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viernes, 15 de noviembre de 2024

Se terminó la pesadilla: júbilo popular por la asunción de Lula

En medio de tensiones por el fallido atentado y la huida del anterior presidente Jair Bolsonaro a Estados Unidos, Brasilia se vistió de fiesta para la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva...

Juraima Almeida en SurySur 03/01/2023
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Toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva
Brasilia se vistió de fiesta para la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, el exdirigente metalúrgico. (Tomada de SurySur)

En medio de tensiones por el fallido atentado y la huida del anterior presidente Jair Bolsonaro a Estados Unidos, Brasilia se vistió de fiesta para la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, el exdirigente metalúrgico y Geraldo Alckmin, como nuevos presidente y vice de Brasil, comprometidos en reimpulsar la integración regional.

Ante la negación del ahora expresidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, de hacer el correspondiente traspaso de mando, integrantes de etnias y minorías sociales le entregaron la banda al líder del Partido de los Trabajadores (PT), quien ya fuera dos veces presidente.

Aline Sousa, una mujer de 33 años, que se dedica al reciclado desde los 14 y preside una red de cooperativas y es una de las articuladoras nacionales del movimiento, fue la encargada de ponerle la banda verde-amarilla al nuevo presidente.

INTEGRACIÓN

El progresista Lula da Silva, anunció durante su asunción que su Gobierno reforzará su política exterior basada en la integración latinoamericana en el Mercosur, la Unasur y el grupo Brics, que Brasil integra junto con Rusia, India, China y Suráfrica, y tenderá puentes con África y el mundo en desarrollo, además de mantener un diálogo “activo y altivo” con Estados Unidos, China y la Unión Europea (UE).

“Debemos romper el aislamiento al que fue sometido al país. Debemos ser dueños de nuestro destino”, aseguró Lula, quien además prometió activar la banca pública para reforzar el mercado interno de consumo y utilizar el Presupuesto para una nueva era de industrialización de la mayor economía de América Latina.

FIN DE LA “DESTRUCCIÓN NACIONAL”

Lula proclamó que se “terminó el proceso de destrucción nacional que dejó su antecesor. “Mi objetivo es rescatar de la pobreza a 33 millones de personas, ante una veintena jefes de Estado y de Gobierno, que incluye al rey de España y a los presidentes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Alemania y Portugal. Estados Unidos no envió ni a la decorativa vicepresidenta Kamala Harris.

Aseguró que el país “no necesita deforestar” para fomentar su agricultura, y reafirmó su compromiso de eliminar esa práctica en la Amazonia. “No hace falta derribar ningún árbol más”, basta “replantar los 30 millones de hectáreas de tierra degradada, es posible vivir sin talar madera, sin incendios, sin invadir nuestros biomas”, afirmó Lula en su primer discurso tras ser declarado presidente en el Congreso de Brasilia.

“Si estamos aquí es gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña”, declaró Lula ante el Parlamento, en su primer discurso después de haber jurado como nuevo presidente de Brasil. “Fue la democracia la gran victoriosa”, que “superó” las “más violentas amenazas a la libertad del voto”, apuntó en alusión a la campaña contra el sistema de votación desatada por Bolsonaro, a quien derrotó en las elecciones de octubre.

Amparado por una coalición que va de la derecha a la izquierda, Lula obtuvo una victoria estrecha, una diferencia de poco más de dos millones de votos en un universo de unos 156 millones de electores. El resultado -50,9% de votos para Lula, 49,1% para Bolsonaro- resaltó hasta qué punto la campaña mediática y jurídica que desde 2013 trató de demonizar la política brasileña surtió efecto.

BOMBAS DE TIEMPO

“Bajo los vientos de la redemocratización decíamos: ¡dictadura nunca más! Hoy, tras el terrible reto que hemos superado, debemos decir: ¡democracia para siempre!”, aseguró el mandatario. Además, adelantó que en las próximas horas firmará medidas de reorganización de las estructuras del Poder Ejecutivo “para que el Gobierno vuelva a funcionar de forma racional, republicana y democrática”.

A los 77 años de edad, ahora Lula enfrenta en el gobierno del mayor país de América Latina dificultades que el politólogo brasileño Maurício Santoro considera comparables a “bombas de tiempo”, por su riesgo de virtual explosión si no lograse desactivarlas: el hambre, el gasto público ante el vaciamiento de las arcas, el bolsonarismo radical y la deforestación criminal del país, en especial de la Amazonia.

El su discurso, Lula señaló que “el diagnóstico que recibimos del Gabinete de Transición es terrible. Los recursos sanitarios se han vaciado. Han desmantelado la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. Destruyeron la protección del medio ambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación, seguridad pública”.

Prometió ayudar a los que más lo necesitan: “Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo. Este compromiso empieza por garantizar un Programa Bolsa Familia renovado, más fuerte y más justo para atender a los que más lo necesitan”.

“Llegó la hora de bajar el precio de los alimentos, de invertir en salud, educación, ciencia y cultura; llegó la hora de traer inversiones y reindustrializar a Brasil, de romper con el aislamiento internacional. No es hora del resentimiento estéril, sino de volver a sonreír”, expresó el mandatario en el Palacio del Planalto.

Lula recordó la tragedia de la Covid-19 con sus casi 700 mil muertos y afirmó que “en ningún otro país, la cantidad de víctimas mortales fue tan alta proporcionalmente a la población. “Las responsabilidades por este genocidio han de ser investigadas y no deben quedar impunes”, dijo Lula, que criticó directamente a la “actitud criminal de un gobierno negacionista” liderado por Jair Bolsonaro.

“No hay dos Brasil, somos un único país. Un único pueblo. Somos todos brasileños y brasileñas. Es hora de terminar con el discurso de odio”, dijo Lula, en medio de aplausos y gritos de celebración por parte de la multitud que lo acompañó hasta Brasilia.

DESBOLSONARIZACIÓN CASTRENSE

En su discurso en la radio y TV nacional a menos de cuatro horas del final del desastroso gobierno cívico-militar, el vicepresidente general Hamilton Mourão fue el vocero del reajuste táctico del partido de los generales ante la nueva realidad, en una operación pública de la dirección partidista de las Fuerzas Armadas para deshacerse de Jair Bolsonaro.

El nombre de Bolsonaro no fue mencionado ni una vez en el discurso leído por Mourão. El general lo mencionó indirectamente como alguien que, con su “inoportuno y deletéreo silencio o protagonismo”, generó “un clima de caos y desintegración social” en el país y “que “irresponsablemente dejó que las Fuerzas Armadas de todos los brasileños pagaran la factura, unos por inacción y otros fomentando un supuesto golpe de Estado”.

El discurso del general Mourão tenía el objetivo calculado de culpabilizar a Bolsonaro y, al mismo tiempo, desconectar a las Fuerzas Armadas de las ofensivas antidemocráticas, el caos y el terror. Es otra gran falsedad más, porque tanto Bolsonaro como los ataques a la democracia y el clima de caos y terror son resultado de los planes de las propias cumbres militares partidistas, señala el analista Jeferson Miola.

EL PUEBLO PROTAGONISTA

“Buenas tardes, pueblo brasileño. Mi gratitud hacia ustedes que enfrentaron la violencia política antes, durante y después de la campaña electoral”: con esa frase, Lula da Silva da su discurso inaugural en el Planalto, donde fue durísimo con su antecesor Jair Bolsonaro, al que definió como “la barbarie”.

“Quiero terminar pidiéndoles a todos y cada uno de ustedes: que la alegría de hoy sea la materia prima de la lucha de mañana y de todos los días venideros. Que la esperanza de hoy fermente el pan que se repartirá entre todos”, dijo.

“En la lucha por el bien de Brasil, utilizaremos las armas que más temen nuestros adversarios: la verdad, que prevaleció sobre la mentira; la esperanza, que venció al miedo; y el amor, que derrotó al odio”, concluyó.


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Juraima Almeida

Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)


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