Probablemente nunca antes el Gran Maestro Leinier Domínguez haya disfrutado tan poco una victoria sobre un jugador con más de 2700 puntos de coeficiente ELO. En cualquier otra circunstancia, un triunfo sobre Vassily Ivanchuk (2755) hubiera significado un momento de extraordinaria alegría para el cubano; pero, como él mismo declaró en una conferencia de prensa, “sentía mucho no devolver el favor” al ucraniano.
Para entender el descontento de Leinier debemos analizar lo ocurrido en la tercera ronda de la cuarta parada del Grand Prix que se celebra en Salónica, Grecia. El cubano comenzó con una derrota ante el estadounidense Gata Kamsky (2741) y luego igualó rápidamente frente al ucraniano Ruslan Ponomariov (2742). El siguiente rival fue Ivanchuk quien abrió con el peón dama y Domínguez respondió con la línea principal de la Defensa Grünfeld.
No era la mañana (hora de Cuba) de Leinier, pues Ivanchuk alcanzó una ventaja absolutamente ganadora antes del movimiento 25. La presión de la dama, torre, caballo y alfil del europeo parecía suficiente para romper la defensa de Domínguez; pero el ucraniano consumió demasiado tiempo en el reloj. En Salónica, a diferencia de otros torneos, cada participante recibe dos horas para completar los primeros 40 movimientos de la partida, sin incremento de 30 segundos por jugada.
“Chucky” entró en serios apuros, pues le quedaban muy pocos segundos para llegar a la jugada 40. Esto provocó que cometiera una serie de errores consecutivos que hundieron su posición, hasta que dejó a un caballo indefenso. ¿Qué hizo Leinier? En un gesto que demuestra su ética y compromiso con el juego limpio, el cubano no aceptó el “regalo” del ucraniano y trató de dar tres jaques consecutivos, para que los árbitros decretaran el empate por “jaque perpetuo”. No hubo tiempo, pues antes de que se concretaran los tres movimientos, cayó la bandera en el reloj de Ivanchuk. El cubano incluso pidió registrar la partida como “tablas”, pero los jueces, amparados en el reglamento, negaron su solicitud.
Cuatro años atrás, en el torneo de Linares, Ivanchuk y Leinier vivieron una situación similar: ambos estaban apurados y el europeo tumbó varias piezas. Cuando llegaron al control de tiempo, el cubano quedó en una pésima posición. Ante esto, el ucraniano, en un gesto deportivo, le ofreció tablas porque se sintió mal por las piezas caídas. Ahora Domínguez quiso devolver el favor; pero no fue posible.
OTRA VICTORIA, ESTA SÍ CONVINCENTE
Un día después de esa inolvidable partida, Ivanchuk y Leinier afrontaron con ánimos diferentes la cuarta fecha del Grand Prix. El ucraniano quedó muy afectado por el revés y apenas hizo resistencia frente al búlgaro Veselin Topalov (2793) quien lo derrotó en 22 movimientos de una Defensa Siciliana, variante Rossolimo.
Mientras, Leinier, con blancas, enfrentó al ruso Peter Svidler (2769). El cubano acudió a su principal arma: la apertura Ruy López. Su rival tomó el control del flanco dama, con la torre en la séptima fila; pero las amenazas del blanco sobre el rey negro, con la dama y la torre, pesaron más. Luego, el avance del peón por la columna “f” acabó con la defensa de Svidler. Este triunfo—su tercero en la serie Grand Prix—de seguro sí fue muy celebrado por Domínguez quien ha añadido otros siete puntos a su ELO en vivo que ahora es de 2734.
Tras cuatro rondas, siete jugadores comparten la cima en Salónica, todos con 2,5 puntos: Leinier, Kamsky, Topalov, Alexander Grishuk, Rustam Kasimdzhanov—el próximo oponente del cubano—, Fabiano Caruana y Alexander Morozevich; mientras, Ivanchuk cierra la tabla de posiciones, con apenas 0,5 puntos.
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