Otro intento de resolver la crisis libia –desatada en 2011 con la guerra contra Muamar Gadafi- incluye la agenda de la Unión Africana (UA), que prevé realizar una conferencia de reconciliación nacional, aunque aún sin fecha fija.
El objetivo de las gestiones de la organización es restablecer la estabilidad, después de pospuestas las elecciones anunciadas para diciembre de 2021 y de que se ahondaran las discrepancias entre las dos instituciones enfrentadas por el poder.
En esa línea, el presidente de la Comisión de la UA, Moussa Faki Mahamat, afirmó que se trabaja con las partes para fijar una fecha y un lugar apropiados para la conferencia nacional.
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Así, en el seno de la agrupación continental destaca el interés por cumplir uno de sus propósitos políticos básicos: la resolución de conflictos, y en este caso, se designó al presidente del Congo, Denis Sassou Nguesso, para guiar los esfuerzos de la Unión.
Libia perdió su equilibrio en 2011, cuando países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aliados árabes, atacaron y destruyeron la administración Gadafi, quien resultó asesinado como parte del plan concebido con intereses petroleros.
Desde entonces el país asiste a una lucha por la autoridad entre dos representantes institucionales, uno asentado en Trípoli, la capital, y el otro en la oriental ciudad de Tobruk, una disputa devenida guerra, pese a esfuerzos mediadores internacionales.
La situación empeoró con la decisión de la Cámara de Representantes --el Parlamento en el este del país—de nombrar a Fathi Ali Abdul Salam Bashagha (Fathi Bashagha) como primer ministro, tras considerar que Abdul Hamid Dbeibé concluyó su mandato, lo que rechazó Trípoli.
Ahora la Unión Africana deberá respaldar el criterio del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, de que la celebración de las elecciones es “el único camino creíble para un Gobierno legítimo y unificado”.
Sin embargo, lograr ese propósito requiere transformaciones principistas orientadas hacia la unidad social, política y económica libia, que Occidente condenó a sufrir el caos al desestructurarlo, con vista a poder aprovechar su vasta riqueza del combustible fósil.
La fractura del Estado norteafricano –productor diario de cerca de un millón de barriles del crudo- obstaculiza legitimar un ente que maneje esa fuente de recursos, y a la vez satisfaga la necesidad de apaciguar los ánimos, lo que espera resolver la UA.
Sin embargo, está en la fase inicial la creación de condiciones para poner fin al disenso institucional, secuela del conflicto político-militar, y tratar de salvar a ese Estado del fracaso total.
Por su parte, el Grupo de Contacto sobre Libia, reunido en Washington, insistió en la celebración de comicios presidenciales y legislativos en 2023 y reiteró su apoyo a las gestiones del representante de Naciones Unidas, Abdoulaye Bathily.
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