Ángel Valodia Matos Fuentes llegó “por embullo” al taekwondo, luego de haber intentado con el hockey, el baloncesto, el judo y la pelota. Al pasar de los años, recuerda que su afición por este deporte nació durante los Juegos Panamericanos de La Habana en 1991, cuando lo descubrió a través de las transmisiones televisivas.
“Era la época en que todos los muchachos queríamos ser como Bruce Lee. Con mi hermano veíamos una película y salíamos a tirarnos paratas. Entonces, mirando los Panamericanos del ´91, descubrimos el taekwondo y no paramos hasta encontrar el gimnasio donde se entrenaba y nos apuntamos; todos los muchachos del barrio nos apuntamos”, rememora sobre su llegada a un deporte que le propició las emociones más contraproducentes de su vida.
Con el taekwondo disfrutó de la gloria olímpica al coronarse en los Juegos Olímpicos del Sydney en el año 2000. En el State Sports Centre de la ciudad australiana, Valodia subió a lo más alto del podio en la división de 80 kg, venciendo en la pelea final al alemán Faissal Ebnoutalib. Ocho años más tarde, en los Juegos Olímpicos de Beijing, protagonizó un suceso que le alejó, para siempre, de la práctica de esta modalidad deportiva.
Tras ser declarado perdedor por el árbitro en la pelea de repesca por la medalla de bronce ante Arman Chilmanov (Kazajistán), Matos agredió con una patada al referí sueco Chakir Chelbat, y por ello fue descalificado.
El incidente fue catalogado por la Federación Mundial de Taekwondo (WTF por su sigla en idioma inglés) como “una grave violación al espíritu del taekwondo y de los Juegos Olímpicos” y en consonancia, ordenó la suspensión inmediata y de por vida del cubano y su entrenador, Leudis González, de cualquier evento de este deporte.
Valodia Matos, no obstante, es parte ineludible de la historia del taekwondo cubano, pues fue el primer —y único hasta ahora— campeón olímpico de nuestra tierra. La medida de la WTF lo alejó de los “flashes”, pero no pudo desvincularlo del deporte de su vida. Actualmente trabaja con el equipo juvenil masculino en la EIDE Pedro Díaz Cuello, de la provincia de Holguín.
—¿Cómo recuerda los sucesos de Beijing 2008?
—Fue muy duro lo que sucedió porque pasé cuatro años preparándome para esa competencia y todo se destruyó en seis minutos.
“Soy consciente que no debí agredir al referí. Yo no sé qué me paso porque yo no soy así, pero la sangre me hervía por saber que intentaron comprarme y como no pudieron conmigo, entonces compraron al referí”.
—Al pasar de los años, ¿sostiene el criterio de que fue despojado de la victoria en esa pelea?
—Así lo creo, se me despojó de la victoria en ese combate y como consecuencia de esto no tuve oportunidad de buscar la medalla.
—Es consciente de que, probablemente, se le recuerda más por ello que por sus méritos deportivos.
—A veces sucede, pero todos saben también que soy campeón olímpico. Las personas me ven y dicen “mira por ahí va Valodia, el campeón olímpico, él que le dio la patada al árbitro” y exclaman porque lo recuerdan.
—¿Qué fue de su vida tras este momento?
—Mi vida cambio totalmente, porque tuve que dejar de hacer lo que más amaba en el mundo, que era combatir por darle gloria a mi provincia y a mi país.
—Dicen que nada se compara con la gloria olímpica
—Es así, la gloria olímpica no tiene comparación, es lo más cerca que puede estar un mortal de los dioses.
—Años más tarde, Glenhis Hernández fue sancionada por un gesto antideportivo durante los Panamericanos de Guadalajara. ¿Fue justa la medida? ¿Por qué?
—Creo que fue un mal gesto de su parte, pero también creo que no era para tanto. Es posible que estuvieran evitando una reacción como la que yo tuve en los Juegos Olímpicos, pero no pueden juzgar a todos por el proceder de uno.
—Viajemos hasta Australia en el año 2000. ¿Qué recuerdos les trae la medalla olímpica?
—Es una combinación de sentimientos. La medalla olímpica me trae buenos y malos recuerdos. Los buenos tienen que ver con haber llegado a lo más alto y poder darle un alegrón a toda Cuba, pero fue complejo para mí, porque esa medalla está ligada a la pérdida del ser más amado que tiene una persona. Mi madre murió dos días antes de que yo empezara a competir. Este mes de agosto se cumplieron 18 años de su muerte, y el dolor de la perdida todavía está presente.
—¿Qué opinión le merece el estado actual del taekwondo cubano?
—Entiendo que estamos en un buen momento, pero creo que se les deben dar (a los muchachos) más oportunidades de competir en el extranjero, como también pienso que no les deben faltar los recursos básicos para entrenarse; los petos y las cabeceras electrónicas.
—Pronósticos para Tokio 2020…
—Es un asunto complejo y en este minuto dar un pronóstico sería muy apresurado. Es un deporte de combate que es bastante impredecible, además de que por las limitaciones que tenemos sería inoportuno.
—Si miramos a su carrera deportiva, al margen del acontecimiento que lo aleja, se siente satisfecho.
—No me siento satisfecho, pero sí honrado de ser el único campeón olímpico de mi deporte hasta el momento.
—Algo que desee agregar
—Quiero agradecerle al Comandante Fidel Castro por no dejarme solo en un momento tan duro como fue el 2008 para mí. Donde quiera que esté, le envío mi agradecimiento eterno y no solo por estar de mi lado sino por todo lo que hizo por los cubanos, por Latinoamérica y por muchos países del mundo.
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