estribillo de aquella canción “sábado triste, domingo feliz”? Ojalá se cumpla para el tenaz y talentoso gimnasta Manrique Larduet, con un carisma y una historia de sacrificios que provocan el interés no solo de los cubanos…

Hoy (domingo) terminan las acciones del 47 Campeonato Mundial, en el estadio olímpico de la ciudad canadiense de Montreal, en el que, en sentido general, no ha podido cristalizar sus ambiciosos deseos de volver a llegar al podio de una competencia de este tipo.

Y lo decimos tras lo ocurrido ayer (sábado) en que terminó séptimo en manos libres, con puntuación de 14.100, aunque se impone recordar que en ese mismo evento un día antes en el de Máximo Acumulador había salido con una nota muy baja (13,933).

El resultado de ayer se une al quinto lugar un día antes en el de Máximo Acumulador, en el cual no quedó satisfecho con la puntuación que le otorgaron los jueces, luego de haber sido primero en las eliminatorias, lo que como es lógico disparó el entusiasmo.

En el punto más alto del podio este sábado se vio otra vez al japonés Kenzo Shirai (15.633 puntos), quien mantuvo así su título mundial, dejando bien alejados con plata al israelí Artem Dolgopyatt (14.533) y en bronce al estadounidense Yul Moldauer (14.500). Shirai había ganado bronce un día antes como Máximo Acumulador, en una final con un podio copado de asiáticos.

¿CÓMO FUE?

Hora de reflejar un par de datos sobre el japonés Shirai. Tiene una complejidad en su programa competitivo que lo daban como el indiscutido favorito: La corona que acaba de ganar es su tercera mundial en este evento, pues antes lo hizo en 2013 y 2015 con una medalla de plata intercalada en 2014.

Y un dato sobre un representante latinoamericano: el chileno Tomás González finalizó quinto (14.266), es decir, dos puestos por arriba de Larduet. Se trata del también presidente de la federación de gimnasia de su país, quien accedió a esta final tras presentar una reclamación ante la Federación Internacional (FIG). Debido a ello fue la única final que tuvo nueve competidores en vez de ocho.

Es un caso interesante el de González, según leímos en un despacho cablegráfico de la agencia española Efe: tiene 31 años, ha sido tres veces finalista olímpico en suelo o salto, se operó de un tobillo al término de la pasada temporada. Sus nuevas tareas de dirigente y sus estudios universitarios de kinesiología le impiden entrenar a tiempo completo. Por ello solo se presentó en suelo. No descarta prolongar su carrera hasta los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, aunque decidirá "año a año".

SE ACABA EL MUNDIAL

Volvamos un momento a la inconformidad con las notas mostradas por Larduet tras la final de Máximo Acumulador. En realidad, tratemos siempre de ser justos, no fue el único que lo hizo. Hubo incluso uno no cubano, según reflejó desde la sede el colega Aliet Arzola Lima, del periódico Granma, opinión que reproducimos…

“El prestigioso entrenador japonés Junsuk Iwai, actualmente asesor y preparador de la escuadra colombiana, reconoció en breve intercambio con nuestro diario que la competencia del jueves en la noche presentó muchas deficiencias en las calificaciones y dio la impresión de estar arreglada. ‘Lo peor es que pienso que va a seguir así, por eso ustedes los cubanos tienen que ser fuertes y mantenerse sólidos para poder ganar´”, refirió.

Cuando ya casi llegamos al final de esta nota, es cuanto sabemos sobre el desempeño este sábado de Manrique Larduet, de 21 años de edad, ganador de dos medallas en el mundial de Glasgow 2015: plata en máximo acumulador, y bronce en barra fija.

A Larduet le queda todavía una bala para disparar en Montreal. Será este domingo, día de la clausura, en el evento de paralelas. Y como es de suponer tiene muchas ganas de dar en el blanco.

¿Cómo se presentan sus posibilidades? Un dato más, aunque sabemos que no se puede tomar como definitivo: logró la tercera mejor puntuación tanto en la clasificación como en la final general.

En cualquier caso, más allá del muy lógico deseo de alcanzar una medalla, nos parece válido repetirle el consejo del final nuestra nota anterior: “¡Manrique, diviértete!”.