Nunca es tarde si la dicha es buena. Eso dicen y el estado de ánimo de Misleydis González, lo confirma. Ella está feliz; tan feliz que sus primeras palabras son, precisamente, para confirmar lo contenta que se siente por saberse medallista olímpica. Y es que esta balista, de las más destacadas que ha tenido nuestro país, ha alcanzado un sueño: ha llegado al podio olímpico. Una quimera por la que se entrenó día tras día desde su llegada al deporte de alto rendimiento.
En sus inicios, la esbelta bayamesa era velocista, y con resultados para la categoría en las que se desempeñó. Ganó varias medallas, título incluido, en los Juegos Escolares. Sin embargo, las puertas del equipo nacional se abrieron con la propuesta de dedicarse a la impulsión de la bala.
“Un profesor, Narciso, que era entrenador aquí en La Habana del equipo nacional juvenil me pregunta si me interesaría lanzar la bala, dije que sí, me hacen una prueba y me captan”, cuenta Misleidys.
De la mano de esta especialidad comienza a desandar por los caminos del deporte al más alto nivel. Un trecho largo, signado por una estabilidad que la hizo habitual en las finales de los campeonatos mundiales: sexta en Budapest 2004, octava en Helsinki 2005, cuarta en Valencia 2008, octava en Berlín 2009, séptima en Doha 2010, y también en las citas olímpicas, siendo los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 testigo de uno de los puntos más altos de su rendimiento competitivo.
En la capital china, con 19.50 metros, finalizó en la cuarta posición. Se quedó a las puertas del podio y con el mal sabor de haber fallado una vez más en su misión de encaramarse en el podio olímpico. Ocho años después, el Comité Olímpico Internacional (COI) ha anunciado que las bielorrusas Natalya Khoronenko/Mikhnevich y Nadezhda Ostapchuk, segunda y tercera, por su orden, fallaron los controles retroactivos practicados a las muestras almacenadas de la ocasión y ordena la eliminación de sus resultados deportivos en dicha cita. La noticia favorece a la cubana que escala posiciones, primero para merecer el bronce y días después, para afianzarse como la flamante medallista de plata en impulsión de la bala de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
—¿Cómo recibió la noticia?
—De casualidad y gracias a que mi entrenador, Justo Navarro, que se encuentra trabajando en Brasil, llamó a su esposa Josefa para contarle. Entonces ella me llama a la casa y me dice que cómo era posible que yo no le hubiera dado esa noticia…
“Me quedo en blanco y le pregunto que de qué me habla y ahí es cuando me entero de lo que había sucedido, cuando ella me cuenta que habían suspendido a Mikhnevich y que me correspondía la medalla de bronce de Beijing.
”Me puse a llorar, yo no me esperaba una cosa así, mucho menos después de tantos años. Pero, la ley de Dios no admite trampas y siempre, más tarde o más temprano, las verdades salen a la luz.
”Se me hizo un nudo en la garganta, no sabía qué hacer; si reír, si saltar, si gritar. No me lo creía y me comuniqué con Justo y él me lo ratificó. A los pocos días, se lo dijeron a mi esposo (Isbel Luaces) aquí en el Estadio Panamericano.
”De la plata si me enteré aquí en el Estadio, por intermedio del compañero Abril y de Yipsi Moreno. Vine a hacer unos papeles para lo del bronce, y al llegar me dicen que hay que repetirlos porque se acababa de confirmar la segunda descalificación. Si te soy sincera, yo me sentí mucho más contenta con el bronce que con esa nueva noticia. Las sensaciones de la primera noticia fueron muy superiores”.
—¿Un sueño hecho realidad?
—No voy a negar que me siento súper contenta, pero me habría gustado disfrutar ese momento y vivir las sensaciones que se experimentan en el instante que termina la competencia. El 2008 fue un año de mucho sacrificio, una temporada en la que me preparé con todo mi esfuerzo para buscar ese sueño de todo atleta que es estar en un podio olímpico y no pude. Fui cuarta, un lugar que para mí siempre ha sido muy malo porque significa quedarse a las puertas del cuadro de honor. Sin embargo, el haber quedado en ese cuarto lugar es lo que hoy me ha posibilitado ser medallista de plata. Cosas de la vida.
—Tras tantos años dedicados al deporte, con la meta de lograr una medalla al más alto nivel, de seguro había muchas personas a las que le habría gustado recordar en ese momento. A riesgo de que suene a cliché, pero ¿le gustaría dedicar este resultado?
—Por supuesto, este resultado se lo dedico, en primer lugar, a mi entrenador Justo Navarro, el artífice de las dos medallas olímpicas que tiene la impulsión de la bala cubana. La de Yumileidi Cumbá y ahora, esta plata mía. También fue el entrenador de María Elena Sarría, de Belsis Laza y creo que se merece que se le reconozca por su trabajo. También se lo dedicó a todas las personas de mi entorno que lucharon por eso y que se sacrificaron junto a mí, al pueblo de Cuba y al Comandante en Jefe, que, aunque no esté físicamente, también es el motor de los resultados del deporte cubano.
—Su opinión sobre el dopaje
—De más está decir que estoy en contra de la utilización de sustancias de este tipo en el deporte. Los atletas limpios nos sacrificamos mucho por lograr resultados y es muy injusto que no lleguen porque otros han jugado sucio y vencen con trampas. Ahí se escapan los sueños y se desvanece mucho tiempo de preparación y esfuerzo.
“Es muy importante que se siga trabajando para limpiar el deporte. Que se eliminen estas prácticas, para que sean el talento y el esfuerzo los verdaderos protagonistas en los resultados deportivos. Este mal hay que frenarlo ya.
”Sabes, comprobar tantos años después que perdiste ante atletas que no jugaron en las mismas condiciones que uno también duele”.
—Su especialidad, la impulsión de la bala, es una de las modalidades con recurrencia en la detección de casos positivos. Sin embargo, dentro del ir y venir de infractores se yergue una mujer que cuenta sus presentaciones con medallas. Hablamos de Valerie Adams, cuatro veces titular mundial y doble campeona olímpica, y la pregunta es: ¿confía en la pulcritud de sus conquistas?
—Creo que Valerie es una atleta excepcional. Por condiciones físicas, por capacidad competitiva, por su técnica, se merece todos los resultados que ha ganado. Es, por demás, una agradable persona. Las experiencias que tuve de competir con ella son especiales, y creo que ha ganado por sus condiciones y su esfuerzo. Tampoco metería mis manos en la candela porque en este mundo no hay nada que sea imposible, pero sinceramente, confío en que está limpia.
—¿Cómo recuerda la final de 2008?
—Beijing fue una Olimpiada fuerte, y aunque en su momento me supo agridulce el resultado, siempre guardé la satisfacción de saber que era cuarta, pero con el mejor registro (19.50m) de mi carrera deportiva.
—Su valoración sobre el estado actual de la especialidad…
—Después de que Cumbá, Mailin Vargas y yo salimos del equipo nacional ha habido un vacío en cuanto a resultados internacionales. La salud de esta especialidad en Cuba no es buena. Cierto es que hay algunas muchachas jóvenes, pero hay que trabajar.
“En el panorama internacional, hay muchas atletas de nivel, pero no son tan jóvenes. Hay mujeres de mi época que son las que están dominando junto a Valerie actualmente”.
—Y usted, ¿tuvo referentes?
—La generación dorada del atletismo cubano, con Osleidys (Menéndez), Ana Fidelia (Quirot), Sotomayor (Javier), Yipsi (Moreno), siempre fue un referente para mí porque eran un paradigma a seguir en nuestro país. También Mireya Luis, que la admiré mucho. En mi especialidad, tuve afinidad con una alemana, Astrid Kumbernuss, porque físicamente y técnicamente era un modelo que me gustaba seguir, ya que encontraba cierto parecido conmigo. Tuve la oportunidad de coincidir con ella en Atenas 2004, cuando estaba en el final de su carrera. Ella era fuerte, alta, no corpulenta, por lo que basaba sus resultados en la técnica y la rapidez de su movimiento, algo que asocio conmigo.
—¿El momento más especial de su carrera?
—Las competencias se disfrutan todas, pero recuerdo especialmente el desenlace de los Panamericanos de Rio de Janeiro en 2007 y la final de 2008, porque fueron mis momentos más importantes en cuanto a resultados.
—Londres 2012 fue su última competencia…
—A mí en Londres no me fue bien y eso me impulso a decir adiós, porque yo había tenido una carrera deportiva larga y de resultados estables, entonces, yo notaba que mi rendimiento ya no era el mismo. Creo que hice lo que tenía que hacer, despedirme para no empañar lo hecho. Lo considero como una retiraba a tiempo, era el momento justo. Además, ya tenía cierta edad (33) y quería tener a mi bebé. Tenía que pensar en esa nueva etapa de la vida. Sueño que cumplí en un año más tarde.
—Se reprocha algo…
—No, porque me dediqué en cuerpo y alma a mi carrera deportiva mientras estuve en activo. Puede que se me haya juzgado mal, pero tengo mi conciencia tranquila y estoy orgullosa de mi vida como atleta porque siempre di lo mejor de mí, con disciplina y entrega máxima.
—¿Qué hace Misleidys hoy?
Me he dedicado a mi niño. Me he convertido en una ama de casa. Fue algo que me propuse hacer, cuidar exclusivamente a mi bebé hasta que cumpliera los tres años. Ahora que los tiene, voy a reintegrarme al deporte que es mi profesión y ha sido el eje de mi vida. Quiero poder enseñar lo que aprendí, así que tengo que vincularme. ¿Dónde? no lo sé, pero es lo que quiero, trabajar con y para el deporte.
—¿Desea agregar algo?
—Bueno, eso, decirles a mis seguidores que actualmente no estoy vinculada al deporte, pero pienso vincularme. Que estoy feliz porque he ganado mi medalla y lo veo como el premio justo a tantos años de esfuerzo. No siento que se me ha regalado nada, creo que, aunque haya demorado ocho años en reconocerse, es lo que logré en esa final olímpica. Nada, que estoy muy contenta por esta medalla.
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