La sorpresa estuvo en la goleada y no tanto en la derrota. La actual campeona del mundo podía caer ante los anfitriones, pero no de esta manera. Cada anotación significó una sensación nueva: la perplejidad en el rostro de los españoles lo denotaba, ellos no están acostumbrados a perder, mucho menos con una diferencia de tres. Pero esta bofetada, a menos de un año para el mundial, es buena para los ibéricos si aspiran a levantar por segunda vez en su historia la Copa.
Cada gol fue un jarro de agua fría: a los dos minutos, Fred con mucha suerte; a punto de terminar la primera mitad, el segundo; y si del Bosque instó a la épica a los suyos en el vestuario, no más comenzar los cuarenta y cinco finales, el tercero como jarro de agua fría. Es difícil levantar la cabeza y seguir peleando después de eso. No obstante, España lo intentó pero se toparon con un intratable Julio César, venido a más luego de su destierro de la selección; para colmo, cuando el cerrojo auriverde parecía romperse, David Luíz saca con una barrida bajo los tres palos el empate. Fueron demasiados mazazos sicológicos en un mismo día.
Además, los Iniestas, Xavi y compañía no andaban finos, quizás debido a la presión del público o a la de los jugadores brasileños. Equivocaban los pases y la posesión no fue abrumadora como nos tienen habituados. Los locales manejaron el esférico a su antojo y construyeron varias jugadas con posibilidades de terminar en el fondo de las redes; se movieron con desparpajo y frescura, enloquecieron a la defensa ibérica y el resultado fue un título menor con sabor a gloria, porque no nos engañemos, la Confederaciones es como el mundialito de clubes: una copita sin mucha importancia organizada con determinados pretextos. Para la FIFA, es su laboratorio de ensayo con vistas al máximo evento. Si Brasil cumplió o no, ya le tocará a ellos decir.
Con la ausencia de goles, vuelve a caer sobre el tapete la falta de un delantero nato en La Roja. Villa no es el mismo tras la lesión y Torres vive de una imagen en la memoria de toda España, el único gol de la final de la Eurocopa del 2008; esa confianza ciega en el niño jamás la comprenderé, y tiene tanta suerte que termina de líder goleador gracias a cuatro anotaciones ante Tahití, la misma cantidad que Abel Hernández, uruguayo que solo disputó ese encuentro. Del Bosque llevó a Soldado para mantenerlo en el banco, y colocó a Javi Martínez a jugar de punta ante Italia; eso es como posicionar a Batistuta como eje de la defensa porque va bien de cabeza, no hay justificación, mucho menos en un juego empatado. Con el nivel y la calidad de la actual campeona del mundo, los partidos hay que buscarlos, esa teoría de sentarse y esperar a que los goles caigan no convence.
Todas las sustituciones del técnico español fueron, en mi opinión, muestras de malas decisiones. Primero debió enmendar el error de iniciar con Arbeloa, un gran acto de fe dejar al madridista en la banda donde se decidiría el juego. Luego trajo a Navas, sacrificó a un jugador de creación (aunque lo hiciese pésimo) por un extremo, un correcamino sin gol, más acostumbrado a jugar al zarpazo. Y como colofón, cambio de delantero por delantero, como si el juego estuviese parejo y la solución fuera traer a un hombre más fresco. ¿Cuáles eran los movimientos correctos de banquillo? No lo sé, pero los realizados por Del Bosque dejaron dudas sobre su actitud manejando las riendas de un gigante como este.
La otra cara de la moneda la pusieron los locales. Brasil sabía la importancia de morder rápido para evitar la modorra del tiki taka español, por eso salieron como fieras desde el pitido inicial. Fred se paseó con y sin balón por el área de Casillas, por eso perforó en par de ocasiones. Neymar desesperó a Arbeloa y a Piqué, además del teaser que le regaló al guardameta del máximo rival de su actual equipo. No es una cuestión de nombrarlos a todos uno por uno, la verdeamarella necesitaba esta victoria en su estadio y cada jugador dio lo máximo por obtenerla, pero lo interesante de verdad fue el planteamiento de Scolari.
No fue novedoso ni sorpresivo, solo aplicó lo que muchos equipos pequeños de la liga española hacen con el Barça, presionar arriba y asfixiar al equipo en el centro. No siempre funciona ante los azulgranas porque en el Camp Nou habita un animal de apetito incontenible, además de que los rivales no poseen la calidad de los futbolistas del gigante sudamericano; pero cuando detrás de esta estrategia tienes a monstruos del gol y artistas del esférico, el trabajo se facilita. El técnico brasileño no hizo nada del otro mundo, solo realizó la tarea y recogió los frutos. Pero nadie saque conclusiones apresuradas con vistas al Mundial, aún falta un año y los equipos cambian mucho en períodos de tiempo incluso menores, pregúntenle a Bielsa y su Argentina en el 2002.
Perro2
2/7/13 1:35
que gracioso, antes de este leía tu post anterior de los Fichajes y casi que eres profeta, pidiendo mínimo un gol de Cuba en la sub-20 y victoria de Brasil en la confederaciones.
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