Me duele mucho pensar que con una comitiva de 365 atletas inscritos para incursionar en 38 de las 60 disciplinas convocadas, la delegación cubana concurra con un bajo pronóstico de entre 18 y 22 títulos a los XIX Juegos Panamericanos de Santiago 2023.
Es cierto que hace ya un buen tiempo Cuba dejó de ser la segunda potencia del área panamericana (antecedida solo por el siempre favorito Estados Unidos), dadas las conocidas razones que vienen afectando al INDER: continuos abandonos de atletas, emigración a otras naciones, escasa entrada de implementación deportiva de punta por el brutal bloqueo, pocos eventos internacionales de confrontación... y otras.
Pero también es muy cierto que gigantes poblacionales de países como Canadá, Venezuela y México, por solo citar tres ejemplos, han mejorado enormemente sus prestaciones con la llamada a filas de entrenadores extranjeros de reconocido aval. Y en lares morochos y aztecas pululan por doquier estrategas cubanos, un punto más del debilitamiento en nuestras filas.
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Por eso, también nos duele pensar que una otrora potencia del área como fue Cuba, ahora apenas tendrá presencia en 227 de las 425 pruebas incluidas en el programa competitivo, es decir, que no intervendrá en casi el 50 % de esas pruebas.
Si usted le suma a eso que la gran mayoría de los atletas inscritos en la delegación cubana son jóvenes que debutan en Juegos Panamericanos, la "traducción", aunque también entristezca, no puede ser otra que una presumible igualdad con el sexto lugar por países obtenido hace cuatro años en la justa de Lima, en la cual el saldo fue de 33 medallas de oro, 28 de plata y 39 de bronce. O algo peor: caer al séptimo peldaño.
Como se aprecia, el vaticinio del INDER refleja una disminución entre 15 y 11 preseas doradas en comparación con la justa peruana. Eso se contrapone con un resultado significativo capaz de salvar a Cuba del sexto puesto.
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Es una realidad que los cetros se comparten entre varios países y que el terreno, el colchón o el encerado dictan la última palabra. Pero no hay que ser alumno del afamado filósofo y matemático griego Pitágoras para interpretar (también con mucha pena), que es muy efímero ese pronóstico de 18 a 22 títulos, aunque por los resultados en los últimos tiempos, también es muy objetivo.
Siempre se tiene un as bajo la manga a la espera de las diversas nóminas que den a conocer oficialmente las delegaciones rivales presentes, algo así como: ¿qué traerán estadounidenses y canadienses en la lucha greco y libre, o a quiénes convocará Jamaica y Estados Unidos en el atletismo, o asistirá Brasil con sus dos potentes equipos de judo?, por solo citar estos ejemplos de deportes por los cuales apostará Cuba.
Sin dudas, la tarea será titánica. Existe mucho talento en ese grupo de jóvenes cubanos. Pero la inexperiencia (casi) siempre traiciona cuando hay presión.
Entonces, no hay de otra que confiar una vez más en los deportes de combate, con mayor incidencia en lucha, judo y boxeo.
Por cierto, y ya que hablamos de tanta juventud en la delegación de Cuba, es válido exponer que existe una atractiva fusión con varios atletas de experiencia. En el bien llamado buque insignia del deporte nacional se incluyeron dos estelares que irán en busca de sus respectivas cuartas coronas panamericanas: el tetracampeón mundial y doble titular olímpico Julio César La Cruz (92 kgs), uno de los abanderados de la delegación, y el tres veces monarca del orbe Lázaro Álvarez (63.5 kgs).
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A este dúo lo acompañará Arlen López (80 kgs), bicampeón olímpico, que tratará de conseguir su tercer oro panamericano. Para Cuba, el boxeo romperá el corojo un día antes de la inauguración oficial de esta cita multideportiva en instalaciones chilenas. ¿Será este un buen augurio? Esperemos.
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