En la próxima edición del Clásico Mundial de Béisbol jugarán 20 selecciones nacionales, cuatro más que en las cuatro anteriores, una noticia que agradó a los ocupantes del puesto nueve en delante de la cita de 2017, pues fueron confirmados automáticamente.
En la pasada justa Estados Unidos ganó por primera vez; Puerto Rico, por segunda vez y al hilo, se quedó con el traje plateado, y Cuba pasó agónicamente al segundo segmento, donde fue barrido de manera inmisericorde.
Los organizadores del Clásico —Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (WBSC), la oficina del Comisionado de las Grandes Ligas (MLB) y la Asociación de Peloteros de Grandes Ligas (MLBPA)— anunciaron el crecimiento, animados por el propósito de seguir promoviendo este deporte en medio de la competencia de otros que son más dinámicos y fáciles de comprender.
Cuba, de hecho, tenía su pasaje seguro al quedar entre los ocho primeros en la pasada justa, el mismo puesto que ocupa ahora en el ranking mundial. Quién iba a pensar hace una década que íbamos a caer tanto. La pelota, redonda, toma rumbos impredecibles, aunque en este caso no lo es tanto.
¿Cómo se completará la veintena de contendientes? En marzo, a la par del preolímpico de América y en los mismos campos de Arizona, se jugarán dos clasificatorios para definir los cuatro “invitados” de última hora.
Entre el 12 y el 17 de marzo, se verán las caras Brasil, Francia, Alemania, Nicaragua, Pakistán y Sudáfrica, por dos boletos. Unos días después, del 20 al 25, casi simultáneo con el preolímpico, les tocará a Panamá, España, Filipinas, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y República Checa por los restantes tiques.
Para Nicaragua será una doble tanda, pues terminando con el certamen rumbo al Clásico, empieza, sin moverse del lugar, el clasificatorio para Tokio 2020.
Del primer grupo, Sudáfrica (2006 y 2009) y Brasil (2013) saben lo que es competir en el evento de selecciones de béisbol de más alcurnia en la actualidad. Del segundo, Panamá (2006, recuerden el pelotazo que fue y que el bateador dijo que no para suerte de Cuba, y 2009) y España (2013), también tienen experiencias en dichas lides.
Con ese aumento de participantes cambiará el sistema de competencia, que hasta la pasada edición contemplaba cuatro grupos preliminares de cuatro equipos en cada uno. Avanzaban dos por aparatado y se reorganizaban en par de llaves, también de a cuatro elencos, y de ahí salía el cuarteto semifinalista.
En la edición inaugural, Cuba, contra todos los pronósticos especializados y hasta de los más optimistas vaticinios dentro de la Isla, llegó a la gran final frente a Japón, rey que luego revalidó su corona en 2009.
República Dominicana se alzó con el cetro en 2013, doblegando en el último juego a los boricuas, quienes tampoco pudieron en 2017 contra Estados Unidos en la discusión del título. Pero par de finales seguidas, solo ellos y Japón. Lo de los samuráis no tiene comparación, de 4-4 podios: dos oros y dos bronces.
Queda casi un año para el quinto Clásico y el panorama para Cuba no ha cambiado mucho desde la última edición. Con el potencial disponible las aspiraciones, objetivamente hablando, no son muy altas, aunque lo más seguro es que para entonces ya haya más de un ex Grandes Ligas con opciones de integrar la selección con las reglas actuales de la Federación Cubana de Béisbol.
Si hay cambios en ese sentido y se pueden convocar jugadores fichados en ligas profesionales por cuenta propia, las posibilidades de avanzar aumentarán, y si sucede lo que muchos desean: que los activos en Grandes Ligas y sus granjas vistan el traje del Cuba, entonces sí estaríamos en condiciones de repetir la final, y hasta aspirar a ganarla.
Lo que parece lejos estuvo muy cerca, hasta que Donald Trump (quién si no) ponchó el histórico acuerdo de MLB con la FCB de finales de 2018. Después de años de negociaciones se logró un acuerdo beneficioso para ambas partes, que ahora mismo estaría dando sus primeros dividendos, pero los asesores del “rubio” al que le han dedicado cientos de memes burlescos, lo indujeron a congelar el pacto unos meses después.
Cuando él no esté al mando de la Casa Blanca, es muy probable que su sucesor, sea demócrata o republicano, saque el acuerdo del congelador y lo caliente con algo de sensatez. A lo mejor sucede antes del próximo Clásico. Ojalá, por el bien, sobre todo, de los atletas, quienes no tendrán que abandonar Cuba para jugar legalmente en la meca del béisbol mundial.
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