Honduras, uno de los bellos países de Centroamérica, entabla hoy una lucha por alcanzar parámetros que la hagan olvidar, más temprano que tarde, su incómoda situación de pobreza, corrupción, narcotráfico, entre otros males económicos y sociales. Y para ello depositó su esperanza en la presidenta Xiomara Castro, una izquierdista de corazón, que batalla contra molinos de viento para refundar y recuperar la dignidad de su país.
Castro, 63 años, casada desde 1979 con el mandatario Manuel Zelaya –sacado de su país por fuerzas de la derecha en 2009 solo por acercarse a ciertos métodos del progresismo- ganó en noviembre del pasado año las elecciones con un 68% del respaldo popular. Es la persona más votada en la historia nacional.
Ella rompió con el bipartidismo que, durante todo el siglo XX y parte del XXI, había ejercido el poder de forma casi indiscutible. Es la primera vez que un partido con un importante sector identificado con el socialismo gana unas presidenciales en un país considerado conservador y aliado histórico de Estados Unidos.
Incluso se impuso la voluntad popular de que el Congreso Nacional sea presidido por un miembro del partido Libre, y no, como pretendían fuerzas políticas oscuras, quedara en manos de un conservador, lo que fue una de las primeras victorias oficialistas.
Madre de cuatro hijos, licenciada en Administración de Empresas, en 2008 se vio bajo los focos cuando Zelaya obtuvo la presidencia, pero un año después desplegaría su potencial político en las calles como crítica de un sistema que humilló a un presidente sacándolo en ropa de dormir de su hogar, sin que le permitiera retornar de nuevo, e imponiendo administraciones corruptas y olvidadizas de sus obligaciones con la nación.
Nacida en cuna humilde de cinco hermanos, luchó de manera denodada en las avenidas junto a su pueblo para recobrar la democracia secuestrada por el dictador corrupto Juan Orlando Hernández, extraditado desde abril pasado a Estados Unidos por ser uno de los cabecillas del tráfico de drogas en el país.
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Un pilar importante del narco-estado cayó la noche anterior a su vuelo: fue cuando el órgano legislativo anuló por unanimidad las leyes sobre zonas económicas especiales, paraísos fiscales extraterritoriales, que los críticos veían como puerta de entrada para blanqueadores de dinero y delincuentes
Castro obtuvo la primera magistratura –en dos ocasiones se presentó- luego de militar en el partido Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), devenido después Partido Libertad y Refundación (Libre), que la convirtió en la primera mujer en ocupar la presidencia de Honduras.
CAMBIAR UNA NACIÓN
Castro conoce a la perfección la política hondureña, y no solo por haber acompañado a su esposo durante su carrera hacia la primera magistratura.
Las consecuencias de 40 años de administraciones que entregaron el territorio nacional al tráfico de drogas, convirtiéndolo en un narco-Estado, el deterioro económico resultante de un sistema de desigualdad económica, hicieron, entre otras causas, que la nación de 10 millones de habitantes se convirtiera en la segunda más pobre, luego de Haití, en la región de América Latina y El Caribe.
Estimaciones oficiales indican que el 70% de la población ronda la pobreza, y que siete de cada diez personas sobreviven en situación extrema.
Siempre bajo la mirada vigilante de Estados Unidos por sus fronteras con otras tres naciones, Honduras es hasta ahora un país de migrantes. Desde allí parten las caravanas que se trasladan miles de kilómetros hacia la zona norteña de las Américas. La mayoría es devuelta a las tierras del cacao y el aceite de palma, el oro, los camarones y los puros. Luego vino la pandemia de la Covid-19 en 2020 y el paso de dos huracanes que impactaron al país en el mes de noviembre del mismo año. Honduras se hundió aun más en su miseria.
Como resultado hubo unos 400 000 empleos perdidos, mientras los fenómenos climatológicos afectaron directa o indirectamente al 50% de la población local.
Ante estos escenarios, el gobierno izquierdista de Honduras trazó un plan de reactivación económica para detener el flujo migratorio y lograr la recuperación nacional.
La violencia es otro de los graves problemas que enfrenta el nuevo gobierno. En 2021 y lo que va de este año fueron asesinados 13 activistas sociales opuestos a la minería abierta y la ocupación de tierras.
Por convicción popular asumió la izquierdista Xiomara Castro, dispuesta a la refundación de una nación que deberá luchar muy duro contra sus enemigos de clase, ya en función de ponerle trabas a su desempeño.
Con poco más de cien días en el gobierno, la mandataria no ha hecho milagros, ni redujo la pobreza aún, ni ha podido –ni puede- despegar con su programa de campaña dada la complejidad de un sistema en que la oligarquía detenta aun la mayor parte de las entidades importantes, y no dudan, si pudieran, en eliminarla del espectro político.
¿QUÉ HA PODIDO HACER XIOMARA CASTRO?
En corto tiempo, y en medio de circunstancias desfavorables, Xiomara Castro mantiene una lucha diaria por refundar su país, con una deuda externa de 20 000 millones de dólares y una montaña de problemas.
Estados Unidos no quiere a Castro en el gobierno, como no quiso a Zelaya. Pero la presidenta va lo más rápido que puede, y de manera segura. El pueblo corroboró la seriedad de su administración luego de la extradición de Hernández, considerado un delincuente común, y la destrucción del clan de narcotraficantes Montes Bobadilla, ubicado en las montañas de Colón, desde donde manejaba una red para controlar un área importante en el Caribe Hondureño (Colombia, Centroamérica, México, hasta Estados Unidos.).
Este cartel creado en 1990, según la acusación, incurre "en violencia y corrupción pública para promover sus operaciones de narcotráfico". Su destrucción y el apresamiento constituyeron un duro golpe a los intereses del tráfico de drogas y la compra de políticos inescrupulosos.
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Derogó la ley de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), aprobadas en 2013, que recibieron un fuerte rechazo al permitir territorios autónomos dentro de Honduras, violando artículos pétreos de la Constitución.
La sociedad civil consideró que estos territorios pudieron ser utilizados por narcotraficantes para evadir a la justicia.
Una de las primeras medidas adoptadas por el Ejecutivo de Castro fue el impulso al rescate de programas sociales ejecutados por Zelaya y la eliminación de los efectuados por Hernández sin resultado alguno, informó la Secretaría de Desarrollo e Inclusión Social en Honduras.
“Vuelve la Red Solidaria que sí causó impacto y se elimina Vida Mejor, una iniciativa que no redujo la pobreza”, expresó José Carlos Cardona, jefe de esa institución estatal. ¨Ya se aprobaron, dijo, 286 000 000 de dólares para ese plan, cuyo primer paso es la búsqueda de irregularidades de la anterior administración¨. Brindará protección social a, por lo menos, 80 000 familias en condiciones de extrema pobreza.
Entre las prioridades en sus tres primeros meses de Gobierno estuvo garantizar la matrícula gratis y la merienda escolar para los niños, en aras de recuperar la educación. En este sentido, se incrementó el presupuesto de educación e infraestructura educativa. El regreso a clases de 1 700 000 niños, tras dos años de pandemia, también es mencionado como un logro. Con la reinserción a la vida escolar, hubo también una vacunación masiva de los alumnos.
Otra iniciativa del gobierno Castro fue suprimir los cobros excesivos de los bancos a la población durante el régimen de Hernández y su Partido Nacional.
Una de las medidas sociales más importantes adoptadas por la actual administración es la Ley de Energía aprobada por el Congreso Nacional, en el interés de ordenar el sistema energético, caro en extremo.
La mandataria dispuso eliminar la factura de energía a más de un millón de familias pobres y consumen menos de 150 kilowatts/hora por mes.
También, en su saneamiento social, Castro derogó la ley de empleo por horas, la cual devuelve los derechos a los trabajadores locales.
En el plano ambiental, el Ejecutivo emprendió junto a la Secretaría de Recursos Naturales, otros organismos y las municipalidades, acciones concretas en las zonas de Olancho, El Paraíso, Colón y la Mosquitia, con extensión al resto del país en los meses siguientes. Se trata de un programa masivo de reforestación, de protección a cuencas y subcuencas productoras de agua potable, hasta detener la tala de los bosques y la depredación del lecho y cuencas de los ríos.
El Ejecutivo se plantea un programa masivo de reforestación y manejo forestal, de tal forma que la actividad en los bosques sirva como fuente sustento sostenible para miles de familias. Tres grandes batallones en la zona de Olancho y la Mosquitia, protegerán las áreas declaradas como el Río Plátano, la reserva Ruru, la reserva Warunta, Tawahka, entre ríos Patuca y Coco o Segovia.
En un reciente mensaje a la nación, Castro denunció que ¨cada día descubrimos nuevas artimañas para evitar los cambios, pero avanzamos, los hemos vencido y seguiremos conquistando victorias junto a nuestro pueblo¨.
Los desafíos siguen, y la resistencia también.
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