Estados Unidos interviene en los asuntos internos de Haití desde hace más de un siglo. Ahora, en medio de la crisis endémica –económica, política y social- que vive el país más pobre de América Latina, fue escogido por la potencia norteña para implantar su denominada Ley de Fragilidad Global, un instrumento aprobado en 2019 pero que entrará en vigor en poco tiempo por órdenes del presidente Joseph Biden, otro guerrerista que sigue buscando la expansión imperial a nivel mundial.
Haití, con unos 11 000 000 de habitantes –miles desplazados- azotados por el hambre, la corrupción, la violencia urbana y los desastres naturales, no parecería el mejor escenario para la nueva injerencia imperial. Sus limitados recursos están virtualmente agotados. Es una desigual nación en la que una minoría es millonaria en detrimento del resto de la mísera población.
Lo único que históricamente une a países tan desiguales es que los dos lucharon por independizarse de potencias europeas (Reino Unido y Francia), pero tras lograr la libertad caminaron con distintos rumbos.
Mientras los norteños pasaron de ser oprimidos a opresores, los haitianos tuvieron que pagarle a Francia el precio de su libertad: 100 millones de francos, unos 21 000 000 de dólares en la actualidad. Haití, que comparte la isla La Española con República Dominicana, fue obligada a amortizar una deuda 10 veces mayor que sus ingresos anuales en la época. La excolonia terminó de pagar su compromiso en 1947. La Revolución Haitiana, que liberó a los esclavos del yugo galo, duró 13 años y fue la primera de América Latina, pero pocos analizan el histórico e influyente episodio para la posterior guerra libertaria de la región.
Las relaciones de privilegio de la Casa Blanca en territorio haitiano están marcadas en las intervenciones militares, pero más aun en el manejo político de sus gobiernos en el siglo XX y XXI. El poderío imperial convirtió a ese país en un apéndice de su territorio.
La explotación de recursos de Haití fue el robo indirecto de EE.UU., ya que en incontables ocasiones lo hizo de forma más explícita. En 1914, el presidente estadounidense Woodrow Wilson tomó el control por la fuerza militar del Banco Nacional de Haití. Sus soldados retiraron 500 000 dólares de las reservas locales para “custodiarlas” en Nueva York.
Los norteños invadieron la isla en 1915, tras el asesinato del dignatario Jean Vilbrun Guillaume Sam. Una de las consecuencias de la intromisión fue la reforma de la Constitución Nacional del pequeño país, que permite, desde entonces, que extranjeros sean dueños de propiedades haitianas. Los campesinos quedaron sin sus tierras y crecieron grandes plantaciones. La indignación popular se manifestó en revueltas y disturbios. Los soldados norteamericanos asesinaron entre 15 000 y 30 000 pobladores.
ESTADOS UNIDOS Y SUS INTERESES EN HAITÍ
La escalada de gobiernos corruptos facilitó la permanencia (abierta u oculta) de EE.UU. en el territorio haitiano, con la excepción del sacerdote progresista Jean Bertrand Arístide, electo en las urnas y a quien soldados norteamericanos sacaron a punta de pistola de su hogar y lo trasladaron de inmediato a Sudáfrica.
En la actualidad, Haití vive una crisis interna demoledora, empeorada tras el asesinato en julio pasado del presidente Jovenal Moïse con la evidente cooperación de su guardia personal, sin que hasta ahora se conozcan los autores intelectuales del magnicidio.
El actual primer ministro Ariel Henry se niega a celebrar elecciones generales para designar un nuevo mandatario. Mientras, cientos de bandas paramilitares vinculadas al narcotráfico y la delincuencia generalizada, secuestran y asesinan a civiles, incluso pobres, en contubernio, según opositores, con el actual régimen.
Con ese ambiente de hambre y terror que parece no tendría solución por ahora –a no ser que Washington ordene lo contrario-, ¿qué mueve a las administraciones norteamericanas hacia la siempre saqueada tierra caribeña, que incluso sufre el robo de los pandilleros de cuello blanco que desvían la ayuda humanitaria enviada en tiempos de desastres, sin que llegue a sus destinatarios?.
Haití tiene una ubicación estratégica para Estados Unidos, lo que le ha permitido ubicar sus bases militares en otros países cada vez más cerca de Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuyos pueblos y gobiernos poseen proyectos políticos diferentes al capitalismo. Para impedir la soberanía e independencia de esos Estados soberanos, la Casa Blanca les impone medidas punitivas para matar de hambre y enfermedades a sus nacionales.
EE.UU. intervino militarmente Haití por primera vez en 1915. Desde entonces, y tras la firma de un tratado impuesto, puede intervenir en la isla cuando lo considere necesario. (Foto tomada de BBC)
Según un vocero del Pentágono, la islita sería un sitio ideal para aviones y embarcaciones de apoyo. Los soldados tendrían un refugio seguro luego de terminar sus ¨misiones¨ hacia los que consideran ¨países hostiles¨.Según Documentos divulgados la semana pasada precisan que se trata de una estrategia de diez años que pretende "mejorar la forma" en que la Casa Blanca opera "en una variedad de contextos". EE.UU. se propone abiertamente retomar su papel protagónico en zonas de gran inestabilidad para volver a verse como un "socio confiable". Por motivos geográficos, el país más cercano a su área de influencia es Haití.
En un comunicado, el mandatario precisó "Aprovecharemos las fortalezas de las comunidades, los gobiernos y las naciones para recuperarnos de los impactos, enfrentar las tendencias globales negativas y crear nuevos paradigmas para una cooperación más amplia".
En una carta publicada la pasada semana, Biden argumentó que, en su opinión, como el mundo se encuentra en "una década decisiva", marcada por la pandemia de la COVID-19, la crisis climática y el "envalentonamiento de los autócratas", EE.UU. "debe liderar" este punto de inflexión. En esa línea, prometió que la aplicación de la ley será la hoja de ruta del plan de Washington "para prevenir conflictos y promover la estabilidad" mundial con países socios en todo el planeta, entre ellos Haití. Paradoja imperial.
Lo que el anciano mandatario, artífice de la campaña mundial contra Rusia por defender los derechos de sus connacionales en Ucrania pretende, es expandir su poderío por determinadas regiones y fomentar un clima de guerra. La considerada ¨prueba piloto¨ comenzará en Haití, Libia, Mozambique y Papúa, y también contempla la costa occidental de África, que incluye Benin, Costa de Marfil, Ghana, Guinea y Togo, confirmó la Casa Blanca.
EE.UU. se propone abiertamente retomar su papel protagónico en zonas de gran inestabilidad para volver a verse como un "socio confiable". Por motivos geográficos, el país más cercano a su área de influencia es Haití.
Es irónico que EE.UU. primero destruyera Haití y ahora lo catalogara de ¨socio¨, perdedor, claro está.
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