domingo, 22 de septiembre de 2024

¿Será el diálogo de Oslo una solución a la crisis venezolana?

Por órdenes de Washington, la oposición de ese país rompió conversaciones anteriores...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 31/05/2019
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Diálogo en Oslo, Noruega-Nicolas Maduro-oposición venezolana
Venezuela, comenzó en Oslo, la capital de Noruega, un nuevo capítulo de búsqueda de entendimiento entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición de ese país. (Foto: elperuano.com.pe)

En medio de la guerra no convencional decretada de manera unilateral por Estados Unidos (EE.UU.) contra Venezuela, comenzó en Oslo, la capital de Noruega, un nuevo capitulo de búsqueda de entendimiento entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición de ese país, aunque hay fundadas dudas de la seriedad de los enemigos de la Revolución Bolivariana.

Venezuela, que trata de evitar la confrontación directa con la que EE.UU. la amenaza de manera continua para evitar convertir a América Latina en una zona bélica, volvió a dar un paso al frente para dialogar con quienes han pisoteado, hasta ahora, el interés de un acercamiento pacífico entre las fuerzas políticas de una nación que resiste una criminal crisis económica.

La política de agresión económica de EE.UU. forma parte de la estrategia de desgaste del chavismo sobre la base de una ley y siete decretos ejecutivos del presidente Donald Trump, que tratan de matar de hambre y de enfermedades a la población venezolana.

Las políticas unilaterales de Washington se traducen, entre otras medidas, en la confiscación de activos financieros, la prohibición de renegociación de la deuda externa y la de la empresa estatal petrolera PDVSA, el aumento de riesgo país, sanciones al comercio de petróleo —principal rubro de exportación—, al Banco Central y el bloqueo de 5 470 millones de dólares en instituciones internacionales, entre otros puntos. Además, la administración de Trump le ha robado al país más de 30 000 millones de dólares que debía recibir como pago por ventas de petróleo y que estaban destinados a la compra de medicamentos esenciales para la supervivencia.

En Caracas, el Grupo de Contacto de la Unión Europea, que actúa de manera paralela a las conversaciones en Noruega, se mostró complacido con el apoyo brindado por el Ejecutivo presidido por Maduro, el único mandatario legítimo del país, en tanto busca relaciones con los partidos de derecha cuya perdida cohesión es evidente.

El Grupo está integrado por representantes de varios países y trabaja en la búsqueda de soluciones pacíficas —algo que parece irrazonable dadas las órdenes de EE.UU. a los conservadores internos—, de que cualquier arreglo interno pasa por la salida de Maduro del Palacio de Miraflores, una posición inadmisible para el presidente y para el pueblo revolucionario que lo eligió en 2018.

Para Venezuela, tanto las reuniones en Oslo como las de Caracas, indican al mundo que sus dirigentes políticos están en condiciones de razonar con sus enemigos —a los que Trump impuso en un tuit como presidente “interino” a Juan Guaidó— luego del compromiso adquirido en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en 2014, de preservar a América Latina como Zona de Paz.

EE.UU., por el contrario, y en otra expresión de su injerencia en los asuntos internos de la nación suramericana, emitió un texto en rechazo al proceso de diálogo por mediación de su Departamento de Estado.

En un comunicado, y para que no queden dudas, expresó que “Los esfuerzos anteriores para negociar el fin del régimen y las elecciones libres han fracasado porque el régimen los ha utilizado para dividir a la oposición y ganar tiempo. Creemos que lo único que se puede negociar con Nicolás Maduro son las condiciones de su partida”.

CAMBIOS EVIDENTES

En las últimas semanas se han observado evidentes cambios en las posiciones del usurpador Guaidó, que solicitaba la intervención armada contra su país, pero que fracasó en dos intentos de golpes de Estado, el 23 de febrero y el 30 de abril pasados, y carece de poder de movilización. Está claro que ya no es el supuesto hombre fuerte designado por Washington para sustituir a Maduro.

De pedir la entrada de la soldadesca internacional a sentarse en Oslo, aunque él personalmente haya designado sus representantes, se entiende que es un fracaso político de este pelele sin apoyo ni siquiera de quienes no desean la permanencia de Maduro. Con él arrastró los supuestamente bien urdidos planes del Pentágono contra la Revolución Bolivariana.

El gobierno venezolano, por el contrario, y a pesar del bloqueo económico, comercial y financiero que le ha impuesto la Casa Blanca —similar al que sufre Cuba desde hace casi 60 años con una resistencia estoica de su pueblo— llega a Oslo en una mejor posición.

A Maduro lo respalda la población revolucionaria que es mayoría y lo reeligió en las urnas, ganando por un 67 % contra otros tres contendientes, el respaldo de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y de más de un centenar de países en el mundo, entre ellos China y Rusia.

A Guaidó, y por presiones de la Casa Blanca, lo han reconocido unos 50 países de los 193 que integran Naciones Unidas (ONU), organización que también ofreció su ayuda en el tema de los diálogos de paz.

Los resultados de los encuentros en Noruega y los de Caracas dependen en gran medida de las disposiciones del gobierno estadounidense a sus títeres venezolanos.
Primero en 2016, luego en 2018, cuando en República Dominicana ya estaba listo el documento para llevar la paz al país y solo faltaba la firma de la oposición, la llamada de un funcionario estadounidense hizo que la delegación se retirara, cerrando un capitulo que hubiese evitado grandes daños a posteriori.

Versiones que circulan en la Casa Blanca dan cuenta de que podría haber cambios en los asesores de Donald Trump para Venezuela, pues todos sus planes puestos en práctica han fracasado.

Trump, no por eso más razonable ni inteligente —siempre según esas fuentes no identificadas aún—, busca la reelección y aunque lo impulsan a cambiar las guerras por sanciones y subversiones locales, sigue ejerciendo presión para apoderarse de los notables recursos naturales de Venezuela y de Irán, dos de sus obsesiones políticas.

Si se llegara a un acuerdo de paz con la oposición, el Pentágono recibiría un duro golpe en su repetida mentira de la presencia de miles de militares cubanos en Venezuela y el recrudecimiento de la Ley Helms-Burton contra la isla caribeña carecería de sentido, pues ese fue el llamado castigo impuesto por Washington luego de la repetición en los medios hegemónicos de tamaña mentira.

En estos cambios que se van observando, Trump también conoce que sus aliados en América Latina no están en las mejores condiciones de ser usados como cabezas de turco en una guerra continental contra Venezuela.

Colombia pasa ahora por uno de sus más graves momentos internos, que no excluye una economía en dificultades; es casi impensable la participación de Brasil con el neofascista Jair Bolsonaro, quien mantiene una pésima conducción económica y pierde por días el apoyo popular.

Es imposible contar con Mauricio Macri y su fracaso político en Argentina a meses de que, según previsiones, salga del gobierno por, entre otros arrastres, dejar al país en una crisis económica similar a las de principios de este siglo.

Oslo, aunque no puede preverse una victoria adelantada al diálogo de paz, al menos demostró que la oposición fue obligada a sentarse en una mesa de negociaciones.

Según el analista Rómulo Pardo escribió en Rebelión, “el encuentro entre dos delegaciones en la capital noruega es lo contrario, al menos en la forma, a la política golpista aplicada hace menos de un mes”.

Para evitar el fiasco absoluto, Guaidó asegura que cualquier arreglo en Venezuela pasa por la salida de Maduro y elecciones “libres” en las que el participaría. Criterios que solo tratan de vender una imagen de seguridad, pues no logra reunir más de 400 personas en los mítines que convoca sin siquiera demostrar después para qué y por qué lo hizo.

En Oslo se encontraba este martes una delegación gubernamental presidida por el canciller Jorge Arreaza, el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, y el gobernador del Estado Miranda, Héctor Rodríguez.

Por la Comisión opositora, participan Stalin González, vicepresidente segundo de la Asamblea Nacional en desacato, quien también encabeza las conversaciones con el Grupo de Contacto. Además, el exalcalde Gerardo Blyde, experto constitucionalista, y Fernando Martínez Mottola, exministro del presidente Carlos Andrés Pérez, y hoy devenido asesor de Guaidó.

“Noruega elogia a las partes por sus esfuerzos y agradece su disposición”, afirmó la ministra de Asuntos Exteriores Ine Eriksen Søreide en un comunicado oficial. Los días aclararán los tiempos que se avecinan.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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