Ahora que la pelota cubana abre sus puertas al profesionalismo con presencia oficial en los Clásicos e inserta atletas nacionales en equipos de la Liga Profesional mexicana me siento en el derecho —¡y en el deber!— de trasmitir a los jóvenes lectores épocas del pasatiempo nacional poco divulgadas, máxime cuando el béisbol de la MLB —Grandes Ligas— es visita frecuente en nuestra televisión con amplias reseñas, entrevistas y estadísticas de los big leaguers de hoy y de antaño.
El período de la Liga Cubana Profesional al que quiero referirme hoy se enmarca entre el 1949 y 1961, época en que el Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao presentaban hasta ocho peloteros yanquis en sus respectivas nóminas. Mientras tanto, el talento cubano apto para jugar esa pelota se paseaba por los corredores del Stadium del Cerro, en lo que el ingenio criollo bautizó con popular sarcasmo “la liga del pasillo”.
Históricamente, los peloteros norteamericanos pasaban por nuestros campeonatos profesionales, muchos de ellos procedentes de las discriminadas ligas negras de EE. UU. (la barrera racial la rompió Jackie Robinson en 1946), pero fue a consecuencia de la guerra desatada por el llamado “béisbol organizado” contra la Liga Mexicana que se emplantillaron permanentemente ocho jugadores importados de USA en cada uno de los equipos cubanos.
Los hechos fueron estos: En 1947, en un caro empeño por elevar el nivel del certamen mexicano que se jugaba paralelamente al de las Grandes Ligas (abril-octubre), los hermanos Jorge y Bernardo Pasque, mediante tentadoras sumas de dinero, captaron a cerca de una veintena de peloteros de las Mayores, algunos de ellos ya establecidos y otros prospectos de las canteras en desarrollo.
No aceptaron los magnates americanos aquel desafío, y quienes cruzaron la frontera para jugar en México fueron separados indefinidamente de los circuitos norteamericanos. No solo los “pecadores” fueron sancionados, también corrieron igual suerte quienes se mezclaron con los disidentes, en México o en cualquier otro lugar del planeta, no importaba nacionalidad.
Vetados para participar en el campeonato de la Liga Cubana 1947-48, los excomulgados, entre los que se encontraban la flor y nata criolla, se vieron obligados a improvisar un sugestivo torneo en la Tropical que contó con los equipos Leones, Alacranes, Santiago y Cuba y el masivo respaldo de la afición.
Ello motivó que el campeonato oficial de Cuba, celebrado en el Coloso del Cerro, entrara en crisis y fue entonces que, en beneficio propio, se trató de salvar la continuidad de la Liga Cubana mediante un convenio, en el cual los máximos dirigentes del béisbol mundial se comprometían a suministrar de forma permanente ocho peloteros de Grandes Ligas, o de sus incubadoras, a cada uno de los cuatro clubes participantes (Habana, Almendares, Cienfuegos y Marianao), para suplir las ausencias de los sancionados. Con este acuerdo se pretendía sofocar el brote revoltoso de los “inelegibles” que jugaban en la Tropical.
Las presiones financieras y deficiencias organizativas hicieron zozobrar el campeonato del parque cervecero. Cuando arreciaron las dificultades de los rebeldes se dictó una intencionada amnistía favorable solo para los peloteros mejores cotizados en las Grandes Ligas. El resto arrastró el peso de “sus culpas”, incluidos algunos cubanos.
Esta situación terminó cuando al triunfo de la Revolución, en 1959, el Alto Comisionado de Béisbol de la MLB prohibió a los peloteros estadounidenses venir a Cuba porque el gobierno de Castro —dijo— “no le ofrecía garantías”. Semanas antes, a los Cuban Sugar Kings los despojaron de su franquicia en La Habana esgrimiendo similares mentiras.
Creada la Asociación de Peloteros Profesionales de Cuba, presidida por Orestes Miñoso, se efectuó únicamente con jugadores de casa el campeonato de la Liga Cubana, que culminó brillantemente. Ya la Revolución había triunfado y se avecinaban grandes cambios…
En 1962, por Resolución 83-A del recién creado Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) se erradicó la práctica del deporte profesional en nuestra patria. Al tomarse esta medida, se garantizó trabajo a quienes deseasen permanecer en Cuba. Los que optaron continuar su carrera profesional fuera del país hallaron luz verde para hacerlo.
Fueron muchos quienes prefirieron quedarse y, unos más, otros menos, contribuyeron a los éxitos de la pelota revolucionaria que, para orgullo de nuestro pueblo, ganó múltiples torneos regionales y mundiales y especialmente las medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, Atlanta 96 y Atenas 2004.
La presencia de tanto pelotero Made in USA en la llamada Liga Cubana motivó que nuestro poeta nacional Nicolás Guillén expusiera en “Cualquier Tiempo pasado fue peor” esa situación con su maestría acostumbrada.
Esteban
13/8/13 5:18
La regla que regía en 1955 era que los equipos cubanos podían tener hasta un máximo de 7 peloteros americanos. Por otro lado, todo pelotero americano activo en las Mayores sólo podía jugar entonces durante sus dos primeros dos años en la MLB, en la profesional de cualquier país del Caribe, luego se les tenía prohibido mientras fuera activo en las mayores.
pacope
6/8/13 14:45
¿Usted realmente se cree lo que ha escrito?¿Sería necesario recordarle el line-up regular de cada uno de los 4 equipos? Precismanete la presencia en la nómina de peloteros norteamericanos (no diga "yankee" para que no le digan "cubiche" ni "indio") permitía que Cuba tuviera la mayor cantidad de peloteros en las Grandes Ligas y el ónico equipo latinoamericano de la Liga Internacional. Gracias y espero publique mi respuesta sin ningun temor.
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