No vive sus mejores tiempos, pero el deporte es una de las joyas de Cuba, levantada todas las mañanas sobre sí misma para mantener en su pecho la medalla de la vida.
La isla irredenta que durante tantos años encabezó la tabla de posiciones de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, fue tradicional segunda en los Panamericanos y llegó a ocupar un asombroso quinto lugar en los Olímpicos de Barcelona-1992 no llegó ahí por casualidad ni inversiones millonarias propias del mercado del deporte.
Fue, sobre todo, ingenio, pensamiento, visión. Todo eso resumido en la genialidad de un líder que supo, desde su infancia, aquilatar las virtudes del deporte para la humanidad. Apenas triunfó la Revolución Fidel desplegó sus sueños de convertir a Cuba en una potencia deportiva, capaz de competir con los mejores del mundo.
Una isla flaca y larga, perdida en muchos mapas, lo mismo políticos que económicos, comenzaba una genuina y profunda transformación cultural que implicó, además, potenciar la práctica de ejercicios físicos para bien de la salud y de la identidad de un pueblo, que lleva en sus genes la voluntad de ganar siempre.
Así surgió el movimiento deportivo dentro del país, con una amplia red de instalaciones deportivas y competencias a todos los niveles, encabezadas por el Inder, entidad gubernamental encargada de los deportes.
Era la estrategia de Fidel: empezar desde adentro para luego impactar fuera, donde a Cuba se conocía por el ajedrecista José Raúl Capablanca, el esgrimista Ramón Fonst, algunos boxeadores y el béisbol.
Fidel dotó de relevancia al binomio deporte-salud. También se enfocó en deporte-espectáculo, deporte-patria y fue construyendo los ejes para robustecer un movimiento orientado a la socialización más que a la mercantilización.
De su pensamiento estratégico no se debe olvidar la atención personalizada, la incesante búsqueda de talentos en todos los parejes, por muy intrincados que sean, la aplicación de una idea cardinal: cambiar todo lo que deba ser cambiado, y la formación de atletas con compromiso y sentido patriótico: por encima de todo, Cuba.
Se viven tiempos complejos, duros, en que la apuesta del gobierno de Estados Unidos es a ponchar definitivamente la Revolución, y se juegan para lograrlo todas las cartas con las que puedan despojar a Cuba de sus símbolos, su identidad. En ese crucial partido entre dos visiones ideológicas diferentes, el deporte es clave.
Toca, desde adentro, asumir la lógica fidelista para superar obstáculos. Siempre otorgó prioridad al béisbol. Sabía de su impronta en la identidad del cubano. ¿Cómo explicarle a Fidel un sexto lugar en Juegos Panamericanos en el deporte nacional?
Aquellos enfocados en la desmemoria y cambiar la historia, hablan de que fue él quien eliminó el béisbol profesional aquí y obvian que esa resultó la respuesta a las decisiones desde Washington para impedir que los peloteros estadounidenses jugaran en la liga cubana y a los cubanos los pusieron a escoger: a uno u otro lado del estrecho de la Florida, pero no en los dos.
Es la misma estrategia imperial que impide a MLB tener relaciones naturales con la Federación Cubana de Béisbol y se jacta de cada jugador que decide radicarse fuera de la isla con la mira puesta en otros horizontes beisboleros.
Ante ese escenario tan adverso, el mejor homenaje a Fidel es buscar alternativas, generar transformaciones que robustezcan nuestro béisbol, con todos los que quieran jugarlo, de aquí y de afuera.
En juego, más que un deporte, está un proyecto país. Esta el proyecto país de Fidel y una generación que se entregó a edificar una obra humanista, salvadora, descolonizadora, en cuyas esencias el deporte es imprescindible.
En medio del contexto más agresivo vivido por Cuba, la estrategia deportiva de Fidel aún garantiza que esta isla siga siendo referente en el mundo y vaya el año próximo a la olimpiada de París a sumar medallas para el sur global.
Fidel siempre buscó cómo saltar muros, dio el ejemplo saltándolos y, sobre todo, enseñó a saltarlos. Ahí estuvo su genialidad. Su lección para el futuro. Muchas medallas llevan y llevarán siempre su nombre.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.