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sábado, 23 de noviembre de 2024

El domingo, la familia y la mitad del calendario

¿Seduce la LI Serie Nacional a la familia cubana? No hay estadística al respecto, pero son alentadores los registros de asistencia los domingos que comienzan subseries...

Rafael Arzuaga Junco en Exclusivo 05/02/2012
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aficionados de santiago
Los registros de asistencia son alentadores (Juan Moreno Hernández / Cubahora)

Nunca antes el domingo marcó el inicio de una subserie en campeonatos cubanos de béisbol. Ese día estaba marcado, siempre, invariablemente, para inauguraciones, Juegos de Estrellas y el partido conclusivo de los duelos disputados los fines de semana. Igual que en Estados Unidos existe el Súper Martes en años de elecciones presidenciales, en Cuba existía el Súper Domingo en temporada de pelota. Era, y se decía con jactancia, una de las opciones más recurridas de la familia para combatir el hastío que muchas veces envuelve a esos días. Era la jornada de la familia en el estadio.

Ya la familia, lo sabemos, va cada vez menos al estadio. Sea porque la calidad de la pelota ya no seduce o porque el deficiente transporte no ayuda, sea porque ahora hay muchas familias disfuncionales o porque cambió demasiado la dinámica de nuestras vidas, lo cierto es que hoy es una extrañeza la imagen de la pareja con sus hijos, del padre con su vástago masculino, sentados en un lugar de la grada, degustando cualquier manjar a la par que, en dependencia del caso, descubren o disfrutan el juego, mientras el domingo languidece.

Ahora, en esta LI Serie Nacional con sus 17 equipos, las 15 pulgadas del box, la pelota Mizuno 200 y un calendario incalificable, el domingo sí puede marcar —y marca— el inicio de subseries, como ya pasó el 11 de diciembre de 2011 y el 15 de enero de 2012.

Quizás, esta peculiaridad cambie la tendencia última y las familias vuelvan los domingos a los estadios. Los registros de asistencia son alentadores. En los cuatro juegos disputados el 11 de diciembre se reunieron en los diamantes alrededor de 26 000 aficionados, contadas las concurrencias al Latinoamericano (Villa Clara-Industriales), José Ramón Cepero (Metropolitanos-Ciego de Ávila), Capitán San Luis (Granma-Pinar del Río) y Cándido González (Isla de la Juventud-Camagüey). Y, en el único desafío dirimido el 15 de enero, fueron al 5 de septiembre (Villa Clara-Cienfuegos) más de 8 500 personas.

Las cifras no son exorbitantes, por el contrario, hasta de modestas puede calificárseles. Pero sí me parecen alentadoras y ofician como referencia para pronosticar que más de una centena de familias (entendida no solo como la que se cree típica) se reunieron entonces en torno a un juego de pelota, que más y más podrían congregarse en el futuro en derredor de bolas y strikes.

Sí, esas cifras pueden aumentar. La calidad de la pelota no mejora a grande pasos, continúan los problemas con el transporte, la difuncionalidad familiar persiste y la vida transcurre cada vez con mayor prisa. Pero, a diferencia de aquellos domingos, hoy el campeonato cubano muestra tal paridad en la tabla de posiciones, que ha logrado el milagro de ir cautivando, poco a poco, a millares de aficionados, entre los que se cuentan muchos niños, muchas mujeres.

Ahora, por ejemplo, en Matanzas los resultados y otros pormenores de la LI Serie Nacional son de las informaciones más atendidas. Allí, hace unos pocos meses, el Victoria de Girón permanecía vacío y hablar de pelota solo valía la pena cuando Cuba enfrentaba compromisos internacionales. Ya no, de aquella cara ahora vemos su envés, o viceversa, poco importa ahora.


Y algo similar sucede en el entorno de Metropolitanos, Las Tunas, o Granma, cuyos aficionados casi quedaron descorazonados cuando perdieron en la pretemporada a uno de los pocos jugadores con cinco herramientas en el país y a dos lanzadores, y ahora, con Ciro Silvino de vuelta a la loma de los martirios, tienen parciales por doquier, ahora llevan fervientes seguidores hasta el occidental estadio Nelson Fernández, de San José de las Lajas.

En medio de la efervescencia que comienza a causar la Serie (al Latinoamericano fueron el viernes más de 38 725 aficionados), este domingo inician cinco subseries que señalarán la arrancada de varias selecciones hacia la mitad de su calendario y que los cubanos, en familia o no, debieran seguirlas con atención.

Donde una vez si disputaron partidos por el título de Cuba, en el Nelson Fernández, el anfi-trión Mayabeque (15-30), penúltimo de la Liga Occidental, recibe a Santiago de Cuba (25-17), segundo clasificado en la Liga Oriental. Y, también en un estadio del Oeste, el José Antonio Huelga, Sancti Spíritus (21-24), urgido de ganar, recibe a Villa Clara (29-14), el mejor equipo hasta la fecha, en una de las más atractivas porfías.

Interesante, casi seguro, resultará también el pulso entre Ciego de Ávila (26-20) y Cienfuegos (24-21) en el José Ramón Cepero de la capital avileña, toda vez que se trata de dos de las selecciones más homogéneas del campeonato, cuyos rendimientos han sido irregulares.

Y hasta el Mártires de Barbados y el Nguyen Van Troi deben moverse, en multitud, granmenses y guantanameros. Los primeros para apoyar y disfrutar el posible paseo en coche de Granma (24-21) versus Isla de la Juventud (13-32), último entre las 17 novenas de la lid; los segundos para aupar a Guantánamo (20-24), que necesita mucho apoyo moral para salir del agujero en que está metido.

Si van con sus parejas y la prole, si con novias o esposos, si con hermanos y primos, si con padres postizos e hijos adoptivos, eso es lo que menos interesa. Importa que asistan, sus equipos lo necesitan y el espectáculo promete no ser menor.

Y asistir a un juego de pelota, encima, es hoy una opción nada despreciable para apurar cinco o más horas del domingo, para distraerse, sin acribillar el peculio familiar, la víspera del regreso a la cotidianidad y los ahogos de la vida.


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Rafael Arzuaga Junco


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