Sin dudas es complicado poder entender que alguien se mutile y se cree el caos interno por sí mismo a cuenta de tragarse políticas y prácticas ajenas que solo benefician a un sujeto ajeno y lejano. Con más razón, cuando se supone que los individuos auto machacados se asumen como élites “poderosas” y “superiores”.
Pero sin dudas esta vida está llena de sorpresas, como el hecho de que el responsable de exteriores de la UE, el español Josep Borrell, reconozca por estos días que la prosperidad del bloque comunitario se ha basado hasta hoy en un comercio energético y multifacético “muy beneficioso con Rusia y China”, y que ahora se renuncie a todo ello para que sus ciudadanos se vean con la soga al cuello dependientes de alejados, costosísimos, y monopólicos envíos de gas y otros insumos desde un usurero mayor que no perdona a nadie y solo vela por sus prerrogativas particulares.
La pérdida de lustre tocó además a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien en una suerte de malabarismo psicológico recomendó a los ahora quejosos de los altos precios de la energía en Europa Occidental que “remitan” sus cuentas y facturas a Moscú, el “gran culpable del desabastecimiento”, cuando han sido los “burócratas comunitarios”, como ya les llaman en muchas partes del Viejo Continente, los que al compás de las sanciones Made in USA cortaron la compra racional de gas y petróleo a Rusia.
Desde luego, no se puede ser ingenuo y creer que hablamos de limitados mentales ni mucho menos. En todo caso la actual dirigencia de Europa del Oeste lo que viene mostrando en todo este escenario de tensiones y guerra que ayudó a crear por su servilismo en el seno de la OTAN y la UE, es que para nada representa los verdaderos intereses de sus ciudadanos, y que no enojar a Washington vale cualquier cosa, incluidos embargar y jugarse el presente y el futuro del área.
Europa, por tanto, ya está desembolsando cifras estratosféricas para pagar un gas licuado que los monopolios estadounidenses le suministran inexorablemente según la sacrosanta ley de la oferta y la demanda, es decir, sin otra mira que las abultadas y “pragmáticas” ganancias, mientras que se ha procurado reducir al mínimo toda posibilidad de envíos rusos de emergencia con los sabotajes de la propia OTAN a los fundamentales gasoductos Nord Stream 1 y 2, y el reciente y frustrado intento de malograr también el Turk Stream.
En pocas palabras, dependencia total de USA en una urgencia clave para un área geográfica huérfana endémica de recursos energéticos propios.
- Consultar además: Un Oeste escorado
Por demás, sobreviene otra oleada del desborde de lo ilógico cuando se pretenden fijar precios internacionales de miseria al gas y al petróleo rusos a simple capricho y con el fin único de constreñir las entradas comerciales del gigante euroasiático, un vecino que además siempre ha resultado altamente confiable, seguro y serio en sus vínculos con su contraparte.
Una flagrante violación, precisamente, de la “norma” oferta-demanda que Washington le aplica sin compasión ni miramientos a los mismos europeos del oeste.
Y es que bien vistas las cosas (y es difícil no creer que los experimentados burócratas de la UE y la OTAN no se dan cuenta), la jugada norteamericana de incendiar el Este europeo intenta matar dos pájaros de un tiro.
Primero, hundir a Rusia por intermedio de la sumatoria de una Ucrania (que puede muy bien quedar hecha cenizas), con la hostilidad cerrera y entreguista del poniente regional hacia el Kremlin, de manera de arruinar y demoler a Europa Occidental y a sus miembros señeros como Alemania mediante una dependencia total con respecto al poder totalitario de los Estados Unidos.
No hay más de cierto en la cartera, y a fin de cuentas, y como más o menos “dice el dicho”, el que por su cuenta muere…la muerte le sabe a gloria.
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